EL GRANJERO DE LOS MANGOS
CONTENIDO ORIGINAL EXCLUSIVO PARA LA COMUNIDAD DE HIVE
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PARTE 1
Tengo la propiedad más grande de todo el sector. Unas treinta hectáreas de cerco perimetrado, donde hay una planicie llena de tierra fértil, tierra marrón oscura, algo húmeda por el río subterráneo que pasa por todo mi terreno y mantiene a todas mis plantas nutridas y hermosas. Estoy cultivando lo necesario y más rico: lechosa, melón, parchita, tamarindo, limón, y hasta guanábana. Pero sin dudas, mis mejores frutos son los mangos.
Vaya, esos mangos son muy buenos, no hay mangos mejores en todo el llano venezolano. La gente lo sabe, siempre vienen a pedirme, pero me niego a compartir mis mangos, son míos. ¿O es que alguien me viene a mí a ofrecer de lo que tienen?, mis mangos no los tocará nadie. Son míos. Y eso siempre se lo he dejado claro a la gente que quiere meterse en mi terreno.
Y últimamente tengo la sensación de que alguien se está metiendo a robarlos. Siempre escucho en la noche sus pasos; además de que Leticia y Muñeca se ponen muy inquietas, pero ellas no se mueven si yo no sé los ordeno, son muy obedientes. Saben que las premio de la manera correcta si me hacen caso. Mis perras y yo somos los únicos que podemos merodear en este terreno; y el que entre, pues, lo mato.
Y no es que sea un obsesionado, ni un loco. ¡Loco no soy!; a veces me quieren decir que estoy loco. Pero no soy loco, solo no me gusta que se metan en mi terreno, y mucho menos a que me roben mis mangos. Aún recuerdo el último que se metió en mi terreno, se llamaba Clemente. Y sé que se llamaba así porque lo último que escuchó ese hijo de puta ladrón, fue su nombre. Fue el grito de quien lo acompañaba cuando vio que mi machete desgarraba la garganta de ese infeliz.
Ese día, quisieron meterse a robarse mis mangos, como andan haciendo estos desgraciados últimamente. Se estaban encaramando a buscarlos más arriba, y le disparé un escopetazo a uno en la pierna, que lo hizo caer de una rama de unos 2 metros de altura, al caer se fracturó el tobillo de inmediato. De ese sí no supe el nombre, pero de igual forma iba a matarlo.
Clemente quiso escapar, pero Muñeca lo alcanzó rápidamente y lo mordió en la pierna, eso lo hizo caer en un bache del terreno y pegar la cabeza contra alguna piedra. Fue entonces cuando me acerqué, y con mi machete lo degollé en tres golpes secos.
¡CLEMENTE, NO CLEMENTE!; gritaba el otro infeliz; “deja de lamentarte por él, preocúpate por ti”; le dije gritando. Su rostro cambió a un color tan blanco y pálido que me hizo reír a carcajadas. A Clemente procedí con el machete a abrirle las tripas, para que salieran sus sesos y pudiera comer Muñeca en paz.
Con el otro me divertí más, lo amarré y lo arrastré hasta la casa, y con la sierra eléctrica lo piqué en pedazos, así podía comer Leticia, que en ese entonces estaba cachorra todavía. Mis perras siempre merecen comer lo mejor, y nada sabe mejor que la carne de un traidor para mis bellas perras, mestizas, de ojos rojos y dientes largos.
Tengo vivo recuerdo de esa noche todavía. Luego de lo sucedido, cuando me metí a bañar, la regadera quedo completamente roja de sangre que limpió de todo el cuerpo, el agua era fría, y alguna de las perras no paró de ladrar en toda la noche. Yo igual casi no duermo, no me gusta malgastar mi tiempo en eso, pero estuve tranquilo en mi hamaca reposando.
Y lo volvería a hacer, se los digo, no dejaré nunca que alguien vuelva a robarme mis mangos, y si tengo que montar una cacería en la noche con mi rifle para lograrlo, pues lo haré. Solo debo esperar que sea la noche y esconderme con mis perras, y ellos mismos vendrán hacia los mangos. No los voy a perdonar, están muertos y no lo saben.
Mientras, iré preparando mi rifle y mi machete, lo amuelo para afilarlo y preparo mis mecates, todavía están manchados de sangre de aquella vez. ¿Estaré loco?; pues no, ¡NO LO ESTOY!; loco estaba mi primo Edgar, ese sí, era tremendo loco. Cuando éramos niños, recuerdo que secuestrábamos a gatos recién nacidos y los lanzábamos desde la azotea, solo para divertirnos.
Edgar era un maldito loco, yo veía a los gatos caer, los lanzaba y luego miraba para ver qué pasaba con ellos, eso era lo normal. Edgar era un enfermo que solo ponía su oído, no los veía, le encantaba, era escuchar cómo se quebraban los huesos de los gatos, me decía que era su sonido favorito, y que no había sonido más agradable en el mundo. Díganme ustedes si eso si no es ser un loco. Edgar sí que estaba loco. Debe ser por eso se terminó suicidando hace unos años. Por loco.
Pero ese no es el caso, el caso es que yo no estoy loco; y así siempre lo he hecho saber. Una vez, a un tipo que quería decirme siempre que le venía en gana que yo era un loco, tuve que demostrarle que no era así. En una de sus idas a la cantina, salió sumamente ebrio y lo secuestré. Lo dejé amarrado durante 2 años en el mismo palo, y lo único que veía todos los días, era a Muñeca comiendo los sesos de los cochinos que eran sacrificados.
Cuando lo solté, apenas y podía hablar, su mirada estaba ida, y no era coherente, terminó siendo un maldito loco. ¿Ven?, él quería decirme que yo era un loco, y terminó loco de remate. Más nunca supe de él, pero para garantizar que no dijera nada tuve que cortarle la lengua. A lo mejor se habrá suicidado también.
Pero bueno, ya es hora, ha llegado el momento de cazar a esos desgraciados que se meten en mi terreno a robarme los mangos, no serán perdonados, como no debe serlo ningún ladrón. Me voy acomodando en mi escondite, mientras la luna llena alumbra perfectamente el lugar donde deberían entrar los ladrones. Me preparo con mi rifle, y mis perras a un lado, calladas y silenciosas, ellas entienden todo. Pasando las horas, entran los desgraciados, por fin llegaron.
Al fin entraron, esos desgraciados, perros sucios, hijos de puta, ladrones de mangos, abusadores. Los voy a matar. Los voy a matar a cada uno de ellos, no quedará ninguno, todos los que entraron esta noche serán asesinados, cortados y dado de comer a mis perras, mis fieles Muñeca y Leticia. Están muertos y no lo saben, pero ya lo van a ver, JAJAJAJA, ya lo van a ver.
Ya vienen, si los vieran, estando felices, pensando que se van a robar mis mangos, creen que pueden, creen que pueden violar mi territorio y meterse cuando quieren. Pero se van a morir, ya verán, solo dejen que se acerquen más y empiece a robar, para que vean como mis perras y yo los vamos a dejar, ¡SE VAN A MORIR!
La noche está clara, la luna ilumina todo mi perímetro, las vegetaciones hermosas que tengo en mi terreno se ven con coronas debido al brillo de la noche. Los animales suenan sin cesar, grillos, búhos, y lagartijas arrastrándose que logran sonidos entre las hojas, y que irónicamente hacen preocuparse a los ladrones. No se preocupen desgraciados, que yo no vengo, sino que ya estoy. Ya estoy aquí, listo para matarlos.
SEGUNDA PARTE - LEER AQUÍ.
Yo creo que si ta loco😅
Es un incomprendido
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