Caminábamos por encima de los cuerpos hinchados, la totalidad de Ciudad Extraña fue destruida, exceptuando algunos edificios donde el mar no pudo llegar. Los cementerios se abarrotaron, la mayoría de los cuerpos fueron quemados en una enorme hoguera de huesos y trapos en las afueras de la urbe.
El olor putrefacto se extendió en el aire por días, Batiks anunció por los medios de prensa el aumento de los salarios a trabajadores y pagaría extra a los que ayudasen en las labores de recuperación. La movilización de los pobres sobrevivientes fue instantánea, comenzaron con el desarrollo de la agricultura en las montañas, mientras todos trabajaban hasta altas horas de la noche, Batiks derrochaba la poca electricidad producida por una vieja hidroeléctrica.
Fuimos interceptados por un grupo de patrullaje en el camino norte, estábamos en busca de nuevas órdenes. Los militares nos obligaron a caminar hacia un contingente de recuperación, allí nos pagarían mil sellos diarios por recoger escombros. El albergue era horrible, todos los habitantes estaban amontonados, la comida era sopa hecha con los peces que quedaron en tierra.
Las espinas de aquel caldo se quedaban impregnadas en nuestras gargantas y un sabor desagradable:
-¿Dónde está la comida que se recoge en las montañas? - pregunté al colectivo de catorce trabajadores, casi gritando.
-Cállate – dijo Neels en mi oído izquierdo –Batiks y sus hombres odian a los preguntones.
-Las llevan a un almacén, este es propiedad de Batiks – dijo un hombre con espejuelos – los conserva como suministros para los futuros escuadrones de búsqueda.
-¿Buscarán supervivientes? - pregunté.
-No – el hombre de espejuelos se acercó a nosotros y habló más bajo – van a buscar a todos los relacionados con el tiroteo enfrente del edificio Duncast, todo antes de la ola por supuesto.
-¿Qué pasó? - pregunté.
-Unos hombres armados se bajaron de tres camionetas e intercambiaron disparos con el portero del edificio, este resultó muerto al igual que una de las hijas de Batiks - el sujeto miró hacia los militares que custodiaban la entrada del albergue.
-Hoy, al medio día, fusilarán a uno de los atacantes – el hombre se marchó a su cama.
Neels indicó con sus manos la necesidad de hablarme en privado:
-Oíste eso, no me extraña que nuestro compañero haya hablado todo - golpeó en una de las paredes mugrientas.
-Si no hacemos algo rápido para huir de aquí, tarde o temprano nos encontrarán.
Cuando el sol estuvo en el medio del cielo nos reunieron en la plaza central, con un escaneo aproximado pude ver la presencia de mil supervivientes. Se presentó un perpetuo silencio cuando Batiks se paró en un estrado:
-Señores y señoras – se recogió las mangas de su camisa roja – ayer un grupo de inconscientes trataron de asesinarme, terminaron por matar a mi hija y eso no lo voy a tolerar. Este hombre es su líder.
Tres soldados subieron al estrado escoltando a un hombre encapuchado:
-Él se responsabiliza por los daños causados, pero no descansaré hasta encontrar a sus cómplices – Batiks retira la capucha y revela el rostro de Smith – A los seguidores de este hombre le digo lo siguiente – saca un arma de fuego corta y le dispara en la cabeza.
-Todo aquel que intente sublevarse correrá con el mismo destino – escupió el cadáver – esta sabandija dijo cuando arrancamos sus dientes que algunos conspiradores quedaban vivos. Por eso he creado este cuerpo de rastreadores, ellos se encargarán de atraparlos. Mantendré bajos los salarios hasta que todos y cada uno de ellos esté hundido en el maldito barro – el enfurecimiento lo hizo mostrar los dientes.
-Recompensaré a los buenos rastreadores con alimentos de primera – agregó mucho más calmado.
Todos los presentes comenzaron a murmurar. Neels me miraba comunicando miedo, sentía luto por el valiente Smith. Su cuerpo fue cortado por los soldados, salpicaron todo de sangre. Fue desmembrado rápidamente y su cabeza se la comieron los perros, estos comenzaban a familiarizarse con nuestro olor. Le conté a Neels lo poco que sabía sobre Smith.
