Hispaliterario 36/ La escalera de la despedida / The farewell staircase

in Literatos4 months ago

La vieja casona crujía bajo el peso de los años, como si sus maderas lamentaran el paso del tiempo. En la puerta lateral, una escalera de madera desgastada por el uso, ascendía en espiral hacia el segundo piso, invitando a un viaje a través de las memorias y los secretos que allí se albergaban.

Ese día, en el peldaño medio, junto a una ventana que se abría al cielo vespertino, se encontró don Emeterio, un hombre curtido por el sol y la tierra llanera, con un dolor en el pecho. Se acomodó sin poder subir ni bajar. Viendo que su cuerpo no le respondía, estiró su mano izquierda y quitó de su sombrero una pluma, perteneciente al gabán de su papá, que dice la historia, es una herencia de sus ancestros.

La pluma, de un color grisáceo y textura áspera, era más que un simple objeto; era un símbolo de sabiduría y un enlace con el pasado. Don Emeterio la observaba con atención, como si buscara descifrar los secretos que guardaba en sus fibras. De repente, su mente se nubló y vio a sus nietos correr, a sus hijos llegar y abrazarlo.

Sorprendido, don Emeterio sintió una oleada de energía recorrer su cuerpo. Miraba a su alrededor sin entender. Las imágenes eran muy claras, estaba él en el corral y se acercó a la casa porque llegó su familia. Estupefacto miró como iba subiendo la escalera, la cual emitía una luz tenue que iluminaba el momento. En ese instante, la vieja casona pareció cobrar vida, sus paredes susurraban historias y sus rincones se llenaban de imágenes del pasado.

Don Emeterio, cautivado por la magia del momento, ascendió por la escalera. Cada peldaño lo transportaba a una época diferente de su vida. En cada escalón recordaba un encuentro con un personaje de su historia personal o un acontecimiento histórico que había marcado su peregrinar.

Vio a su abuelo tostando café junto a su abuela, corrió al lado de sus hermanos desde el potrero al río, repasó la noche que su papá murió y lloró al mirar el nacimiento de sus hijos y nietos. Cada escalón era una parte de su vida.

Al llegar al último peldaño, la pluma resplandeció con fuerza, revelando una figura majestuosa al final de la escalera. Era un rostro conocido. Don Emeterio se acercó, le entregó la pluma, miró hacia abajo y se despidió al abandonar la escalera. Su rostro se vistió de una gran sonrisa y su alma fue cobijada por una paz y una sensación de gratitud. La escalera, testigo silencioso de este encuentro mágico, continuó ascendiendo hacia el cielo, como un puente que conectaba el pasado con el presente.

Días después consiguieron a don Emeterio sentado en la escalera. Al verlo, nadie podía creer que llevara tanto tiempo muerto.

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The farewell staircase

The old house creaked under the weight of the years, as if its timbers were lamenting the passage of time. At the side door, a wooden staircase, worn by use, spiraled upward to the second floor, inviting a journey through the memories and secrets that were housed there.

That day, on the middle step, next to a window that opened to the evening sky, Don Emeterio, a man tanned by the sun and the land of the plains, found himself with a pain in his chest. He made himself comfortable without being able to go up or down. Seeing that his body did not respond, he stretched out his left hand and removed a feather from his hat, belonging to his father's coat, which, as the story goes, is an inheritance from his ancestors.

The feather, of a grayish color and rough texture, was more than a simple object; it was a symbol of wisdom and a link to the past. Don Emeterio watched it closely, as if seeking to decipher the secrets it held within its fibers. Suddenly, his mind blurred and he saw his grandchildren running, his children coming and embracing him.

Surprised, don Emeterio felt a surge of energy run through his body. He looked around without understanding. The images were very clear, he was in the corral and he approached the house because his family had arrived. Stupefied, he watched as he climbed the stairs, which emitted a dim light that illuminated the moment. In that instant, the old house seemed to come to life, its walls whispered stories and its corners were filled with images of the past.

Don Emeterio, captivated by the magic of the moment, ascended the staircase. Each step transported him to a different time in his life. On each step he remembered an encounter with a character from his personal history or a historical event that had marked his pilgrimage.

He saw his grandfather roasting coffee with his grandmother, he ran alongside his brothers from the pasture to the river, he reviewed the night his father died and wept as he watched the birth of his children and grandchildren. Each step was a part of her life.

As she reached the last rung, the feather shimmered brightly, revealing a majestic figure at the bottom of the ladder. It was a familiar face. Don Emeterio approached, handed him the feather, looked down and said goodbye as he left the staircase. His face wore a big smile and his soul was sheltered by a peace and a sense of gratitude. The staircase, silent witness of this magical encounter, continued ascending towards the sky, like a bridge connecting the past with the present.

A few days later they found don Emeterio sitting on the staircase. Upon seeing him, no one could believe that he had been dead for so long.




CRÉDITOS
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Muy buena la historia, trata un tema tan común como lo muerte a la que muchos temen de una manera bastante compasiva.

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Un modo muy creativo de plantear la relación con la escalera, que actúa casi como una máquina del tiempo. Saludos, @franvenezuela.

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Hondo relato del ascenso del alma luego de la muerte. Esta llena de magia, bellamente escrito.

¡Muchas gracias por sus palabras!