La primera carta de amor que escribí fue para mi mejor amigo.
Fue en el verano del 2014, éramos dos jóvenes ingenuos, con ganas de comernos el mundo, con muchos sueños y proyectos por delante.
Recuerdo que por las tardes él siempre venía a casa, hablaba con mis padres un rato y luego salíamos al parque a hablar y a jugar por horas, hasta que nos arropara la noche y nos tocara separarnos y volver a casa.
No sé en qué momento ocurrió todo, pero fuimos creciendo y dejamos de ser dos jóvenes ingenuos, y dentro de mí, suscitaron nuevos sentimientos que vinieron a sustituir esa hermandad que tenía con Frederick.
Cuando salíamos a caminar, o simplemente hablábamos de la vida y de nuestros sueños, no podía parar de imaginarme una vida junto a él. Me imaginaba caminando a su lado, cumpliendo nuestros sueños juntos.
Cada vez que caía la tarde, esperaba con ansias escuchar el timbre de la casa, porque sabía que llegaba la hora de vernos. Se había convertido en nuestra especie de ritual especial.
Supe que algo había cambiado, cuando al llegar la tarde y no verlo cruzar el jardín hasta mi ventana, comencé a suspirar y a extrañarlo. Esa tarde me ruboricé, al darme cuenta de mis sentimientos. Me pregunté si lo que estaba sintiendo era aquello que llamaban amor.
Era tal cual como lo describían las películas románticas, así como mis amigas solían decir que se sentían cuando soñaban con su príncipe azul, e incluso como lo había leído tantas veces en mis libros de amor. Un sentimiento así jamás pensé que llegaría tan rápido a mi vida.
Habían pasado dos días y aún no sabía nada de Frederick. Pensé en escribirle, pero en mi situación actual, con tantos sentimientos a flor de piel, el simple hecho de imaginar en escribirle me causaba mariposas en el estómago y me llenaba de nervios.
Así que después de darle muchas vueltas al asunto, decidí escribirle una carta a Frederick donde le expresaba todos mis sentimientos. Le explicaba a su vez que no supe en qué momento cambiaron las cosas, pero, que ahora lo veía como más que un amigo y que esperaba que mis sentimientos fuesen correspondidos de igual manera. De no ser así, esperaba que al menos pudiésemos mantener nuestra amistad.
Al día siguiente, Frederick llego desde temprano a casa, me dije a mí misma que era momento de llenarme de valor y entregarle la carta, pero Frederick cambió mis planes drásticamente. Al llegar a la casa, me tomo de la mano y me dijo apresuradamente que necesitaba hablar conmigo urgente y salimos corriendo.
Mi corazón palpitaba a mil por hora, las preguntas en mi mente surgieron como una lluvia repentina
—¿Quiere hablar conmigo? ¿Qué quiere hablar conmigo? ¿Por qué está sujetando tan fuerte mi mano? ¿Me habré ruborizado? ¿Se habrá dado cuenta de mis sentimientos?— En cuestión de segundos en mi mente sonaban canciones y brotaban corazones.
De pronto, llegamos al parque, algo agitados y cansados por la carrera. Antes de que pudiera decirle nada, Frederick se incorporó, me abrazo y se echó a llorar en mis bazos.
—¿Qué sucede Frederick, cuál es el problema?—Alcance a preguntarle ante la conmoción que me causo aquel encuentro.
—Solo déjame abrazarte un poco—Dijo Frederick mientras me abrazaba.
Nos mantuvimos abrazados y en silencio por lo que fue para mí una eternidad, sentir la cercanía de sus brazos alrededor de mi cuerpo, el ritmo de su respiración, el roce de su cabello contra mi cara y los latidos de su corazón fue una experiencia fuera de este mundo.
—Me iré Fabiola—Dijo Frederick mientras encendía un cigarro.—Mi padre ha conseguido un empleo en Alemania y partiremos la próxima semana.
No sé si quedé más conmocionada por las palabras de Frederick o por el hecho de que haya encendido un cigarro. Me quedé helada, no supe qué decirle, solo le pedí que me explicará todo.
Me comento que por eso no había podido venir a verme estos últimos dos días, estaban en la embajada solucionando los detalles de su traslado y haciendo trámites legales. Ya estaba casi todo prácticamente listo, aprovecharían que estábamos de vacaciones y así no tendría que abandonar sus estudios a mitad del curso, y justo las clases allá comenzarían en dos semanas, así que iban a contra reloj haciendo todo lo necesario.
—Va a ser muy difícil Fabiola, necesito tu ayuda.—Dijo mientras me tomaba de las manos y me miraba a los ojos.
Los días fueron pasando rápidamente, y al despertar un día, ya era momento de acompañar a Frederick al aeropuerto y despedirnos. Antes de salir de casa, recordé aquella carta que había escrito y la tome con firmeza en mis manos mientras me escurría las lágrimas que iban brotando solas de mis ojos.
En el aeropuerto abrace a Frederick una última vez y le entregue la carta.
—Esta carta es muy importante, me gustaría que la leyeras cuando estés en el avión. —Dije mientras lo veía a los ojos, ocultando las ganas de llorar.
