EL LIBRO QUE NOS SALVA

in Literatos16 days ago (edited)



Ana Peraza es una maestra que dejó de dar clases a los niños porque no le alcanzaba el sueldo de su profesión ni para pagar el transporte ni para el relleno de la arepa ni para sostener su dignidad; con esto imagino que están imaginando que me refiero a una maestra venezolana.

La saludé por primera vez en la escuela donde llegó a prestar servicios; ya tenía yo ciertas lunas trabajando allí y a los pocos soles nos hicimos amigos y compartimos experiencias. Después pidió traslado para otra institución hasta que vino el desmadre en el país y tristemente ella renunció para dedicarse junto a su marido, el bueno de Cheo, a atender su tienda.

Hasta ahora se dedican a sus animalitos con el esmero necesario para producir su propio queso y para procurar su propio pan que cuando se multiplica lo comparten con los suyos.

Ana me saluda por wasap porque es mi apreciada amiga y cuando sus ocupaciones se lo permiten, se asoma y ve mis estados; todos relacionados con el libro, la lectura y la enseñanza a los niños porque es lo que publico; a lo que me levanto y en lo que me acuesto pensando: en mi pasión por enseñar y por contagiar a otros a amar la lectura.

Este mes, por ejemplo, lo he llamado el Mes del Libro y cada mañana comparto con algunos amigos parte de la promoción que estoy haciendo; y entre los amigos está Ana. Lo cierto es que ayer me escribió para contarme que se está animando a leer un libro de aventuras para ejercitar su cerebro; me dijo que en Semana Santa sus nietas, Sofía y Mía, irán a visitarla y que le gustaría leer con ellas; me pide un libro y me confiesa en el siguiente mensaje «Hace días he estado pensando en leer porque aquí con las vacas hasta grosera me he puesto».

Pues mira que eso se pega, ─le respondo─ es decir, el lenguaje vulgar de algunos animales. Aunque que hay animales que son muy respetuosos con el lenguaje; los pájaros, por ejemplo, creo que cuando hablan se refieren a cosas bonitas aunque muchos no entendamos sus palabras; también me parece que las iguanas hablan con un lenguaje elegante y hasta florido y no porque coman flores, sino porque no veo motivo por el que una iguana sea vulgar; el caso de las vacas es que como escuchan a quienes las atienden, es decir, a hombres y a veces esos hombres son vulgares, pues se les pega el lenguaje del hombre vulgar.

Pero resulta que las vacas de ella sólo escuchan al bueno de Cheo, quien jamás dice una mala palabra y como Ana está en la obligación de decir la verdad porque es una mujer recta, que ama a su esposo, ha confesado que no fueron las vacas quienes le “pegaron” el lenguaje vulgar, no, sino su propio descuido del lenguaje; que por andar peleando con las vacas ha incurrido en eso tan feo.

Lo que Ana expone es una preocupación terrible puesto que está reconociendo que su habla está decayendo; que está descuidando su lenguaje y eso evidentemente le está provocando una perturbación porque ella no es así; aunque ya no dé clases, ella sabe que no es una persona vulgar, que es educada hasta con los animales. Lo otro que sabe, y he aquí su salvación, es cómo volver a cultivar su lenguaje; cómo salvarse de caer en la animalidad que provoca el descuido del habla; cómo alimentarse de palabras; lo sabe y ha pedido ayuda; ha pedido un libro de aventuras.

Bendito sea el libro que nos salva de las perturbaciones de la ignorancia; que convierte nuestro riito de palabras en un mar de lenguaje; que al abrirlo nos enriquece de aventuras; que nos entrena el cerebro y que hasta nos puede servir de mascota porque lo podemos llevar de viaje.

Y bendita sean las personas como mi amiga Ana que percibió a tiempo su descuido y acudió al amigo lector para que la ayudara a seguir viendo el sol de las palabras porque uno puede vivir rodeado de vacas, plantas y gente humilde sin formación, pero no descuidar la leche que da la lectura ni el queso que dan los libros; y aunque muchos no se lo vean, lo tiene y es bueno; porque una buena historia todos los días te hace sentir emocionalmente vivo, motivado y dispuesto a seguir en el mundo.




Diseño de portada hecho en Canva

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Qué buen relato sobre el valor del lenguaje y la crisis a la que ha sido sometido (Cadenas ha escrito al respecto esclarecedores ensayos, que supongo has leído). No creo que las personas del campo sean las que representen más crudamente esa crisis; más bien los habitantes de la urbe, y, lamentablemente, más nuestros jóvenes. Saludos, amigo @jesuspsoto.

Concuerdo en que los habitantes de la urbe son los que más afectados están por tan cruda realidad. El bueno de Cadenas, sí, lo he leído.

El lenguaje se ha venido degradando poco a poco sin darnos cuenta. No son las vacas, ni es mala educación. Es que tomamos por costumbre y lo aplicamos inconscientemente. He visto como muchas personas tanto de América Latina como de España que no nombran la palabra completa. Por ejemplo para decir bolígrafo dicen "boli", para colegio "cole" Y, así sucesivamente. Además, el castellano no es fácil. Lo hablamos coloquialmente pero, cuando nos toca escribir es que nos damos cuenta.Allí se revisa ortografía, sintaxis , signos de puntuación etc.

POr eso es importante leer, leer y leer buenos libros. Esos siempre nos enseñan. Feliz tarde @jesuspsoto !

#LOH

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