ESPAÑOL
De nuevo escuchó una gota chocar contra el agua, provocó ecos cómo en un gran salón. Gil, quien tenía más de media hora en el baño, examinó el lugar en busca de su origen. Era extraño: estaba lloviendo, pero en su casa no había ni una gotera; la ducha y el lavamanos estaban bien cerrados, ya los había observado con detenimiento. Gil no se sentía bien, tenía malestar y estaba atorado en sus pensamientos.
Otra vez, una gota chocó contra el agua. Dos luceros emanaron del techo e iluminaron todo a su alrededor. Gil observó helado por el miedo cómo descendía un niño pequeño, de cabello castaño y cubriéndose con un taparrabos. Tenía alas grises, más largas que sus brazos y emplumadas cómo las de un águila.
Aterrado, intentó huir pero cayó por un resbalón. El dolor llegó de inmediato y observó despavorido como el niño se acercaba arrastrando sus grandes alas. Con dedos fríos acarició su frente y lo observó con tristeza. Corrieron lágrimas por sus mejillas pequeñas. Encima de él, lucecitas volaban cómo luciérnagas.
—Vendrás conmigo —dijo el niño. Alzó su brazo apuntando hacia las nubes dónde antes estaba el techo.
Una gota fría cayó sobre la frente de Gil, seguida de otras en todo el baño; pronto se convirtió en un aguacero. Bajo la lluvia desatada, el niño se inmovilizó cómo una estatua y los luceros cayeron cómo hojas marchitas al lago creciente que antes era el baño. No podía mover su cuerpo, su cabeza y el corazón iban a estallar del pánico.
La oscuridad se acrecentó a medida que los luceros se extinguieron y la estatua del niño se deshizo cómo la sal en el agua. El suelo del baño se hundió y corrientes sumergieron a Gil. En lugar de caer sobre el piso de abajo, sintió el viento en la cara y por todo su cuerpo por unos instantes. Luego, el agua lo engulló de nuevo. Olas lo embistieron y empujaron de un lado a otro. Rayos atravesaron el cielo seguidos por poderosos truenos.
Su cuerpo golpeó rocas. El dolor recorrió su espalda. La sangre emanó y se diluyó en el mar. Todo a su alrededor era lluvia, viento, truenos, relámpagos y olas incesantes. Aferrado a una roca en medio de la tempestad empezó a vivir en sus recuerdos. Sabía que había muerto.
—¿Sabes? Antes esto era una isla muy tranquila y las tormentas duraban muy poco. ¿Lo recuerdas? Era muy agradable. El sol calentaba estas playas y en lo más alto había una casa —dijo una voz anciana. Los relámpagos no mostraron de dónde provenía la voz.
»Este lugar está en tu corazón —Continuó. Un rayo rompió la oscuridad e iluminó el mar circundante. La sombra de una ola gigante se aproximaba–. ¿Ves cómo está ahora? sólo quedan estas rocas —sintió un aliento sobre su cara—. Drena este mar dentro de ti antes que te ahogue— susurró en su oído antes que la ola cayera sobre ellos.
Afuera, la tormenta apenas comenzaba. Una gota fría cayó sobre su frente. Los ladridos de un perro aturdían sus oídos.
—¿Gil, estás bien? Hey, ¿me escuchas? —Eduardo estaba inclinado a su lado.— ¿Te caíste?
—¿Me caí? —preguntó Gil mientras Latika, su perrita, lamía su oreja.
¡Saludos Hivers! Ha pasado un largo tiempo desde la última vez que compartí algo por aquí. Creo que ya he conseguido el tiempo que necesito. También he estado instruyendome más en la escritura.
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¡Nos vemos por la colmena!
- Imagen editada en Canva.
ENGLISH
Again he heard a drop hit the water, causing echoes like in a large room. Gil, who had been in the bathroom for more than half an hour, examined the place in search of its origin. It was strange: it was raining, but there was not a single leak in his house; the shower and sink were tightly closed, he had already observed them carefully. Gil didn't feel well, he felt sick and was stuck in his thoughts.
Again, a drop hit the water. Two stars emanated from the ceiling and illuminated everything around him. Gil watched, frozen with fear, as a small boy descended, brown-haired and covered with a loincloth. He had gray wings, longer than his arms and feathered like those of an eagle.
Terrified, he tried to flee but fell from a slip. The pain came at once and he watched in terror as the child approached, trailing its great wings. With cold fingers he stroked his forehead and watched him sadly. Tears ran down his small cheeks. Above him, little lights flew like fireflies.
"You will come with me", said the boy. He raised his arm pointing toward the clouds where the ceiling used to be.
A cold drop fell on Gil's forehead, followed by others all over the bathroom; soon it became a downpour. In the pouring rain, the boy stood still as a statue and the stars fell like withered leaves into the crescent lake that was once the bath. He could not move his body, his head and heart were about to burst with panic.
The darkness deepened as the stars were extinguished and the statue of the boy crumbled like salt in the water. The bathroom floor sank and currents submerged Gil. Instead of falling to the floor below, he felt the wind in his face and all over his body for a few moments. Then the water engulfed him again. Waves rammed and pushed him back and forth. Lightning flashed across the sky followed by powerful thunder.
His body hit rocks. Pain coursed down his back. Blood emanated and diluted in the sea. All around him was rain, wind, thunder, lightning and incessant waves. Clinging to a rock in the middle of the storm he began to live in his memories. He knew he had died.
"You know, this used to be a very calm island and the storms lasted very little. Do you remember? It was very pleasant. The sun warmed these beaches and at the top there was a house," said an old voice. The lightning did not show where the voice came from.
»This place is in your heart," the voice continued. A bolt of lightning broke the darkness and illuminated the surrounding sea. The shadow of a giant wave was approaching. "See how it is now? Only these rocks are left," he felt a breath on his face. "Drain this sea into you before it drowns you," The voice whispered in his ear before the wave crashed over them.
Outside, the storm was just beginning. A cold drop fell on Gil's forehead. The barking of a dog stunned his ears.
"Gil, are you all right? Hey, can you hear me?", Eduardo was leaning beside him. "Did you fall?".
"Did I fall?" Gil asked as Latika, his little dog, licked his cheek.
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