La lluvia había golpeado las alas de Colibrí y como venía la noche no quería exponerse a más peligros; por eso le pidió a la rosa que lo dejara dormir entre sus pétalos.
─¡Vaya pedido! ─dijo la rosa─ pero no podré complacerte porque hoy he tenido un día ajetreado con tantas visitas y como estoy cansada y algo vieja mis pétalos no aguantarían. Te pido que me disculpes.
─No te lo pediría, sino supiera de tu bondad y como mis alas están golpeadas no podré descansar bien en otro sitio que no sean tus pétalos. Te ruego que lo consideres.
La rosa, que siempre había disfrutado de las visitas de Colibrí, no quería dejarlo que se quedara porque, minutos antes, Abejorro le había hecho el mismo pedido y ella también le dijo que no y para no tener preferencia le seguía poniendo excusas a Colibrí, que no se resignaba a aceptar un no.
En eso volvió Abejorro y al notar la presencia de Colibrí le llamó la atención el coqueteo con la rosa y hasta tuvo celos. La rosa, viéndose en semejante escena inusual, pues estaba frente a dos de sus máximos admiradores, se sintió importante, altiva, orgullosa; y por eso propuso a los enamorados que se enfrentaran y les dijo:
─Al ganador lo dejaré descansar en mis hermosos pétalos.
Como el eco de toda mala noticia, la voz se corrió por todo el jardín:
«Abejorro y Colibrí se enfrentan por vez primera, por el amor de la rosa»
«Ay, qué niña más dichosa»
«El que gane tendrá el premio de la noche; dormir entre hermosos pétalos y bajo el cielo poblado de toditas las estrellas que ahora mismo han asomado con sus luces ancestrales»
Abejorro y Colibrí no estaban muy convencidos, pero la rosa, que en vanidad había crecido, alentaba a que apuraran, que estaba todo servido.
Y por honor a sus nombres, los dos pequeños valientes, sin mover un solo diente escogieron sus pistolas de las que ya habían traído los curiosos invitados.
Espada para Abejorro, un escudo y un cuchillo porque pretendía volver a Colibrí, picadillo. Colibrí se puso un casco y un traje de caballero, también agarró una lanza muy útil contra una panza. El pájaro carpintero tronó dos veces un tronco y el público se alegró porque venían los leñazos.
─¡Dale duro, Colibrí!
─¡No te dejes, Abejorro!
Empezó a caer la noche, pero el cielo con su luz permitía que los valientes se dieran ojo por ojo y también diente por diente; se veía que los dos tontos clavaban su propia cruz. Y de pronto se oyó un trueno y enseguida un centellazo y en menos de lo esperado la rosa cayó en el suelo cortada de un machetazo; pues estando el cielo hermoso, con tantas estrellas juntas, un joven enamorado había salido hacia el patio en busca de alguna flor para ofrecerle a su amor.
Esta publicación ha recibido el voto de Literatos, la comunidad de literatura en español en Hive y ha sido compartido en el blog de nuestra cuenta.
¿Quieres contribuir a engrandecer este proyecto? ¡Haz clic aquí y entérate cómo!
Jjjjjjaaaaaaa jjjjaaaaa ashitos vales, ellos allí fajados en su lucha y llegó el enamorado a terminar con el afán, ay no que triste y a la vez chistoso.... Jjeeeee muy bueno....
Gracias.
@tipu curate 8
Upvoted 👌 (Mana: 0/68) Liquid rewards.
Un cuento genial, la rosa recibió por mano del destino su merecido debido a su vanidad. Me gustó mucho la narración, atrapa al instante.
Gracias por compartir tu historia.
Excelente día.
Muchas gracias.
Muy buen final @jesuspsoto
Los supuestos enamorados peleando a muerte y quien murió fue la rosa en manos de un hombre enamorado. Ironías del destino...