LAS HORAS TAN LARGAS
La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha
Jorge Luis Borges
El hombre ocupa una mesa del recinto, esperando, de espalda a la puerta principal. Era de las pocas veces que su trabajo de censor lo llevaba a una biblioteca pública. La fama del libro que debía escrutar allí había trascendido la superstición común y se había asentado en las páginas de suceso de los principales diarios. De modo que, además, su trabajo se comunicaba con el de los sabuesos de la policía.
La bibliotecaria le alcanza el libro. Las horas tan largas. Al principio es algo confuso y se siente aletargado. Se recuesta sobre la silla, con la mirada perdida en el espacio solitario. Vuelve la mirada sobre las letras diminutas que parecen hormigas o pequeñas arañas. El hombre siente que profana una oscuridad infinita y que las letras, como pequeñas arañas, le han arrebatado los sentidos. Se siente como una mosca imposibilitada de volar, atrapada, paralizada por una araña. Un sonido confuso se entremezcla con la imagen de la araña: el susurro de su nombre repetido incansablemente.
Su perturbación no desaparece con el despertar, pero ya no tenía forma, y en su informe ubicuidad se había extendido por todo su cuerpo; y, del mismo modo que su sangre y sus cromosomas, inundaba hasta los propios fluidos que le mantenían con vida. El sueño fue como un pasaje de una vida a otra. Piensa que la tela de araña simboliza el tiempo que nos cobija y nos consume diariamente. Aunque no alcanzó a ver la acechanza de la araña, cree que es una representación de los demonios que hay en su interior, que han ardido de nuevo, pero, curiosamente, se volverán a deshacer en las llamas de donde han surgido.
El censor siente ganas de extender el espacio y detener el tiempo pero el continuo infinito no interrumpe la denuncia del reloj ni la acechanza de los minutos. Un saber antiguo: el tiempo transcurre como filtrando sus aguas por nuestros dedos. Entonces, se percata imposibilitado de levantarse. Rítmicas contracciones. Sudor como agua fría. Se retuerce y percibe caricias en la nuca. Observa las piernas delgadas y ágiles de la bibliotecaria
Se fija en la cinta blanca que parecía envolverlo. Piensa que es una broma mientras siente la fina tela que lo va envolviendo. Quiere abrigarse de fuerzas para continuar. Llenarse de esperanzas para resistir, mientras la mujer, que parecía un extraño insecto, va tejiendo su cuerpo con lentitud, como si bordara desde el antojo y el deseo y no desde la necesidad de aniquilarlo y alimentarse.
Se mira a sí mismo, desgarbado, acordonado en la silla, con el cuerpo deshecho. Intenta gritar pero nada. Su voz parece retenida, enclavada. Entonces siente el frío que sopla de una brisa diminuta y un rumor como de agua rompiendo piedras.
La mujer continúa, imperturbable, en su acto rutinario. Recoge el libro y lo lleva hasta el estante de donde no debió moverse nunca. Y aunque eran las doce menos cuarto de la mañana, para él la noche está a punto de suceder.
Jaja muy buena historia!
Por eso la gente le esquiva a las bibliotecas... Se han vuelto sitios muy peligrosos en estos últimos tiempos... solo los ratones de biblioteca sobreviven.
Me gustó el manejo del ritmo en el cuento. La parte más somnífera y el final que te devora. También muchas gracias por tu comentario compa!
Gracias a ti, compañero.
Vaya, este es un buen cuento. Has logrado captar la atención del lector a medida que se adentra en la trama.
Excelente, felicitaciones🎉
Muchas gracias por su valoración, @tommy27
☀️ Feliz domingo🎉
Excelente, @morey-lezama. Felicidades por el 1er lugar del concurso, un premio bien merecido. No sabía sobre tu participación, creo que es de las pocas que me faltaron por leer. Sin duda, merece mayor difusión. Espero leerte más seguido. Saludos!
Gracias, @juniorgomez. También te felicito por tu relato y por tu premio. Igualmente espero leerte más seguido. Saludos.