Él me miro con una sonrisa cómplice y dijo que también tenía algo para mí, pero que lo recibiría cuando ya estuviera de vuelta en casa.
Lo vi cruzar las puertas esperando que se volviera y me dijera que todo era mentira, pero la vida a veces suele darnos golpes que nos sacuden de nuestros cimientos para que despertemos y veamos la realidad, así como fue aquella tarde.
Una tarde que nunca olvidaré.
Al llegar a casa, encontré un sobre encima de mi cama, al lado de una caja de regalo y en la tarjeta se leía “Con cariño, Frederick.”
English Version
The first love letter I wrote was to my best friend.
It was in the summer of 2014, we were two naive young people, eager to eat the world, with many dreams and projects ahead.
I remember that in the evenings he always came to my house, talked to my parents for a while and then we went out to the park to talk and play for hours, until the night enveloped us and we had to separate and go home.
I don't know when it happened, but we grew up and stopped being two naive young people, and new feelings arose within me that replaced that brotherhood I had with Frederick.
When we went for a walk, or simply talked about life and our dreams, I couldn't stop imagining a life with him. I imagined walking by his side, fulfilling our dreams together.
Every time the evening fell, I looked forward to hearing the doorbell, because I knew it was time to see each other. It had become our special kind of ritual.
I knew something had changed when, as the evening approached and I didn't see him crossing the garden to my window, I began to sigh and miss him. That afternoon I blushed, when I realized my feelings. I wondered if what I was feeling was what they called love.
It was just as they described in romantic movies, just as my friends used to say they felt when they dreamed of their blue prince, and even as I had read so many times in my love books. I never thought such a feeling would come to my life so quickly.
It had been two days and I still didn't know anything about Frederick. I thought about writing to him, but in my current situation, with so many feelings on the surface, the mere act of imagining writing to him caused butterflies in my stomach and filled me with nerves.
So after thinking about it a lot, I decided to write a letter to Frederick expressing all my feelings. I explained to him in turn that I didn't know when things changed, but that now I saw him as more than a friend and that I hoped my feelings would be reciprocated in the same way. If not, I hoped we could at least maintain our friendship.
The next day, Frederick arrived early at home, I told myself that it was time to take courage and give him the letter, but Frederick drastically changed my plans. When he arrived at the house, he took me by the hand and told me hurriedly that he needed to talk to me urgently and we ran out.
My heart was beating a thousand times an hour, the questions in my mind arose like a sudden rain
—Does he want to talk to me? What does he want to talk to me about? Why is he holding my hand so tight? Will I have blushed? Has he noticed my feelings?— In a matter of seconds, songs were sounding in my mind and hearts were sprouting.
Suddenly we arrived at the park, something agitated and tired by the race. Before I could say anything, Frederick got up, hugged me and started crying in my arms.
—What's wrong Frederick, what's the problem? —I managed to ask him before the shock caused by that encounter.
—Just let me hug you a little— Frederick said while hugging me.
We stayed hugged and silent for what was for me an eternity, feeling the closeness of his arms around my body, the rhythm of his breathing, the touch of his hair against my face and the beating of his heart was an out of this world experience.
—I'll go Fabiola —Frederick said while lighting a cigarette. —My father has found a job in Germany and we will leave next week.
I don't know if I was more shocked by Frederick's words or by the fact that he lit a cigarette. I was frozen, I didn't know what to say to him, I only asked him to explain everything to me.
He told me that that was why he hadn't been able to come and see me these last two days, they were at the embassy solving the details of their move and doing legal paperwork. Everything was almost ready, they would take advantage of the fact that we were on vacation and thus he wouldn't have to abandon his studies in the middle of the course, and just the classes there would start in two weeks, so they were going against the clock doing everything necessary.
—It's going to be very difficult Fabiola, I need your help. —He said while taking my hands and looking me in the eyes.
The days passed by quickly, and one day, when I woke up, it was time to go to the airport with Frederick and say goodbye. Before leaving the house, I remembered the letter I had written and I took it firmly in my hands while the tears that were welling up in my eyes ran down my cheeks.
At the airport, I hugged Frederick one last time and gave him the letter.
—This letter is very important, I would like you to read it when you are on the plane.—I said while looking him in the eyes, hiding the desire to cry.
He looked at me with a complicitous smile and said that he also had something for me, but that I would receive it when I was back home.
I saw him cross the doors hoping that he would turn around and tell me that it was all a lie, but life sometimes gives us blows that shake us from our foundations so that we wake up and see reality, as it was that afternoon.
An afternoon that I will never forget.
When I got home, I found an envelope on my bed, next to a gift box and on the card it said "With love, Frederick."
Translated and formatted with Hive Translator by @noakmilo.
Continuamos con el reto literario de escritura creativa. (4/15)
Buen relato. Quedé intrigado con el contenido del regalo. Algo me dice que en el futuro volverán a encontrarse y, tal vez, intenten ir más allá de una amistad. Saludos, @arzkyu97.
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De esos primeros amores fugaces que no se olvidan. Tu relato es muy emotivo. Un abrazo.