Esa madre hubiera encajado perfectamente en la piel de los antiguos troveros y narradores de historias, que iban por los pueblos y ayudándose de símbolos gráficos (que al fin y al cabo, es un lenguaje universal) ayudaban a la comprensión del pueblo analfabeto y constituían una forma de acceso soterrado a la cultura. En el año 2010 tuve ocasión de conocer en Soria a una mujer, que todavía utilizaba este método para contar a los visitantes, la historia y los milagros de una iglesia y una Virgen muy populares. Como la madre de tu cuento, por entonces estaba ya muy enferma. De cualquier manera, es una historia conmovedora, que también nos deja como moraleja que en ocasiones, las apariencias engañan. Abrazos
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Me hubiese gustado conocer esa mujer y escuchar de ella alguna historia. Estas personas, acostumbradas a relatar historias, hablan no solo con la palabra, también con los gestos, la mirada. Bendita sean todas las personas que hacen de la fantasía su vida. Abrazos para ti, Juan!