No recuerdo como comenzó todo. Mi mundo siempre estaba cubierto de comentarios despectivos camuflajeados con humor para cuidar las apariencias. A pesar de ser el mayor, mi madre veía en mi la molestia del cambio que dio su vida con mi llegada no planeada.
En cambio, mi hermano, que llegó unos 2 años después, representaba la esperanza de una nueva vida cuando había perdido toda esperanza de mejora. Por supuesto que mi padre y el de él no eran los mismos. El mio a penas se enteró del embarazo desapareció por completo, no había un alma que lo ubicara, así que mi madre se vio sola en un pueblo lleno de prejuicios a los pecados, por lo que decidió hacer sus maletas e ir a la ciudad. Con mucho trabajo, consiguió un trabajo de enfermera y al año de mi nacimiento se enamoró de un doctor que se casó con ella a pesar de tenerme.
Él no era malo, y creo que a su modo me quería. Pero hacia como si el desdén de mi madre por mi no existiera. Nunca nos trato diferente a mi hermano y a mi, pero había pequeños detalles en su trato que me dolían tanto como si hubiesen sido insultos.
Ya con 16 años cumplidos, era un ratón de biblioteca temeroso de romper cualquier regla que mi madre me impusiera. En cambio, mi hermano era el típico adolescente mimado que le permitían cualquier cosa, por lo que era un bravucón con los chicos débiles del colegio y cuando llegaban las notas del director le creían sus excusas. Incluso un par de veces me culpo por su comportamiento, pero creo que se asustó con los castigos que me impuso mi madre así que dejó de hacerlo.
La noche en cuestión, mi madre estaba particularmente ebria. Mi padrastro no estaba en casa por un congreso así que le dio rienda suelta a su vicioso codo. Desde que tengo 11 años tenía empleo. No quería que mi madre tuviese alguna excusa para llamarme inútil y una carga, y como tampoco me daban una mesada a pesar de que a mi hermano le daban el doble de lo que recibían mis compañeros de clase, decidí repartir periódicos en las mañanas antes de la escuela con mi bicicleta (único regalo que mi madre le ha permitido a mi padrastro darme). Al cumplir 15 decidí complementar mis ingresos con un empleo en un restaurante de comida rápida por si necesitaba dinero para pagar mi universidad.
Aún recuerdo que al abrir la puerta luego de un turno particularmente pesado ser recibido con una serie de insultos gritados desde la cocina. Si hubiese estado en mis cinco sentido probablemente hubiese subido directo a mi habitación, pero estaba tan cansado y harto por todo lo que había soportado que caminé decidido hasta donde provenía los gritos de mi madre. Nunca la llame mamá o mami.
Entre en la cocina decidido aunque no sabia a que. Tenia un vaso corto lleno de whisky sin hielo mientras miraba al vacío de espaldas a mi. Luego de unos segundos que me parecieron eternos, se volvió a verme con un odio en los ojos tan grande que me sorprendió. Siempre me miraba con desprecio pero esta vez sentí que si hubiese tenido un arma en la mano, me hubiese disparado en ese instante.
-Eres la viva imagen de tu padre. -Me dijo con una voz que no dejaba lugar a duda alguna a que ese recuerdo no era placentero. -Eres tal cual era él a esa edad. Yo vivía para él y cuando por fin estuvimos juntos, mi mundo cayó en desgracia. ¿Por qué tuviste que llegar cuando era tan infeliz? ¿Por qué tienes qué parecerte a él?.
Sé que habló por lo que me parecieron horas pero prefiero no acordarme. Escuché y escuché cada una de las razones por las que mi madre me odiaba y, en cada una de ellas, mi mente solo pensaba en que todas habían ocurrido antes de nacer. No hice ninguna de ellas por mis propias manos.
Cansado y ya con certeza absoluta de que sin importar que tan bien me iba en la vida, que tanto trabajaba o que tan buenas notas sacaba, mi madre jamás me miraría como miraba a mi hermano.
Así que enderecé la espalda y con voz muy clara le dije:
-Nací de ti. Tu me trajiste al mundo. Y tu escogiste a mi padre. -Me dí media vuelta y subí a mi habitación para tomar solo las cosas que había pagado por mi mismo.
Baje las escaleras y subí a mi bicicleta sin mirar atrás. No se como hice pero conseguir valerme por mi mismo, terminar la secundaria e ingresar a la universidad en otro país. Han pasado unos 25 años y aún pienso en mi madre cada vez que miro esas flores amarillas tan particulares.
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muy bello este trabajo. éxitos.
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