Hay que matarlo

in Literatos4 years ago
Se despertaron sobresaltadas en la madrugada, apenas habían cerrado los ojos, no era la primera vez, había llegado. Que mal momento pues ese día tenían que acudir a una fiesta, por lo que se habían pasado toda la tarde y parte de la noche horneando roles de canela.

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Se reunieron en una esquina de la casa discretamente, trataban de no hablar muy fuerte para que no las oyera, madre e hija iban a matarlo, la madre, sintiéndose la más afectada fue primera en manifestarse:

-¡Estoy harta!- dijo en un movimiento que le hacía bailar los rollos en la cabeza.

-Shhhhh…lo vas a alertar- dijo la hija mientras echaba miradas nerviosas al comedor.

-Es que…¡Que cerdo! ¡Se está hartando los roles que tanto nos costaron!- intentó en un tono de voz más bajo aunque no menos airado.

-Mamá, déjalo por ahora, dime ¿cómo lo hacemos? ¿Con veneno?

-No, ese veneno no sirve, la última vez se comió la comida y más bien parecía que le hubiese echado adobo.

Hicieron silencio súbitamente pues se escuchó un ruido en la cocina, la hija se asomó para comprobar, respiró aliviada cuando se dio cuenta que el ruido había sido el plato que tapaba los roles al caer al piso. Eso era normal porque siempre dejaba estragos a su paso por cualquier habitación de la casa.

La mujer con rollos en la cabeza pregunto con la mirada y la hija negó, volvieron a su pose de conspiradoras:

-Lo que me provoca es agarrarlo y darle un golpe en la cabeza que lo deje tieso- siguió la madre, incapaz de refrenar su discurso violento.

-No creo que eso funcione, recuerda lo que paso el otro día- aconsejó la chica más joven pero más reflexiva.

La última vez que habían seguido esa línea de acción habían resultado heridas una en la cabeza al golpear contra un gabinete de la cocina y otra al caerse en una carrera persecutoria.

Las trampas y artimañas que le habían tendido tampoco habían dado resultados satisfactorios. Por lo que ninguna de las dos lo mencionó.

La madre ya se encontraba al borde de la desesperación, en momentos así a veces se nos ocurren las ideas más brillantes:

-¿Y si le disparamos? Tu tío tiene una escopeta que…-Y a veces no, como en este caso.

-Mamá, eso es demasiado drástico y…

-¿Drástico? ¿Te parece poco lo que nos ha hecho sufrir ese desgraciado? No nos deja comer, dormir, ni vivir tranquilas. Siempre tenemos temor de que en cualquier momento aparezca y arruine todo. Cuando no estamos hace desastres en la casa, como si nosotras no viviéramos aquí también, la otra vez me rompió el vestido más bello que yo tenía, el más caro, no pudo elegir uno más barato o más feo, no, ése, porque el infeliz quiere hacerme la vida cuadritos. Y ¿tú? La otra vez te rompió todos los libros con los que estudiabas, ¿es que acaso no te da rabia? Así que no me la calo más, no, no me parece drástico. Es hacer justicia, pegarle un tiro y se acabó.

-…Y los vecinos se darían cuenta y podrían llamar a la policía. Y entonces ¿Cómo explicaríamos que tenemos un arma para matar a-…

En ese momento se escuchó un ruido extraño, como un chillido de alguien ahogándose. Las dos se miraron extrañadas y se asomaron en la cocina.

Al no verlo sobre el plato de los roles, se acercaron más.

Allí estaba tirado en el piso, notoriamente hinchado, dando bocanadas para respirar, pero sin lograrlo.

Las dos mujeres se quedaron mirándole hasta que quedó inmóvil. No podían explicarse qué había sucedido, los roles no tenían veneno, ellas mismas se habían comido unos cuantos.

Al día siguiente, ya en la fiesta, en la madrugada se habían deshecho tanto del cadáver como de los roles que habían sido arruinados, la hija estaba en mitad de repartir platos cuando un chico le dijo:

-No, esa galleta no, soy alérgico a las avellanas.

Ante esto y dejando al chico confuso salió corriendo a buscar a su mamá quien estaba en mitad de un grupo conversando, la aparto para que nadie oyese.

-¿Qué pasa? –preguntó la señora que lucía las ondas resultantes de sus rollos en la cabeza.

-¡Mamá! Ya sé porque murió.-Dijo la chica emocionada por su descubrimiento.

-¿Por qué?-Pregunto intrigada.

-¡Era alérgico! ¡El ratón era alérgico a la canela!

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Felicitaciones. Buen relato, mantienes la intriga, el suspenso que nos brinda un aire jocoso y una espectativa por el final. Saludos