Tsunami

in Literatos11 days ago



El terremoto sorprendió a más de una persona en la ciudad. El sol se asomaba lentamente por el horizonte del mar donde desembocaba aquel pequeño arroyo. Con los zapatos mojados caminé hasta la casa de reunión con la esperanza de ver a Smith:
-El anillo era para empeñarlo y con los sellos obtenidos por la venta compraríamos una entrada para la fiesta que Batiks hará hoy en la tarde – explicó el anciano al llegar.
-He sido un estúpido. Los siento mucho, no consigo controlar la ira.
-El plan era sumamente sencillo – se sienta en el sofá extenuado – un compañero nuestro entraría como invitado, una vez dentro del edificio cerraría las puertas y a la hora acordada atacaríamos con cincuenta hombres el edificio.
-¿Existe otra posibilidad de entrar? - pregunté.
-Averígualo – Smith estaba frustrado.
-Estén listos en cinco horas, voy a entrar – dije con firmeza.
-No se si confiar otra vez en ti muchacho – agregó – no veo otra forma de acceder al edificio.
-Con suerte todo se puede lograr, confía en mí – quedé expectante a su respuesta.
-Bien, toma un traje negro y un reloj del armario – sus palabras fueron suficientes para tomar cartas en el asunto, deseaba enmendar mi error.
Partí inmediatamente hacia el edificio “Batiks” donde supuestamente era la fiesta, al llegar gracias a las propagandas regadas por las calles supe que la fiesta sería en el “Duncast” un rascacielos cien pisos menor y aledaño. Me acerqué a la entrada y hablé con el portero:
-Buenas tardes señor, es aquí la fiesta.
-Sí, mire en esta hoja de invitados y busque su nombre. De estar muéstreme su invitación - respondió.
-No estoy señor - no miré la lista
-Tendrá que pagar cincuenta mil sellos para considerarlo un invitado – dijo lamentándose.
Faltaban apenas dos horas para la acción armada, todos dependían de mi eficacia. Tenía que entrar a como diera lugar.
Al cruzar la calle me senté en un banco cercano a la acera, buscaba creatividad. Al mirar hacia arriba piso por piso llegué a las nubes con la vista. Dos hombres conversaban en un banco cercano:
-Olvidamos quitar uno de los cables de contención – dijo uno de ellos mientras almorzaba.
-¿Cuál? - preguntó el otro.
-El de la azotea, sabes, ese que amarramos en la azotea del “Batiks” – explicó.
-No importa, así mañana no tendremos que ponerlo – sonrió.
En ese instante tuve una idea arriesgada. Pacientemente esperé a que terminaran su almuerzo. Se pararon para marcharse y caminé hacia ellos para chocarlos:
-Disculpen señores – dije.
-¿Estás loco? Mira hacia el frente – protestó uno de ellos.
Rápidamente crucé la calle, en el choque logré robar una credencial de operador de mantenimiento, por suerte no requería foto. Temiendo que aquellos hombres se dieran cuenta entré al edificio más alto de Ciudad Extraña. Poseía ochocientos metros de altura, varios empleados en el lobby me observaron, mas permanecieron muy concentrados en sus labores y apenas notaron mi presencia, llegué al elevador. Marqué el último piso y esperé algunos minutos.
Las paredes del ascensor estaban confeccionadas completamente de vidrio y pude observar todo el panorama circundante. Aprecié algunos de los destrozos provocados por el sismo, los suburbios fueron las zonas más afectadas. Al llegar, caminé por un pasillo angosto hasta las escaleras que conducían a la azotea. Al aire libre observé el ocaso, inclusive me detuve varios segundos a apreciar la espectacular vista. Al inspeccionar entre las torres de comunicación vi el cable, este era grueso y se conectaba con un andamio instalado en el edificio Duncast. La separación entre ambos edificios era de doscientos metros aproximadamente y el viento dificultaba el andar. Una caída sería mortal, estaba arriesgando mucho en aquella acción. El miedo se apoderó de mí cuando trepé por una de las torres en aras de alcanzar el cable. Cuidadosamente fui avanzando hacia mi destino, solo me enfocaba en agarrar fuertemente, la gravedad dificultó un poco la faena. A mitad de camino los dedos no respondían, tuve que auxiliarme también de las piernas hasta finalmente llegar al andamio.
Del otro lado la fiesta apenas había comenzado, quedaban pocos minutos para la acción armada, debía apresurarme. Salté fuera del andamio y caí en la azotea, encima de esta había una enorme plataforma metálica. Justamente en esa zona se encendieron luces de muchos colores y retumbó una melodía. Todos los invitados estaban ahí reunidos, no veía presencia alguna de militares.
