Érase una vez, en la casa de algún ser humano, una madriguera habitada por cientos de ratones que reinaba una hermosa rata blanca.
La coronada, los guió con sabiduría para hacer del lugar más que una llana ratonera.
Tras años de esfuerzo para civilizar el lugar, fue nombrada al fin como Ciudad Queso.
Todos vivían felices allí; los ratones pardos con los grises y otras especies, conciliaban su convivencia en paz, armonía y prosperidad, trabajando día a día importando el mejor de los quesos para comerciar y poder llevarse al final de la jornada, una buena porción para disfrutar en familia.
Con alegría implantaron un ambiente cálido, acogedor. A leguas podía un ratón percibir el olor a queso que penetraba en el aire, o podían jugar los ratones mas chicos junto con los padres despreocupados, o simplemente vivir la vida «ratonesca» sin inquietud alguna, en otras palabras...
Los días se convirtieron en meses y estos, en años al pasar el tiempo, de manera que se mantenía solida la plenitud en ciudad queso. Parecía que todo se conservara igual a pesar de todo. ¿Me entienden?.
Pero eso cambió, un particular día..
Una mañana para ser mas exacto;
El sol se colaba por unas rendijas de las humildes casitas anunciando la mañana, los roedores habituados, se levantaron para desayunar e irse a trabajar, pero algo inesperado pasó. La comida de sus casas, junto con otras cosas habían desaparecido.
Esto creó indignación, así como quejas con la Reina quien se preguntaba como pudo haber pasado algo así, de forma que envió a sus pesquisas a vigilar los alrededores de la ciudad en turnos diferentes pero, de alguna manera, al pasar los días, seguían extraviándose las cosas de los ciudadanos.
La incertidumbre abarcó las bellas características intrínsecas de ciudad queso de modo que paulatinamente, todos fueron abrigando cierto temor y reservándose de recrearse fuera de sus casas, involucionando su hermosa rutina a sólo trabajar y dormir, infelices ahora, preocupados, tristes.
Una noche, un vigilante cumplía su ronda cerca del parque Cheddar y atisbó una cola que reptaba con velocidad desapareciendo por la callejuela lateral del callejón opuesto al que se encontraba el pesquisa.
Debido a que se encontraba solo, no debía proceder, así que hizo correr la voz para que los demás estuviesen alerta de lo avistado, pero no hubo otra novedad luego.
Los días pasaban y las quejas aumentaban, así como un aluvión de rumores sobre que un bandido aprovechaba la oscuridad para hacer sus fechorías, paseándose por las noches de Ciudad Queso.
La reina decidió recorrer la ciudad en busca de respuestas y por el contrario se consiguieron con otra incógnita; hallaron un ratón tirado cerca de la torre Mozzarela, con un golpe grave en su costado. En seguida lo auxiliaron para que se mejorara y declarara sobre lo que le sucedió...
—Era muy grande hasta donde la oscuridad de la noche me permitió ver, intenté sorprenderlo pero solo conseguí ser atacado con su cola, la cual era mas grande de lo común y muy pesada. Dejó en claro que no andaba con rodeos —dijo el ratón con dificultad, dolorido, en un leve despliegue de humor.
—Lo entiendo, —sonrió la reina levemente—. Lo sentimos mucho, fuiste muy valiente, lo agradecemos de corazón. Seguiremos trabajando para encontrar a ése bandido. —Aseguró la lider obsequiándole un reconocimiento.
—Gracias, majestad, es un honor. De seguro que ese bandido pagará las consecuencias de sus actos, lo prometo.
—Acepto su promesa. —afirmó la rata blanca con fidelidad—. Pero ahora descansa, debes estar con tu familia.
La reina consternada, luego de despedirse del valiente ratón, lo encargó a dos de sus mejores guardianes y lo traspuso, iría entonces a su trono a pensar... En realidad estaba triste, pues quizá no merecía el puesto que sus padres le privilegiaron. —Sintió.
Ciudad Queso pasaba por una situación que nunca habría de pasar, pero pasaba. El maléfico ratón infundió el temor por casi todos lados de la civilizada madriguera.
La gran mayoría de los habitantes vivían frustrados pues no se sabia que pudiese pasar con sus familias estando ese ratero suelto.
El ratón rabón fue como apodaron al vil personaje que suspendió la tranquilidad de todos y a quien todos le temían, y se aprovechaba de el miedo para efectuar sus fechorías. El infame ratón era muy habilidoso y confiaba en que nunca seria descubierto ni que nadie tendría el valor de delatarlo mucho menos arriesgarse a probar su furia, su fuerza singular, o si quiera tenerlo de enemigo.
Pero no reparó en que la víctima inicial de su particular cola, tenía el suficiente coraje como para reunir fuerzas y enfrentarlo, dedicándose a aprender lo necesario para defenderse y defender de paso a todos los habitantes de Ciudad Queso.
Pasó cierto tiempo en aprender, pero entonces tendría lo necesario para enfrentarlo y honrar con orgullo el reconocimiento que la reina le obsequió aquella vez.
Mientras tanto el ratón rabón seguía haciendo de las suyas, robando y atemorizando familias. Dejando a las víctimas entre la espada y la pared. Todo se hacia más común; la soledad de las callejuelas, el pavor de los ciudadanos, la cohibición, la penumbra, la incertidumbre, todo... Y aún nadie lograba encontrar una salida a ese problema.
El descarado rabón, ya hubo llegado al límite de dar la cara y pavonearse por los días, mirando de reojo a todos. Los guardianes quedaron atónitos. Prosiguieron a detenerlo pero el ratón rabón hizo uso de su cola fatal, despidiéndolos por las casas de allí; en la vereda de Quesos Parmesanos.
La unidad especial le arrojó una red encima para neutralizarlo pero la esquivó... Los demás guardianes estaban indecisos en espera ya posicionados para atacar... Y el ratón rabón miraba a todos con belicosidad. Hasta que un irrisorio triangulo de queso golpeó su espalda.
Era Mark —el ratón que el bandido supuso aún gravemente herido—, quien le lanzó el pedacito de queso.
Enseguida el Ratón Rabón se aproximó veloz hacia Mark, y luego que Mark lo esquivara, intentó amagar con su rabo para desorientarlo y golpearlo, pero quedó estupefacto al ver con sus propios ojos que eludió todos sus ataques. Luego, Mark aprovechó y corrió con furia hacia el ratón rabón y apunto de encararlo se desvío haciendo que su oponente se confundiera. Después lo tenia, confundido, y enojado. Las características que necesitaba para que su trampa saliera como lo esperaba.
El bandido se abalanzó cegado de ira sobre Mark el pequeño ratón, y este sólo dió un paso para que Rabón resbalara, deslizándose hasta caer en la Fuente de Queso Derretido, haciendo señas a la unidad especial para que lo apresaran. Y efectiva y llanamente así pasó. Todos quedaron boquiabiertos, y celebraron a lo grande la inteligencia de aquel valiente ratón.
MORALEJA: Lo mucho o lo poco termina siendo relativo.
Siempre hay alguien más fuerte que una persona en particular, y otra mas que esta otra, y así...
Y aunque en gran parte, suele suceder mas tarde que temprano, la justicia siempre reina ante un injusto.
NOTA: Incitemos a la defensa, no a la violencia, pues aunque no queramos siempre habrá violencia, lamentablemente.
Disculpen mi ausencia estos días, se debe a que se me presento una oportunidad de emigrar y pues, he decidido aventurarme! Saludos!, se les quiere.
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