Gente buena de Hive: Dejo los poemas por el momento para volver a los minicuentos.
Espero que este sea de su agrado.
Nadie sabe, a ciencia cierta, cómo hallará la muerte. Y aunque todos pensamos en eso con frecuencia, y con el miedo natural de saber que no se estará, nunca hay manera de imaginar el momento, la circunstancia, el cese de nuestra respiración, el oscurecimiento final.
Rashel sabe perfectamente esto, tal vez no de un modo consciente, pero sí lo sabe. Lleva dos años saboreando el amargo espesor de su cáncer de seno. Sin embargo, nada le ha hecho cambiar de parecer, en cuanto a reírse todos los días con esa risa rítmica y como calladita que tiene.
Intuye que le quedan pocos días de vida, a lo mejor horas. Su malestar es como una enorme bolsa plástica que le imposibilita moverse y ver lo que hay afuera. Rashel se sirve otro trago de sangría, que no está helada como a ella le gusta, pero, así y todo, el sabor dulce le alivia esa melancolía que le prensa el cuerpo.
Lo que no sabe es que esa sensación, esa intuición de muerte, esta vez ha fallado. Piensa que morirá en un par de horas, pero todavía estará un rato más por acá.
En su hoy, lidia con la muerte como puede. Quiere apurar otro vaso de sangría. A lo mejor será algo para contar a los nietos, que los va a tener. Pero esta noche se cree muerta.
Nadie sabe, a ciencia cierta, cómo hallará la muerte.
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