Las manos que cerrarán sus ojos
La madre entró a una tienda, le entregó una fotografía a la vendedora, ésta la vio e hizo un gesto negativo con la cabeza. La madre bajó el rostro y salió lentamente de la tienda. Ya afuera miró al cielo y se llevó la mano al pecho, como si dentro de ella tuviese un reloj que marcara cada segundo perdido: Tic-tac, tic-tac.
=:ox0xo:=
Desde hacía 3 semanas no sabía nada de su hija. La última vez que la vio, le dijo que se iría a San Lorenzo para una entrevista de trabajo. Supuestamente un hombre llamado Amílcar Madrid la estaría esperando. No se iría ese día, pero sí el siguiente. Después de eso, la madre no tuvo otra visita, ni llamada ni un mensaje, solo silencio.=:ox0xo:=
La madre sentada en aquella plaza de San Lorenzo parecía un ave perdida. Desde el segundo día de no saber nada de ella, la comenzó a buscar. Como un animal había seguido cada una de las huellas de su hija, encontrando una maraña de acertijos, pistas falsas, mentiras laberínticas, promesas rotas. Algo le decía que su hija la necesitaba. Se llevó nuevamente la mano al pecho: Tic-tac, tic-tac=:ox0xo:=
Se levantó y siguió preguntando. No eran solamente los periódicos que hablaban de muchas chicas engañadas, abusadas, desaparecidas, también estaban sus pálpitos, esas pesadillas donde ella veía a su hija con los ojos abiertos, esperando que ella llegara para cerrarlos.
Desde hacía 3 semanas no sabía nada de su hija. La última vez que la vio, le dijo que se iría a San Lorenzo para una entrevista de trabajo. Supuestamente un hombre llamado Amílcar Madrid la estaría esperando. No se iría ese día, pero sí el siguiente. Después de eso, la madre no tuvo otra visita, ni llamada ni un mensaje, solo silencio.
La madre sentada en aquella plaza de San Lorenzo parecía un ave perdida. Desde el segundo día de no saber nada de ella, la comenzó a buscar. Como un animal había seguido cada una de las huellas de su hija, encontrando una maraña de acertijos, pistas falsas, mentiras laberínticas, promesas rotas. Algo le decía que su hija la necesitaba. Se llevó nuevamente la mano al pecho: Tic-tac, tic-tac
Se levantó y siguió preguntando. No eran solamente los periódicos que hablaban de muchas chicas engañadas, abusadas, desaparecidas, también estaban sus pálpitos, esas pesadillas donde ella veía a su hija con los ojos abiertos, esperando que ella llegara para cerrarlos.
Nice story and very inspired
Thank you for your comment