Dos calvarios, un desierto
Autor: @nachomolina2
Tomándome en sus brazos me condujo a la recámara.
Un brevísimo instante, así de intenso, donde ni la luz del candelabro celebraba nuestro encuentro.
Hundióse a tragaluz al marco de una habitación mullida en terciopelo de la cual su nave tocaba el cielo y donde solo atestiguaban a placer los sórdidos gemidos dejados a la ciénaga, en ecos.
Fuimos un manto de lis proyectado por doquier junto a la sombra de los grandes rascacielos, incómodo momento, cuando creímos ver la silueta centinela del Inmenso, observando la unión de nuestra mente y cuerpo.
Los mosaicos de un insoñable paraíso, acechaban como lucernas en el agua del océano, entretanto, embebidos en uno y otro, simplemente, amábamos bajo el diáfano recuerdo.
Afuera, el firmamento fue plomizo, el sol vagaba en la piel con desenfreno y nuestras vidas de forma inesperada daban un giro.
Entrelazados a la vorágine, convirtió la entrega en castigo y la huida de la tarde tornó su piel en lánguida desgracia, atávico laberinto, donde rara vez le encontraba, menos aún, le podía ver con mis pupilas extremadamente dilatadas.
Y sentimos el ahogo del ser, también el alivio que reclama el cuerpo. Ni tan siquiera el más ínfimo de los susurros fue capaz de perturbar la magia de querernos, dos calvarios incontenidos bajo el húmedo cubril del deseo, ahora sumidos en la peor tragedia sin tan siquiera saberlo.
Fue así, la casi imperceptible voz que alcanzaron nuestros labios, única guía, del amor consumado en el silencio.
Y al despertar del siguiente día advertí del aposento bajo mis pies, justo a mi lado, un lánguido cuerpo humano convertido en anciano, el mismo que horas atrás pigmentaba sonrosado su desnudez, aflorando la sabia palabra en una poesía trazada con sus manos.
Ahora tumbado en la alcoba me obligó a preguntar: ¿Dónde se escondió el amor desbordado? ¿Por qué esta habitación, nuestro nido, se convierte en cárcava de tu cuerpo mermado? ¿Cuándo, la desolación se abrió paso entre dos seres tan profundamente enamorados?
Corrí hacia la ventana pensando en recolocar mis pensamientos. Al plegar las cortinas, vi en el horizonte las dunas de un desierto, umbrío y cenizo. Donde próxima la mañana, moría a su vez. Donde nada quedó del antiguo mundo, ni tan siquiera, una huella de lo que fuimos ayer.
Y así moría también el amante, bajo mantos arena que cernían sobre él, los años. Le hundían caprichosamente hasta quedar cubierto, un señor disgustado con forma de torbellino diciendo que el amor no dura por siempre, ni tampoco, los amantes deben eternizarlo.
Sé que estás en la inmensidad, pero no te veo, aún en todas partes, imposible es soñar entre dos calvarios, un desierto...

@nachomolina2
venezuela
2025
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