Un poeta en el museo

in Literatos2 years ago

Saludos, respetados seguidores de mi blog.

El par de poemas que traigo en esta oportunidad son recuerdos de vivencias propias atesoradas y moldeadas por el tiempo y el reposo que les he dado. Se convirtieron en poemas (aunque su forma original era narrativa) y las hermané a un par de hermosas obras de arte, piezas invaluables de la cultura de la Humanidad que ustedes ya habrán reconocido: Adán y Eva expulsados del paraíso (1427), de Masaccio ; y Pequeña bailarina de catorce años (1879-1881), de Edgar Degas.

De estas obras pictóricas también he tomado, con todo respeto, sus nombres, para homenajearlas.

Adán y Eva.jpg
Foto propia hecha a mi ejemplar de Enciclopedia Larousse del Estudiante. Historia del arte (2000)

Adán y Eva expulsados del paraíso

Me desperté una madrugada. Así como lo estoy diciendo. Solo me desperté y sentí que el sueño me había abandonado.

Alfredo y yo acordamos que esa noche dormiríamos en su casa. Él tiene un sueño muy ligero y se despierta con cualquier cosa, así que un movimiento mío en la cama le haría abrir los ojos enseguida. Me giré con cuidado y me di cuenta de que su lado de la cama estaba desocupado.

Mi novio estaba de pie junto a la ventana. Las cortinas caían siguiendo la atmósfera sin brisa de la habitación. Alfredo sujetaba suavemente una de ella para poder tener una vista del exterior. Se le veía preocupado y lloroso. En el año y medio que llevamos saliendo, he aprendido que cuando está en ese estado, es mejor dejarlo tranquilo y no asfixiarlo con preguntas que no harán más que alejarlo e irritarlo.

Justo cuando me iba a girar para intentar seguir durmiendo me percaté de la forma en la que estaba parado.

El pie derecho estaba apoyado totalmente sobre el suelo, el otro pie estaba levemente inclinado hacia adelante y haciendo equilibrio en la última zona de los metatarsos como punto de apoyo. La cadera apoyada en la pared y en posición cuadrada en relación a mi punto de vista…

El pene, casi erecto, parecía flotar en la oscuridad del vello de su zona íntima y sugería vulnerabilidad.

Hasta ahí llega la similitud con el fresco de Masaccio. Su brazo izquierdo reposa sobre el alféizar de la ventana y su mano derecha abre la cortina de encajes para poder ver mejor el exterior. La parte superior de su cuerpo no guarda similitud con esa obra.

No sé cuánto tiempo pasé sentada en la cama viendo a Alfredo, solo sé que cuando él soltó la cortina y miró hacia adentro, entornó los ojos y me preguntó que qué me pasaba. Me tomó un rato volver al espacio en el que estábamos.

A Alfredo no le gusta que lo miren fijamente por lo que me imaginé que estaría molesto o fastidiado. Cuando volví en mí misma le dije que recién me había despertado y que necesitaba ir al baño. Cuando regresé al cuarto, Alfredo estaba dormido de nuevo. Me gustó la posición que había adoptado para acostarse. Ahora no sé con qué obra de arte compararlo.

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Foto propia (editada en Power Point) hecha a mi ejemplar de Enciclopedia Larousse del Estudiante. Historia del arte (2000)

Pequeña bailarina de catorce años

El cisne es negro únicamente en el tercer acto. Los cisnes negros representan eventos indeseables que son difíciles de predecir.

Un tiro caído en la blusa. Un accidente causado por una inclinación excesiva del hombro y ayudado por el sudor de una sesión de baile.

Una prostituta, un mono… son juicios emitidos por un grupo de hombres de la alta sociedad victoriana que soltaron un poco el yugo que se impusieron a sí mismos y se ensañaron con una figura inocente, traída al mundo con materiales tan inocuos como el bronce, la madera y la tela.

Eso es lo que me toca a mí: probar que valgo lo suficiente en un mundo de gente que piensa que solo debo bailar música de tambores.

Gracias por su amable lectura

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