Las huellas del error | The traces of the error (SPA-ENG)

in Literatos2 months ago (edited)

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Después de una intensa búsqueda, Elizondo, el detective más reputado de la ciudad, encontró una pista que le erizó la piel.

― Lucía; ¡ven, mira esto!

La bella joven, de pelo corto y amplias caderas, volvió hacia su jefe y mentor, llevando entre sus manos las bolsas colectoras de evidencias, y el celular: el nuevo instrumento para la investigación en moda.

―Deja las bolsas, y toma la fotografía con la aplicación que acabamos de descargar. ¡Vamos a ver si valió la pena lo que pagamos por ella!

― Los surcos de las huellas apenas se ven ―exclamó con el ceño fruncido casi imperceptible en su lozano cutis, mientras enfocaba con sumo cuidado la cámara del teléfono inteligente, diseñado para tales fines.

―Aplica todos los filtros, por favor.

Elizondo denotaba perplejidad aunada con cierta preocupación.

―Jefe, listo. Ya solicité el cotejo de las imágenes en la base de datos en línea.

Casi de instantáneo, una voz cálida emergió del celular y especificó la serie del calzado del fabricante que imprimió, como firma inequívoca, aquel rastro difuso al ojo inexperto, pero nítida a la visión de un avatar del sofisticado agente de inteligencia artificial que asistían a los detectives en ese momento. Así como el rastro del periplo de las mismas hasta su venta.

― ¡Guao, solo hay diez pares de este tipo de calzado en el mundo con tal traza! De hecho, esta corresponde al pie izquierdo y cifrado con la forma B del QR.

―Sí; así es, Lucía ―, respondió Elizondo con amargura, agregando ―, yo los compré para Dalia.

La luz iluminó el rostro de Lucía, el fuego avivó el reflejo de las esmeraldas en sus ojos. La malicia brotó en ademán superfluo de aire de victoria.

―¡Jefe! ―Espeto e hizo una breve pausa para colocar su mirada en los pardos ojos de su mentor, y si desparpajo, sentenció ―. ¡Debemos entregarla a la justicia! ¡Claro…, tú debes pensar en una coartada, yo te respaldaré!

Él la miró sin verla, en un tris pasó por su mente todo lo vivido con Dalia. La conocía desde niña: pura y honesta. El día que la desposó, sintió alcanzar el nirvana. Y si bien, la vida en común difería del cuento de hadas, en donde todos vivieron felices para siempre. Él era conforme con el intermitente gozo mundano, llevando, sin quejarse, las piedras del camino. Ahora, el infortunio de una hora mal advenida lo ponía en una encrucijada.

―¡Mi querida Lucía! Tienes razón, necesitamos una coartada. ¿No sé cómo salvarte?

―¿Qué?―replicó sobresaltada, y enseguida balbuceó bajando la vista: ¡No entiendo!

Elizondo desenfundó el arma, y presionó el gatillo sin titubear. El zumbido seco antecedió a la estrepitosa caída de Lucía. Parecía muerta. Empero vivía tras la descarga eléctrica incapacitante. Aquella acción, instintiva y precipitada, le dolió en el alma. Articuló como en un Rompecabezas las ocultas intenciones de la joven. Más allá de lo profesional pasó la raya en la trasmigración de lo platónico a lo emocional, quizás, sentimental. Una que no se permitía.

Al mismo tiempo, el veterano, meditaba sobre el caso: la desaparición repentina de la joya emblemática de la ciudad. En cómo las evidencias incriminaban a Dalia, la curadora de la misma. Pensó: “Quizás, debí inhibirme. Mi juicio y credibilidad, ahora, están en la cuerda floja”. La miró con compasión.

―¿Por qué lo hiciste, preciosa? Sacar a Dalia del juego, no te dará ninguna oportunidad de conmigo. Amo a esa mujer con locura… Y a ti, como a la hija que nunca tuve. Debo arreglar este entuerto. Ver los zapatos de Dalia en tu casillero, fue tan revelador. Ella solo los usa para ocasiones especiales. Tal como mañana, cuando cumpla años. Jamás los usó para trabajar.

Elizondo calzó unos guantes de seda. Sacó de su maletín de trabajo la preciada joya, y la ubicó apiñado entre los objetos del gran mostrador al fondo del salón. Apuntó la cámara de su celular sobre este, y la misma cálida voz, exclamó emocionada: “Eureka, objeto encontrado”.

―Watson, por favor, cierra el caso como un error de reporte. Certifícalo con mi código de autorización. Documenta el hallazgo y agrega el comentario: Descuido en el manejo de los objetos.

―¡Delo por hecho! ―respondió Watson, el agente artificial que él entrenaba para el departamento de policía. Uno muy suspicaz, pero también muy leal, por lo que pudo comprobar. Le era difícil distinguir si en realidad era artificial.

Elizondo, sin dejar de mirar a Lucía, pensó en las mil y una maneras de aleccionarla. Una tarea más que ardua, y de cuyo éxito no había garantía. Le sería fácil entregarla, pero salvarla de sí misma de los avatares del corazón y sus acciones descabelladas, era otra cosa. Se preguntó si valdría la pena. Resignado musitó: “Solo el tiempo lo dirá”.

Fin


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Un microrrelato original de @janaveda

Imagen de portada con base en Clker-Free-Vector-Images en Pixabay y editado en Mac Keynote


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After an intense search, Elizondo, the most reputable detective in town, found a clue that made his skin crawl.

“Lucia; come, look at this!”

The beautiful young woman, with short hair and wide hips, turned to her boss and mentor, carrying in her hands the evidence collection bags, and the cell phone: the new instrument for the investigation in fashion.

