Ya lo he visto otras veces, lo he visto olvidar cosas en segundos y perder la memoria, como si te estuviese haciendo una broma, como para reírse de ti, y el que en el fondo se ríe soy yo. Y me río porque un rostro amorfo como él sigue sobre el cielo, sobre las nubes y baja cada día a decir estupideces, es evidente que en el cielo se vive mejor. Aquí abajo los rostros tienen nombres y apellidos, el de él, es desconocido. Ni la madre que lo parió sabe su nombre, en lo que se ha convertido, en ese abismo de perversidad que ahora son sus ojos, en estos días solo he visto rostros y nombres, y él, él sigue siendo el ser más terrible que nos visita, peor aún, nos manda, nos maneja y nos manipula. Por eso su rostro amorfo debe ser motivo de cuidado, porque sus cambiantes intenciones te engañan y te hacen creer cualquier cosa que salga de sus labios irreconocibles.
Todo el contenido es de mi autoría
Esta publicación ha recibido el voto de Literatos, la comunidad de literatura en español en Hive y ha sido compartido en el blog de nuestra cuenta.
¿Quieres contribuir a engrandecer este proyecto? ¡Haz clic aquí y entérate cómo!