Cabal terminó su faena y como todas las tardes lo animó la emoción de pasear por la sabana; no solo porque le gustaba el aire libre, también porque disfrutaba de la compañía de las yeguas y de coquetearles, caballerosamente, como todo buen caballo.
Pero Burro que se la tenía jurada porque la envidia es mala consejera, se adelantó y se escondió detrás de un matorral, justo en una loma que hacía de pestaña a una laguna. Cabal, como lo llamaron sus amos desde que nació, caminaba sereno, contemplando la naturaleza y su belleza cuando de pronto se le vino encima Burro disfrazado de monte; se asustó, resbaló y cayó patas arribas en la laguna y frente a las yeguas, que no pudieron disimular una risita de burla.
Recuperado de la caída y con la serenidad que lo caracterizaba, Cabal comenzó a demostrar sus dotes de nadador; no solo fue elegante en el agua, invitó a las yeguas a unirse a la fiesta del baño y ellas, dejándose llevar por el encanto del caballo, aceptaron gustosas.
Burro, que se había burlado descaradamente de Cabal, dejó de carcajearse al ver que su estratagema no funcionó; entonces retó al caballo:
─Nadar es fácil para alguien que desde la creación está acostumbrado a los charcos, pero apuesto a que si competimos para saber quién de los dos soporta mayor peso, les aseguro que mi lomo está mejor entrenado.
Y como pasa siempre en estos casos, las yeguas miraron a Cabal para escuchar su respuesta y porque a las yeguas siempre le ha gustado que sus caballos demuestren lo que son.
Y como Cabal no respondía, Burro se empeñaba en hacerlo quedar mal frente a todas, y repetía:
─Si ven, que mucho nado no da valentía y por más que lo escondan los caballos tienen mucha cobardía.
Las yeguas empezaron a salir de la laguna, al igual que Cabal; que no sólo salió por donde entró, sino que lo hizo con un enorme salto para caer frente a Burro.
─Okey, Burro, reconozco tus fuerzas y te las admiro, aunque no creo que seas capaz de hacer exactamente lo que hice, es decir, salir del charco, como tú llamas a la laguna, con el más ligero y elegante de tus saltos.
Burro miró la laguna, pero de inmediato Cabal contratacó:
─Eso lo imitaría muy bien la cebra, es decir, el tercer equino existente con nosotros dos; pero en tu caso, que careces de estatura, creo que te sería imposible lograrlo.
─Que no salgo de ese charco de un solo salto dices, Caballo, ja, si soy capaz de subir una montaña con dos sacos de arena; más rápido subo una loma sólo con el lomo mojado.
Y chupulún se oyó que cayó al agua y como era de mucho hablar y poco pensar, olvidó que no sabía nadar y empezó a ahogarse; mas el caballo, que una vez más estaba dispuesto a demostrar sus dotes que lo caracterizaban, saltó a la laguna, se lo subió al lomo y lo sacó, evitando que su pariente muriera.
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@tipu curate 8
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Impresionante, sobre todo al final donde logras un cierre donde resplandece la generosidad. Saludos
Hola. Gracias.