Había una vez, un nido, en donde comenzaban a nacer polluelos. Todos comenzaban a salir de
uno en uno, excepto el último, el huevo con el cascarón en forma de corazón. Se negaba a salir,
sin importar cuanto la madre intentara sacarlo.
El resto de sus hermanos salieron al mundo. Todos eran grandes y fuertes, algún día surcarían
los cielos como solo ellos mismos podrían. La madre al darse cuenta de eso, dejó de preocuparse
y aceptó que su último hijo no saldrá del cascarón, entonces se enfocó en ayudar al resto de sus
hijos dándoles los nutrientes y el conocimiento necesario para el resto de sus vidas.
Llegó el día en que aprenderían a volar. Todos ellos estaban fuertemente entusiasmados y
preparados. Ya nadie lamentaba ni echaba de menos al último hermano, se acostumbraron a que
estuviese encerrado en el cascarón. La vida sigue, todos debían prepararse para volar hoy, incluso
su madre dejaría el nido junto a ellos, en busca de tierras más fértiles. Todo aquel que no aprenda
a volar será dejado atrás. Aun así, el único que quedó atrás fue, sin ser una sorpresa, el último
hermano. Su madre se resignó a que saliera al mundo, y el destino de ellos era volar libres en el
cielo, no podían esperarlo toda la vida.
Al poco tiempo de partir la familia, luego de tanto tiempo, estaba casi preparado para salir al
mundo, pero allí afuera de todas formas no habría nadie recibiéndolo. Él había podido escuchar
todo este tiempo, entonces supo que todos se habían ido para no volver. Fue así como el pollito
lloró, porque aun si saliera, estaba solo. Todo este tiempo escuchaba la risa y la alegría de su
familia, pero nadie podía escucharlo mientras él estaba dentro del huevo en forma de corazón. Su
cascarón en forma de corazón comenzó a agrietarse, liberando un líquido transparente. El líquido
que soltó el cascarón, fueron sus lágrimas acumuladas, causadas por la angustia de intentar salir y
no poder. Él también quería reír con su familia; él también quería surcar los cielos; él también
quería sentirse libre.
Su llanto atrajo a un hombre que vivía en el bosque, solitario. Hace muchos años ya que vivía
en el bosque, cuando todavía era joven vivía en el pueblo, pero él fue embrujado por sus pecados,
y ahora podía escuchar la voz de todas las cosas. La voz de todas las cosas en donde vivía, le
recriminaban. Entonces decidió mudarse al bosque en donde nada, ni nadie, lo conoce. Él sabía
cómo romper aquella maldición, pero el saberlo no le daba la capacidad de lograrlo.
El hombre bajó del árbol al pollito y lo llevó a su casa, allí le preguntó porque estaba solo.
El cascarón en forma de corazón
—No he podido salir de mi cascarón a tiempo, es demasiado duro y nadie podía escucharme —
dijo el pollito—. Creían que yo me negaba a salir por voluntad propia y han tenido que dejarme
para continuar. Tú, ¿por qué estás solo?
El hombre le contó que hace muchos años él era un soldado, hizo cosas horribles de las que se
arrepiente y quisiera olvidar, como aquella vez en la cual tuvo que enfrentar niños con ojos llenos
de ira y acabar con ellos. Cosas como esa lo cambiaron, jamás volvió a ser el mismo. Entonces
acudió un día a su casa una bruja, la cual lo maldijo a causa de sus crímenes. La maldición
consistía en poder escuchar a todo, desde ladrillos, platos, cubiertos e incluso su almohada, los
cuales le recordaban su delito. La única forma de romper la maldición es perdonándose, ya que
los primeros en culparle, siempre son su propia mente y corazón.
El pollito, le dijo que ellos no eran tan diferentes, ambos estaban atrapados por un cascarón en
forma de corazón. Estar atrapado en el cascarón los cohíbe de conectar correctamente con el
entorno y las personas que los rodean. El hombre tenía una familia que lo extrañaba, pero aun
después de tanto tiempo, seguía atrapado en su cascarón vacío. Un cascarón sirve para protegerse
y alimentarse, pero una vez está vacío, solo es una barrera que te prohíbe vivir correctamente. Y
ya el polluelo no estaba dispuesto a seguir en el cascarón. Entonces, con todas sus fuerzas,
comenzó a picotear el cascarón desde adentro, hasta que logró salir, mostrando que adentro
siempre había una hermosa ave con grandes plumas blancas. Su cuerpo estuvo desde hace mucho
tiempo preparado, pero el cascaron era demasiado fuerte, sus lágrimas lo agrietaron al haberse
desahogado y gracias a eso, logró salir dando su máximo esfuerzo una última vez.
El hombre, por primera vez desde hace años, comenzó a llorar. Él había cometido errores y el
pasado era algo de lo que no se enorgullecía y se arrepentía, pero vivir en el pasado era vivir en
un cascarón, y solo afuera del cascarón podía cambiar el mundo. Agradecido con la lección junto
al pollito, secó sus lágrimas para darse cuenta que poco a poco dejó de escuchar su voz. La
maldición se estaba desvaneciendo. Ahora él también había logrado romper su cascarón vacío.
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