-En estos casos debemos ir a las montañas, allá arriba hay un hombre encargado de dirigir la conspiración - agregó mirando hacia las elevaciones.
De regreso al albergue estaba acostado en la cama y miraba al techo, yo solo abría y cerraba los ojos, no tenía deseos de dormir. Sentía a Neels levantarse y mirar por la ventana varias veces. Se acercaba a mi cama y decía información sobre los centinelas, sus turnos y movimientos. En una de las ojeadas Neels tropieza con una vasija metálica:
-¿Qué haces? - preguntó asustado un trabajador.
-¡Son conspiradores! – gritó otro, de seguro estaba muy traumatizado por todo lo sucedido y escogió el peor momento para expresar sus preocupaciones.
La histeria se desató entre los presentes:
-Están huyendo, no dejen que escapen – comenzó así una pelea desventajosa para nosotros.
Los soldados irrumpieron en la riña y lanzaron par de disparos al techo:
-¡Todos tranquilos! ¿Qué sucede aquí? - alzó la voz.
Rápidamente Neels saca un revólver y dispara en los brazos de los militares provocando la caída de sus fusiles. Los tomé y apunté al resto de los hombres:
-Asegúrate de que no escapen – Neels me indicó apuntar a los militares.
-Vengan con nosotros – pidió Neels a los trabajadores.
Ellos se negaron, deseaban en su fuero más interno atraparnos y entregarnos a los rastreadores por un puñado de arroz.
-Voy con ustedes – saltó el hombre de los espejuelos – mi nombre es Han.
-Bien, sal del albergue y espéranos afuera – Neels nunca bajó su arma.
Salimos muy despacio del local y corrimos entre la maleza húmeda hacia un río. Desde allí comenzamos a ascender hacia las cordilleras.
Decidimos no darle un arma a Han, Neels desconfiaba de él. Nunca llegué a entender el nivel de ignorancia de aquellos hombres, sus mentes centraban toda la atención en los sellos, para ellos esta era su única vía de supervivencia. De nada servían los pagos, ninguno podía comprar ni gastarlos en nada, era todo muy absurdo. Reconocí inmediatamente la principal arma de Batiks para someter a los hombres, radicaba en volverlos ignorantes y mostrarles una única solución a sus problemas, esta por supuesto era la que él deseaba y le convenía, mataba su creatividad y desde pequeños los enseñaba a ser obreros y limitarse solo a eso.
Los caminos cenagosos entorpecían el andar nocturno. Los grillos y las lechuzas tenían una fiesta particular, la brisa leve movía las hojas de los árboles encima nuestro. Han conocía perfectamente la zona, al principio pensamos que nos llevaría a una trampa, pero nos ayudó a esquivar las torres de vigilancia enemigas. A la media noche llegamos a un campamento donde fuimos recibidos por un grupo reducido de refugiados:
-¡Han qué bueno verte de nuevo! - exclamó un hombre joven con cabellos largos y rostro demacrado.
-Estoy bien Fred – se abrazaron – he traído a dos hombres, dicen que sirvieron bajo las órdenes de Smith.
Fred nos miró fijamente:
-Siento mucho la muerte de Smith tanto como ustedes, pero ahora si quieren sobrevivir tendrán que acatarse a mis reglas, de lo contrario pueden marcharse - dijo seriamente.
-Duerman un poco, mañana tendremos tiempo de intercambiar algunas palabras – Han nos entregó hamacas y víveres.
A la vegetación circundante parecía no molestarle nuestra presencia, desde aquella altura podía ver las escasas luces encendidas en Ciudad Extraña.
Tanto las imágenes como el texto son de mi autoría
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¡Excelente manejo de la narrativa y muy bien logradas las descripciones y las imágenes! ¡Felicitaciones!
Gracias por el apoyo @ylich. Continuaré escribiendo en Literatos, me encanta.
¡Bien merecido y me encanta saber que te encante nuestra comunidad! 🤗
!BEER
Bien, esperamos las demas partes.
Seguro, cuenta con ello
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