La fiesta era impactante, un montón de obesos metidos en una piscina acompañados por mujeres hermosísimas. Mientras ellos se divertían, yo disimuladamente cerraba cada puerta, evitando su posibilidad de escapar. Completada mi tarea miré los últimos rayos del sol, caminé, respiré profundamente ansioso por que llegaran Smith y sus hombres. Algo llamó mi atención en el horizonte del mar, este se alzaba rápidamente, sentí escalofríos. Una ola gigante se abría paso sobre el basto océano azul oscuro. Se hacía cada vez más grande, era inminente su impacto con Ciudad Extraña.
Arrasó con los suburbios, destrozó cientos y cientos de viviendas. Los sembrados en los campos desaparecieron y el ganado moría ahogado. Yo estaba indeciso, los conspiradores no llegaban, quizás desistieron al ver tal bestialidad de la naturaleza. ¿Qué más esperaba?
Todos entraron en pánico total, corrían en busca de refugio mas las puertas estaban selladas, yo solo permanecía quieto entre el caos. La naturaleza se atrevió a cruzar ella misma el muro negro para destruir las fábricas lanzadoras de desechos a los océanos, matando los peces y demás formas de vida. Esas fábricas que día tras día enviaban a la atmósfera una enorme corriente de humo contaminante.
La hora de pagar por tantos crímenes al fin llegó, la ola impactó el edificio Duncast a cuatrocientos metros de altura, partiéndolo a la mitad y dejándonos en caída libre. Los edificios más pequeños crujían debajo del agua, un sonido similar al de los molinos, moliendo carne y piedras. Batiks estaba asustado, las mujeres gritaban como auténticas desquiciadas, era perturbador. Una de las señoritas cayó al suelo, se rompió una uña y empezó a quejarse del costo de su manicura.
Mientras caíamos nos inclinábamos hacia adelante y atrás. Parecíamos ir en una montaña rusa suicida donde la meta era la destrucción. Sostuve un tubo metálico, gracias a la resistencia de la plataforma nunca me quebré. La ola nos empujó a cinco kilómetros de los cimientos en una auténtica demostración de surf en edificios.
Al llegar a la superficie chocamos con los restos de otra colosal estructura de hormigón, escuché huesos romperse y me lancé al agua. Los gritos se traspasaban del aire a la profundidad, las pocas luces que lograron subsistir iluminaron mi camino hacia la superficie, un camino plagado de cadáveres.
Logré recostarme sobre un objeto flotante, de mi frente corría sangre, finalmente quedé inconsciente.
Al despertar estaba amaneciendo, un muchacho llegó a ayudarme:
-Llevo toda la noche buscándote – dijo sacándome de la superficie, el nivel del agua había disminuido.
Esta se iba retirando hacia el océano rápidamente mostrando miles de cuerpos desmembrados. Era sumamente asqueroso. Sonidos de sirenas y helicópteros adornaban el ambiente. Los rescatistas solo se enfocaron en salvar personas de la gran urbe, ninguno de los suburbios.
El joven acompañante se llamaba Neels, me explicó que en Ciudad Extraña toda cuesta, incluso la salud, la educación y los primeros auxilios. Él formaba parte de la conspiración de Smith, fue enviado para llevarme a un lugar seguro mientras pasaba la terrible situación. Contaba con una detallada descripción mía, demoró dieciocho horas en encontrarme. Sus órdenes eran darme por muerto de no aparecer en treinta.
El sol mostró las secuelas del tsunami, una ola de cadáveres yacía en el fondo, pegada a las ruinas. Esa noche mucha gente durmió en paz, de seguro agradecían por la sentencia con la que Batiks y sus camaradas fueron juzgados. Los miles de muertos jamás sabrán que Batiks fue el primero en llegar a un hospital, muchos de ellos vacíos, vi personas muriendo sin sellos. Sin sellos no hay derecho a vivir.
Si tanta gente muere hoy, ¿Quién reconstruirá la ciudad mañana? ¿Quién se levantará para vender alimentos? ¿Quién confeccionará las ropas y traerá el agua potable?
Los que no murieron sufrirán lentamente las consecuencias de los errores cometidos. El arrepentimiento se adueñará de sus deseos y cuando todo vuelva a ser como antes, cometerán los mismos errores.


Tanto las imágenes como el texto son de mi autoría
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For some, Tsunami is a terrifying word. !BBH

Saludos. Gracias por el consejo

Perfecto. Me encantó.

Saludos, continuaré con el trabajo

wow, bastante fuerte este relato, y muy visual. 👍👏

Saludos gracias por el apoyo

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