De la experiencia aprendí que los excesos son malos
Al llegar a la vivienda mi mamá tocó la puerta golpeándola con una aldaba de bronce fundido que colgaba en un antiguo mascarón, artísticamente cincelado, que estaba colocado arriba de la cerradura, la aldaba emitía un sonido fuerte y seco en cada percusión, toc toc toc, la amiga de mi mamá nos abrió y nos invitó a pasar, atravesamos el zaguán hasta llegar al Interior de la vivienda; la señora era una mujer bonita, de mediana estatura, piel tersa y morena, cabello largo, lacio, brillante y de un negro intenso como el más preciado azabache, estaba vestida con una bata de llamativos colores, de las que usan las mujeres de la etnia Wayuu en la península de la guajira y en los pies calzaba unas cotizas o sandalias tipo waireñas.
El interior de la casa era verdaderamente acogedor, el orden y la limpieza se notaba al entrar, todo estaba en su santo lugar, la vivienda era ventilada e iluminada por la claridad del día, los rayos del sol entraban directamente en aquel recinto a través de un gran tragaluz o vano de techo por donde se veía claramente el imponente cielo azul.
Al alzar la mirada se apreciaban las viejas tejas color terracota y las canaletas que recogían el agua de lluvia; además se podían ver en el patio central, justo debajo del vano de techo, muchas plantas medicinales y flores multicolores que con su belleza adornaban la casa, también se percibía en el ambiente un agradable olor a hierba fresca recién cortada.
Yo era inquieto y muy curioso por lo que en un descuido de mi progenitora salí al patio exterior de la casa, ahí vi muchos árboles frutales, uno de ellos estaba tan cargado que a su alrededor se veía una gran alfombra amarilla, eran muchos mangos maduros que habían caído al suelo, la tentación fue tan grande que agarré uno y me lo comí; !Dios, que sabroso! fue el mango más delicioso que hasta ahora he comido: dulce, cremoso, con un aroma similar al albaricoque o melocotón, una maravilla frutal de la naturaleza.
Terminada la visita mi mamá me fue a buscar al patio exterior de la casa donde; por cierto, me había ido sin permiso, al ver a mi mamá me asusté e inmediatamente le dije que solo me había comido un mango, pero mi cara, mis manos y mi ropa me delataron; estaba tan lleno de pulpa de mango que parecía un pollito, mi madre y su amiga se echaron a reir cuando dije que había agarrado sólo un mango.
Ante aquella realidad no le quedó de otra a la amiga de mi mamá que prestarle un paño y un jabón para que me bañara; hasta la ropa me la lavaron y me la secaron con una plancha.
Cuando llegó la hora de volver a nuestro hogar mi mamá me pidió que me despidiera de su amiga y le agradeciera la atención que nos brindó, lo hice con educación y mucho respeto; además le dije a mi mamá que me había gustado la casa, pero lo que más me había gustado era el mango que agarré en el patio exterior de aquellas hermosa vivienda. Ellas rieron a carcajadas.
De aquella experiencia me quedó una "adicción" por el mango, pero por la diarrea que me dió al llegar a mi casa aprendí que los excesos son malos.
jajajaja imagino que comió mango como un adicto XD y es que cómo no hacerlo, cuando se prueba uno, uno quiere más y más. Gran historia, saludos! 💕
Hola @pannavi Saludos y bendiciones infinitas para Usted y para sus seres queridos 🙏. Muchas gracias 🫂 por su comentario. Sí, el mango es una de esas frutas que cuando la comemos deseamos seguir comiendo 😋 jajaja y después vienen las consecuencias porque es un laxante natural jajaja 😂 jajaja 😂
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