El mundo interior

in Literatos9 days ago



No se puede describir lo que sucede mientras estás inconsciente, pero si puedo describir cuando despiertas, se siente como un anciano echándome agua en el rostro para reanimarme. Su nombre era Smith, me recogió en una pequeña caravana mercante del cual era propietario. Me brindó agua, pero no tenía sed. Solamente estreché su mano en agradecimiento.
-¿De dónde vienes? – preguntó, mas perdí la capacidad de hablar.
Tenía delante la posibilidad de responder a las preguntas revueltas en mi cabeza, sin embargo, era inútil comunicarme.
-Prefieres no hablar – hizo una pausa – vendo productos en el interior.
Comenzamos a rodear el muro negro hasta llegar al portón donde una parte de mí aún permanecía. Smith entregó cinco sellos al vigilante y este inmediatamente abrió la reja.
La caravana se hizo más lenta en calles adoquinadas, en casas de madera y en mercados ricos en frutas. Las personas de Ciudad Extraña caminaban mirando al suelo, como contando los adoquines, o quien sabe, sus penas y lamentos. Parecían fantasmas murmurando en una oscuridad eterna e implacable. Aquello, según el viejo, eran los suburbios, lugar donde él vivía desde niño. Su casa era de madera como muchas otras, ventanas de vidrios y una enorme chimenea.
Se acercaba el invierno, entonces Smith me regaló un abrigo grueso y unos guantes.
-Puedes pasar esta noche en mi casa no hay ningún problema – dijo.
Yo solo asentí con la cabeza y pasé por una puerta humilde. Dentro todo era acogedor, luz de candelero y fogata recién encendida. Dos jóvenes conversaban sentados en sillones rojos y pisando una alfombra donde decía “Seguridad”.
-¿Vives cerca de aquí? - preguntó Smith. Yo seguía sin poder hablar.
-¿No hablas?, en ese caso puedes dormir aquí en la sala – dijo marchándose hacia otro lugar de la vivienda.
Quería agradecerle, pero no podía. Los habitantes se fueron a dormir y como no vi un reloj por todo el lugar supuse que era tarde. Observé en la sala la presencia opaca de un librero, en el cual había un libro titulado “Buscando la felicidad”, pero mis ojos no leían bien. En la mesa estaba abierto un periódico.
Cuando el sueño estaba a punto de vencerme me acosté en la alfombra donde recibía el calor de la fogata.


Las imágenes y el texto son de mi autoría.

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y qué le pasaba al muchacho que no podía hablar ni leer bien?

Saludos, es algo simbólico. Si te interesa lee mis otras dos publicaciones anteriores en Literatos y verás una conexión. Gracias por leerme