Recostado sobre mi cama mirando hacia el techo, con las manos detrás de mi cabeza divagando sobre trivialidades de un día terminado.
¿Era tarde ya?.
No lo sabia pues no había visto el reloj hacía horas y había perdido la noción del tiempo.
Un repentino estruendo proveniente de fuera de la casa estremeció todo. Una explosión muy fuerte y cercana o algo similar.
Solo recuerdo levantarme rápidamente de mi cama como si hubiese recibido un puntapié en la espalda y sin pensar en más me dirigí a la puerta de salida de mi habitación, estaba oscuro aún y no había electricidad tal vez debido a la misma 'explosión' pero sentí que estaba por amanecer y noté un viento frio que soplaba en un corto pasillo que, de recorrer hacia la derecha, me llevaría a la sala principal de la casa.
Al mismo instante de cruzar la puerta y poner un pie en el pasillo sentí una persona aferrándose a mi brazo izquierdo.
Es Yoha, mi hermana, pensé. (pues vivíamos ambos en aquella casa y su habitación estaba justo a mi izquierda).
Me susurró algo al oído más no le entendí y noté que estaba asustada. Sin mirarla me dirigí a la sala principal para buscar la salida a la calle la cual encontré sin problemas pues, pese a la oscuridad, conocía bien aquella casa y mi intención era salir de allí lo antes posible por nuestra seguridad.
Al abrir la puerta para salir sentí las manos temerosas de mi hermana aferrándose con más fuerza de mi brazo y mirando hacia afuera pude ver algo muy extraño, sin explicación, pero lo estaba viendo.
Mi vecindario, la calle del frente e incluso la fachada de mi casa estaban en ruinas. Producto de aquel ruido que nos perturbó y más extraño era que todo estaba bañado de un color rojo. Como si de un antiguo cuarto de fotografía se tratase.
Vi que esta luz iluminaba todo sin mucha intensidad y quede paralizado de pánico por no saber que ocurría.
Tomé la mano de mi hermana y me dispuse a salir pero no pude moverme y noté que ella si pudo moverse con mayor facilidad hacia adelante, caminó unos pasos sin soltar mi mano y vi su silueta frente a mi bañada de aquella luz roja. Estaba con su ropa de cama de siempre. Parecida a un vestido con falda.
Caminamos lentamente entre los escombros de una calle destruida. Ella iba delante de mí sin soltar mi mano y por alguna razón sentí que veía un sendero que yo no percibía pues en algunos momentos creí notar que pisaba firmemente en un lugar donde no era tan fácil poner un pie, debido a las rocas sueltas, pedazos de otras cosas y desniveles del terreno destrozado, pero me dejé llevar confiando en ella. Me encontraba totalmente desubicado porque no entendía como el lugar que siempre había conocido, ese vecindario, esa calle en la que jugaba desde mi infancia estaba destruida y más me desconcertaba aquella luz roja que sin ninguna fuente aparente bañaba todo.
Miraba de un lado a otro intentando ver otras personas o algo que quedara en pie, pero nada más que ruinas rojas de casas que desde siempre conocía.
Admiré la determinación de mi hermana que siguió con paso firme delante de mí, guiándome a lo largo de lo que estimé una larga caminata por aquel sendero irreconocible para mí y sin tropezar ni una vez. Sus pies parecían encajar perfectamente entre los filosos escombros como si no estuvieran, o al menos eso podía distinguir debido a la poca iluminación.
Su serenidad superaba en mucho mi casi desesperación. Ella hablaba suavemente algunas palabras como para calmarse a sí misma al caminar y si esas palabras eran dirigidas a mí, mi estado de impresión no me permitió escucharlas con nitidez.
Me pareció que tenía una clara idea de a donde se dirigía y yo como un niño la seguí de la mano.
En algún momento di un mal paso y tropecé e intenté asirme de un trozo de pares vertical que estaba al alcance de mi mano derecha, pero al instante recuperé el equilibrio y me incorporé. No sin antes notar que aún recuperando mi equilibrio debí haber tocado aquella roja pared, y no lo sentí. Como si fuese etérea o mi mano la atravesase sin ninguna resistencia.
Debió ser mi imaginación, pensé.
Observando mi mano me vi tentado a tocar aquella pared, pero seguí adelante tomado de la mano de mi hermana y confiando en ella sin dejar de ver a mi alrededor, asombrado de tal caos rojizo.
Todo es turbio, no hay árboles, no hay sol, no hay más personas...
¿Qué pasa?
¿Qué sucedió en este lugar?
¿Qué fue aquel estruendo que nos sacó de la cama momentos antes?
¿Por qué todo está destruido?
¿Por qué no hay más personas?
¿Es esto el fin del mundo?
¿Por qué todo está rojo?...
Quise gritar por auxilio, por alguien que nos ayudara, pero mi instinto me dictó que permaneciera en silencio. Era más seguro así.
El tiempo se hizo largo.
