En el pueblo de Belén, vivía una familia que se dedicaba a ofrecer alojamiento a los viajeros. Con el censo del emperador romano, había muchas personas buscando donde quedarse, por lo que Miriam, la encargada del lugar, se sentía abrumada por la cantidad de personas que tenía que atender.
Era una noche especialmente fría y todas las habitaciones se encontraban ocupadas, Miriam se encontró en la penosa situación de tener que rechazar a una pareja que buscaba refugio, se trataba de una joven pareja, en la que la mujer de nombre María, se encontraba visiblemente embarazada, esto despertó la compasión de Miriam. Sin embargo, el bullicio y la exigencia de los demás visitantes hicieron que ella se mantuviera firme en su negativa, por lo que ambos tuvieron que retirarse del lugar.
No encontraron otra posada donde hospedarse, y en ese instante, María sintió los dolores de parto, por lo que no tuvieron otra opción que refugiarse en un establo cercano, el cual estaba destinado a albergar a los animales del campo.
Dentro del establo apenas había una pequeña lámpara de aceite, por lo que la iluminación del lugar era la que brindaban las estrellas, en especial una muy grande que no dejaba de brillar. El suelo estaba cubierto de paja, y en un rincón se encontraba un pesebre, una simple estructura de madera utilizada para alimentar al ganado.
Fue allí donde María depositó al recién nacido, llamado Jesús, el cual estaba envuelto en pañales y descansaba serenamente. Mientras, los animales del establo, ovejas y un buey, se mantenían tranquilos y expectantes, como admirando al pequeño bebé.
Mientras tanto, en los campos cercanos, un grupo de pastores cuidaba a sus rebaños cuando, de repente, un ángel del Señor se les apareció y la gloria del Señor los rodeó de luz. El ángel les dijo: "No teman, porque les traigo buenas noticias de gran alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Después de escuchar el mensaje del ángel, los pastores decidieron ir a Belén para ver lo que había sucedido. Encontraron a María, José y el recién nacido Jesús en el establo, tal como el ángel les había dicho. La noticia se esparció rápidamente, y a la mañana siguiente, los aldeanos comentaban que en aquel establo había nacido un niño especial, un Salvador.
Poco después, tres majestuosos magos, guiados por una estrella brillante, llegaron a Belén en busca del recién nacido Jesús y se dirigieron a la posada para preguntar por él. El esposo de Miriam, Samuel, fue quien los atendió. Al escuchar la historia de los magos y sus regalos de oro, incienso y mirra, el rostro de Samuel palideció y rápidamente buscó a Miriam para contarle lo sucedido. Con el corazón lleno de arrepentimiento, ambos se dirigieron al establo.
Allí se encontraron con varias personas que visitaban y conocían al pequeño niño Jesús, mientras María y José los recibían con gratitud. Miriam cayó de rodillas, con lágrimas en los ojos, y pidió perdón a María y José por haberles negado refugio. María, con una sonrisa serena, le dijo que todo había sucedido según el plan de Dios, y que precisamente su Hijo ha llegado al mundo para enseñarnos la importancia del perdón.
A partir de ese día, Miriam decidió cambiar su vida. Abrió su posada a todos los necesitados y se dedicó a ayudar a los pobres y desamparados, siempre recordando la noche en que había cerrado las puertas al niño Dios.
Imágenes creada a través de la herramienta Dream.ai:
Imagen 1: María y José buscan posada
Imagen 2: Recién nacido Jesús
Imagen 3: Angel se aparece a pastores
A veces ciertas cosas no pasan, para que otras, muchos mejores, sucedan. Esta es, probablemente, la mejor de todas en la historia de la Humanidad. ¡Ojalá tengas una linda Navidad!
Muchas gracias por leerme, así es, lo mejor es lo que pasa!! Dios te bendiga y feliz navidad para ti y los tuyos
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