Se vende una casa con fantasmas
_Esto es por normas del gobierno. Debemos poner en la puerta por qué la casa no ha sido vendida y por qué los que la han comprado, con los días, han roto el contrato.
_Aquí dice que hay fantasmas en la casa. ¿Es real o es mala publicidad? –pregunté sonriente de manera irónica. Pocas cosas en la vida lograban cambiarme el ánimo.
_No sé si sea cierto o no, solo debemos poner ese cartel allí, con esa especificación. –explicó la mujer llevada por la intuición de que si respondía algo más, seguramente no compraría la casa.
Pero fue todo lo contrario: aquel aviso hizo que me decidiera por la casa. Al mes de haber firmado el contrato, estaba instalado, con todos los muebles de la casa anterior y con todas las pocas pertenencias que tenía. En muchas oportunidades sentí que alguien, o algo, me perseguía por los pasillos, pero como de cierta forma estaba acostumbrado, pensé que era mi sombra ese ente detrás de mí.
A esa altura de mi vida, mi padre había muerto y mi madre también y la única novia que había tenido, había muerto de una enfermedad grave, por lo que la muerte más que una enemiga, era una compañera, le conocía el rostro, los pasos y hasta le sabía las señales que daba para presentarse. No le temía y varias veces que escuché pasos por los pasillos solos, pregunté:
_¿A qué has venido?¿Vienes a llevarme?
Tal vez fue al año, luego del invierno y el ataque de tos que no me dejaba dormir, que supe que la muerte había hecho casa debajo de mi cama. Lo sabía porque mientras dormía, el cuerpo se me calentaba o se me enfriaba y sentía como mil hormigas en el cuerpo. Fui poco a poco perdiendo peso y el color de mi piel pasó de blanco a amarillo y luego a tonalidades verdes.
Sé que la gente murmuraba al verme tan demacrado, que había comprado aquella casa llena de fantasmas. Para ser sincero, más que huir de aquellas paredes, decidí quedarme. Fue así que sonreía cuando alguien venía a comprar la casa y yo estaba allí, sentadito en la puerta, sin que nadie me viera, esperando descansar también debajo de la cama de un ser vivo que se atreviera a comprar, a pesar del aviso.
HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS
[Inglés]
As I walked into the house and saw the large sign on the door, the saleswoman from the real estate company stopped to explain the sign to me:
_This is by government regulations. We must put on the door why the house has not been sold and why those who have bought it, over the days, have broken the contract.
It says here that there are ghosts in the house. Is it real or is it bad publicity? -I asked with a wry smile. Few things in life could change my mood.
I don't know if it's true or not, we just have to put that sign there, with that specification. -The woman explained, driven by the intuition that if I answered anything else, surely I wouldn't buy the house.
But it was just the opposite: that notice made me decide to buy the house. A month after signing the contract, I was settled in, with all the furniture from the previous house and all the few belongings I had. On many occasions I felt that someone, or something, was chasing me through the corridors, but as I was somewhat used to it, I thought it was my shadow behind me.
At that point in my life, my father had died and my mother too, and the only girlfriend I had ever had, had died of a serious illness, so death, more than an enemy, was a companion, I knew her face, her steps and I even knew the signs she gave to introduce herself. I was not afraid of him and several times when I heard footsteps in the corridors alone, I asked:
_What have you come for? Have you come to take me away?
Perhaps it was a year later, after the winter and the coughing fit that kept me awake, that I knew that death had made its home under my bed. I knew it because while I slept, my body became hot or cold and I felt like a thousand ants in my body. I gradually lost weight and the color of my skin went from white to yellow and then to shades of green.
I know that people whispered when they saw me so emaciated, that I had bought that house full of ghosts. To be honest, rather than running away from those walls, I decided to stay. So it was that I smiled when someone came to buy the house and I was there, sitting at the door, without anyone seeing me, waiting to rest under the bed of a living being who dared to buy, despite the warning.
Me gusta mucho la forma breve que tienen tus relatos para contarnos tantas cosas.
Siempre salgo complacido de leerte.
Es una suerte poder hacerlo. 🌷
Muchas gracias por tus palabras. Son importantes, aunque no lo creas. Saludos
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Feliz y agradecida por vuestro apoyo. Saludos
Guao. Pero qué final. Me guastó la historia bastante.
Solo te diría busca cómo colocar los guiones correctos de diálogo para que tu texto se lea magníficamente.
Muy buen trabajo.
Muchas gracias por tu apreciación
Excelente historia
Gracias
Me encanta la forma el la que escribes tus relatos
Gracias