Cada paso dado era una eternidad y un remolino de pensamientos me enloquecía. De pronto otra voz me sacó de mi inmersión.
Una voz conocida.
Alguien nos hablaba desde una corta distancia, pero no pude reconocer desde donde, hasta que nuevamente habló dirigiéndonos un saludo.
Mi corazón dio un salto.
Si hay otros, pensé.
Escuché sus pasos acercándose, miré en su dirección y lentamente se formó a pocos metros de nosotros una figura masculina, rojiza, de la misma altura que mi hermana y en la cual no logré distinguir facciones detalladas.
Abracé a mi hermana para protegerla, ella permaneció en calma y no titubeó al oírlo ni verlo e intuí que ella si le reconoció.
Hablando nuevamente esta persona nos invita a seguirle y ella lo hizo sin soltar mi mano.
Yo, sin embargo, permanecí dudoso y en alerta pues todo aquello era un horror que no me dejaba pensar claramente. más, confiaba en Yoha y seguí sus pasos.
Guiados por aquel sujeto en medio de aquel caos entramos a un espacio que me pareció un círculo amplio hecho con paredes a medio terminar o también destruido, totalmente desordenado por lo poco que observé, casi totalmente a oscuras pero aún con una muy tenue y también roja iluminación.
Había la forma de una mesa en su centro y escuché a Yoha arrastrar una silla para sentarse y esto produjo un eco, por lo cual deduje que era un salón amplio.
El sujeto se alejó hacia el lado derecho de aquel penumbroso círculo lo suficiente como para perderse en la oscuridad y Yoha puso la mano que me sujetaba sobre el respaldo de otra silla, la imité y tomé asiento a su lado izquierdo.
Observaba todo con cautela pues no entendía nada aún y oí los pasos del sujeto que volvía hacia nosotros. Le escuché colocar algo pesado sobre el borde derecho de la mesa que estaba en casi total oscuridad. No supe lo que era y noté que se sentó en otra silla a cierta distancia a la derecha.
Mi pánico volvió de golpe a imaginar que estaba, de alguna manera que no vi, obligándonos a seguirle.
¿Estaba amenazando a Yoha?
Quise incorporarme para enfrentarlo más ella me detuvo suavemente. Ella estaba en calma así que mantuve mi puesto.
Necesitaba una respuesta o idea de lo que estaba ocurriendo en aquel lugar e hice lo que pude para mantener la calma.
Yoha en este momento solo callaba.
Un silencio helado se hizo, podía cortarse con un cuchillo, tenso.
Antes de que alguno de los tres emitiese algún sonido escuchamos voces que entraban por la parte posterior de aquel salón, más allá del borde de la mesa a cierta distancia. Varias personas hablando entre si se situaron al rededor de aquella ruina de mesa que quedaba y algunas noté que tomaban sillas y se sentaban.
Unos pasos se dirigieron hacia Yoha y hacia mí, con una vos totalmente reconocible, aunque trémula, pronunció mi nombre y vi su rostro rojizo al acercarse lo suficiente a mí.
— Erik. dijo.
— Auri, respondí.
Mi amiga de infancia. ¿Cómo no reconocerla?
Tuve un momento de felicidad al sentir que ella estaba en ese sitio y estábamos acompañados de más personas aunque aun si saber lo que pasaba.
Auri me abrazó, Temblaba, como si hubiera pasado mucho tiempo sin verme, fue un abrazo fuerte lleno de angustia y sentí que estaba en parte tan feliz como yo. La abracé fuertemente para calmarla y sentí sus Lágrimas en mi hombro acompañadas de sollozos. Me abrazó más fuerte.
En ese instante lo comprendí.
Fue como la caída de un rayo.
Conozco el salón de casa de mis padres, conozco a estas personas, conozco esa calle muy bien, conozco aquel sendero que mi hermana siguió para guiarme, conozco l mi padre que nos guio hasta esa mesa, conozco a Yoha y a Auri completamente.
Entendí el silencio de Yoha y de mi padre.
Entendí que pasaba, pero no entendí el por qué.
Conocía algunas cosas y otras no de las que veía, aunque todo estaba revuelto en mi cerebro mi conciencia me guiaba aún con un poco de lucidez.
Mi mente había creado aquel escenario con lo poco que quedaba. Como un rompecabezas incompleto, y de manera desordenada para al menos comprender mi nuevo entorno y decidió a que darle forma clara y a que no. Como aferrándose a un recuerdo de una realidad que ya no era, defendiéndose con todos los recursos de que disponía ante algo que no quería aceptar, que rechazaba.
Yoha era real, Auri era real, mi familia era real, esa mesa era real y conocía esto muy bien.
Un borroso recuerdo llegó.
Hacía muy poco tiempo atrás había quedado totalmente ciego.
Aún no recuerdo el por qué.
Solo sé que al sentir las lágrimas de Auri en mi hombro entendí que todo lo demás era una idea, una creación.
Ahora todo era totalmente oscuro, no rojo.
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