Un apretón de manos puede conectar más a dos personas que una larga conversación. La señora Luisa piensa en las manos de su esposo, Sandoval. En aquel apretón con la muchacha hay un largo y bonito rosario de recuerdos.
Mayerling también se siente muy bien con ese apretón de manos. Ambas se sonríen y aunque nunca antes se habían visto, la larga cola para entrar al mercado las ha puesto a conversar.
La señora Luisa vuelve a recordar lo suave y magníficas que eran las manos de su amado marido.
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