
Fuente
Se llamaba Carmen Rosa, así me dijo cuando coincidimos en el parque. Era hermosa como las flores del otoño, hablamos una hora y me enamoré de su presencia misteriosa. Se despidió de mí hasta el próximo lunes, luego compré el diario a un pregonero que pasaba, por costumbre abrí la página de los obituarios, allí entre otras tristes esquelas, vi asombrado una que resaltaba por su extrañeza. Decía: "A Carmen Rosa, en el tercer año de su partida, de su familia" y era ella, la hermosa mujer con quién había hablado. Era agosto y aún la tristeza de haberme enamorado de una sombra me persigue.
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