Imagen de Dawn Rose en Pixabay
La despedida de soltero terminó bien avanzada la madrugada. El cantinero tuvo que echar a la fuerza del bar a los alegres participantes del jolgorio, pues ellos querían seguir la fiesta hasta que los sorprendiera el alba. Los cinco jóvenes, amigos desde la infancia, pretendían beberse toda la cerveza del establecimiento, como si aquella fuera la última noche, antes de que el país entrara en un riguroso régimen de ley seca.
Todos estaban ebrios, por lo que decidieron llamar a un taxi que los llevara de vuelta a casa. A Juan Miguel no le pareció una buena idea, alegando que, a esa hora, ningún taxista estaría disponible. Él regresaría en su auto, en el mismo en que llegaron al bar, cuando comenzaba la noche. De nada sirvieron los reclamos de sus amigos para hacerlo desistir del descabellado propósito. El que estaba próximo a celebrar sus nupcias, se subió al Ford plateado, estacionado en el solitario parqueo, e inmediatamente lo puso en marcha.
Para regresar a la ciudad desde el bar, situado en la zona turística de la costa, era necesario conducir por una carretera en ascenso. De repente, comenzó a llover copiosamente. Juan Miguel trataba de mantenerse en su senda sin mucho éxito. El alcohol y la lluvia se lo impedían.
Los faros delanteros del auto develaron la figura de una mujer haciendo autostop, bajo la fuerte lluvia, en la oscuridad de la noche. El joven, sin pensarlo, se detuvo al pasar junto a ella y la invitó a subir. Cuando entró, un extraño olor a flores inundó el vehículo.
-Gracias por recogerme. Te estaba esperando- le dijo una voz desde abajo de la empapada capucha.
-¿A mí? – pregunto el joven extrañado. - ¿Acaso nos conocemos?
-Sí, desde que te negaste a regresar en taxi a casa – respondió, concluyendo la frase con una risa maliciosa.
-¿Cómo lo sabes, si no estabas en el bar? – inquirió, tratando inútilmente de ver el rostro de la pasajera.
-Estoy en todas partes donde me llamen. Decidí esperarte antes que llegaras a la curva en la que estás ahora mismo entrando, al percatarme como conduces – le espetó sin disimular su propósito. – Tu temeridad me excita – concluyó, colocando una mano en la entrepierna del conductor.
Juan Miguel pisó bruscamente el freno y el auto resbaló en el pavimento mojado, deteniéndose al chocar contra la barrera de contención que delimitaba la carretera en la zona de curvas peligrosas.
-¡Señorita!, ¿qué pretende?- gritó Juan Miguel asustado al sentir la mano que le helaba su virilidad.
La mujer reía a carcajadas, disfrutando apasionadamente lo que estaba sucediendo.
-Creo que malinterpretó mi generosidad, si piensa que le di el aventón a cambio de sexo. Estoy a punto de casarme y amo a mi futura esposa - explicó el joven, que del sobresalto había recuperado la sobriedad.
-Por esta vez me ganó el amor, pero ya nos volveremos a ver – se despidió la extraña dama mientras se bajaba del auto, desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Afuera, había dejado de llover y el conductor de un taxi que venía en sentido contrario, disminuyó la marcha para preguntarle a Juan Miguel si todo estaba bien.
Esta es mi participación en el Concurso de historias breves "Humor y muerte" que convoca la comunidad #Literatos. Gracias a @es-literatos por brindarnos la posibilidad de compartir nuestro contenido en Español.
Contenido original de ✏️ Original content by @leopard0
Escrito original en Español ✒️ Translated with DeepL.com (free version)
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Una muerte atrevida y compasiva que permite que el amor le gane la partida "por los momentos". Me gustó, Gracias por compartir. Éxito en el concurso
Es así, el amor puede vencer a la muerte, aunque solo sea por un tiempo.
El agradecido soy yo por la visita, la amabilidad dejarme un comentario y los buenos deseos. 🌷
Excelente relato.Saciar deseos y decir sí, a tentaciones, pueden llevarnos a oscuros finales. Menos mal que Juan Miguel a pesar de sus gustos por la bebida y la adrenalina, hombre fiel. Saludos🙋☀
El Juan Miguel del relato no es un bebedor habitual. La ocasión lo hizo beber de más y el alcohol lo llevó a creer que podía conducir de regreso. Por suerte para él pensó en su próximo casamiento y el amor que sentía por su futura esposa y eso lo salvó de una visita temprana de la parca. 😉
Gracias por la lectura y el estimulante comentario. 🌻
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La muerte no descansa. Siempre parece tentarnos a través de una u otra cosa, en este caso para interrumpir no sólo la vida en sí misma, sino también el amor.
La muerte no tiene apuro, sabe que a todos nos llegará la hora de la cita con ella. Si la buscas, seguro la encuentras.
Gracias por la lectura 👍