“Leave the bags, and take a picture with the downloaded app. Let's see if it was worth what we paid for it!”

“The fingerprint grooves are barely visible.” She exclaimed with an almost imperceptible frown on her lustrous complexion, as she carefully focused the smartphone's camera designed for such purposes.

“Apply all the filters, please.”

Elizondo denoted perplexity combined with a certain concern.

“Chief, ready. I've already requested comparing the images in the online database.”

Almost instantly, a warm voice emerged from the cell phone and specified the manufacturer's shoe series that printed, as an unmistakable signature, that diffuse trace to the untrained eye, but clear to the vision of an avatar of the sophisticated artificial intelligence agent assisting the detectives at that moment. As well as the trace of their journey until their sale.

“Wow, there are only ten pairs of this type of shoe in the world with such a trace! This one corresponds to the left foot and is coded with the B shape of the QR.”

“Yes, that's right, Lucia.” Answered Elizondo bitterly, adding. ”I bought them for Dalia.

The light illuminated Lucia's face, and the fire enlivened the reflection of the emeralds in her eyes. Malice sprang up in a superfluous gesture of victory.

“Chief!” She paused briefly to place her gaze on the brown eyes of her mentor, and, with a boldness, She sentenced: ”We must deliver her to justice! Of course..., you must think of an alibi, I'll back you up!

He looked at her without seeing her, in a tris he went through his mind everything he had lived with Dalia. He knew her since she was a child: pure and honest. The day he married her, he felt he had reached nirvana. And although their life together was different from the fairy tale, where they all lived happily ever after. He was content with the intermittent worldly joy, bearing, without complaining, the stones of the road. Now, the misfortune of an ill-fated hour put him at a crossroads.

“My dear Lucia! You're right, we need an alibi. I don't know how to save you?”

“What?” she replied startled, and immediately stammered, lowering her eyes: ”I don't understand!”

Elizondo drew the gun and pressed the trigger without hesitation. The dry whirring sound preceded Lucía's crashing fall. She seemed dead. However, she lived after the incapacitating electric shock. That action, instinctive and hasty, hurt her soul. It articulated as in a puzzle the hidden intentions of the young woman. Beyond the professional, he crossed the line into transmigration from the platonic to the emotional, perhaps, sentimental. One that was not allowed.

At the same time, the veteran, meditated on the case: the sudden disappearance of the emblematic jewel of the city. On how the evidence incriminated Dalia, its curator. He thought: “Perhaps, I should have inhibited myself. My judgment and credibility, now, are on the line.” He looked at her with compassion.

“Why did you do it, precious? Taking Dalia out of the game won't give you any chance with me. I love that woman madly... And you, like the daughter I never had. I must fix this mess. Seeing Dalia's shoes in your locker, was so revealing. She only wears them for special occasions. Like tomorrow, on her birthday. She never wore them to work.”

Elizondo slipped on some silk gloves. He took the precious jewel out of his work briefcase and placed it in a pile among the objects on the large counter at the back of the room. He pointed the camera of his cell phone at it, and the same warm voice exclaimed excitedly: “Eureka, an object found”.

“Watson, please close the case as a reporting error. Certify it with my authorization code. Document the finding and add the comment: Carelessness in handling the objects.”

“For a fact!” Replied Watson, the artificial agent he trained for the police department. A very suspicious one, but also very loyal, as far as he could tell. It was difficult to distinguish if he was artificial.

Elizondo, without taking his eyes off Lucia, thought of the thousand and one ways to teach her. A more than arduous task, and there was no guarantee of success. It would be easy for him to hand her over, but to save her from herself, from the vicissitudes of the heart and its crazy actions, was another matter. He wondered if it would be worth it. Resignedly he mused, “Only time will tell.”

The end


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An original drabble by @janaveda in Spanish and translated to English with www.deepl.com (free version)

Cover image based on Clker-Free-Vector-Images on Pixabay and edited in Mac Keynote


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Sort:  

Magnífico cuento, amigo @janaveda. Hacía tiempo que no leía nada tuyo. El estilo de thriller de tu relato está muy bien logrado, con sugestivas ambigüedades, buena regulación de la información y trabajada tensión. Saludos.

Hola, @josemalavem

Gracias por el elogio. Lo valoro mucho e incentiva al placer de la escritura. Sí, estaba algo perdido, pero estoy de vuelta.

Saludos.

Interesante relato detectivesco.

Gracias mi amigo.

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Buen relato, se disfruta. Y con tema tradicional del relato detectivesco llevado a esta loca modernidad.

👌👍

👋

Gracias por tan amable comentario.
Saludos.

Inquietante triángulo, dos catetos, una hipótesis y un ángulo muerto.

Hola, Félix.
Me gustó tu síntesis. Ja, ja, ja.
Sí, aquí hay mucha tela que cortar, aunque en este caso... Elizondo aún tiene mucho trabajo por delante.
Saludos.

Sí, Javier. Tela marinera, Elizondo tiene que hilar fino para desenredar el ovillo.

Feliz y dulce fin de semana.

Qué buen relato. Cada idea que he ido anticipado, el desarrollo de la historia la ha ido descartando. Lo he leído con mucho gusto.

Un abrazo @janaveda.

Hola, @enraizar

Sí, yo también fui descartando hipótesis para resolver el presunto crimen, hasta el final, pero Elizondo, siempre iba un paso delante de mí. Incluso, de Lucía. Ja, ja, ja.

Encantado de leer tu comentario, mi amigo. Que tengas una excelente semana.

Disfruté la lectura de su relato. Saludos

Hola, @felpach
Me alegra mucho. Agradecido por su comentario.
Saludos