fotografía de mi autoría
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Hola mundo HIVE, el 29 de Mayo se celebró en Venezuela el día del adulto mayor, Mayo también es el mes de las madres y ahora en junio recién celebramos el día del padre, por esos motivos he creado este cuento breve, como homenaje a esas figuras relevantes en nuestras vidas.
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La Taza Rota
Atareado en una reunión sorpresa e importante con el presidente de la empresa para la que trabajo, me sentía muy estresado, con un montón de informes, datos, números; para colmo, Mirna, mi asistente no pudo venir, su padre había enfermado y le acompañaba en el hospital. Los demás socios, traían más informes y papeles que amontonaban en pilas sobre el mesón, a la espera de la importante reunión.
La cafetera, resoplaba como señal de que el café estaba listo, habíamos encargado un juego de tazas nuevas relucientes con el logo de la empresa en dorado, se colocó cada una al lado de cada pila de papeles y una de mayor tamaño, especialmente decorada se ubicó a la cabecera de la mesa donde el líder de la empresa se sentaría.
En pleno alboroto, a pocos minutos de la llegada del jefe, sonó mi celular por cuarta vez, esta vez era mi padre, le atendí con un descortés:
-¡Hoolaaa!… padre, estoy en medio de algo importante, te llamo luego.
No le presté atención, después de varios “si papá” casi al borde de la exasperación, le colgué, justo cuando el ruido y las carreras en la sala anunciaba la llegada del presidente de la empresa.
En ese momento irrumpió una señora elegante entrada en edad, quien inspeccionó la habitación, re-ordenó los asientos, colocó al lado de la silla presidencial al ejecutivo de mayor edad, aunque él no tenía mayor relevancia en los puntos a tratar. La dama elevó la mirada y preguntó:
-¿Quién organizó esta reunión? ¡Quiero hablarle un momento!
Me presenté, ante la dama:
-Soy en subdirector general de negocios, responsable de esta reunión
La señora me miró, en un recorrido rápido por la mesa preguntó:
-¿Conoce usted, el nombre de cada uno de los asistentes? Y ¿El tiempo que tienen en la empresa?
Respondí mientras la seguía en torno a la mesa y ella alineaba las pilas de papel de cada puesto.
-¡Si claro!, somos un equipo de trabajo muy integrado.
Al llegar a la cabecera de la mesa, miró el detalle de la taza, volteo a verme y me dijo:
-Por favor ¡Retire eso de aquí!
Me entregó la taza y el pequeño plato donde reposaba, sorprendido y molesto, alcance a balbucear:
-Pero… ¡Pero este es un detalle que hicimos especialmente para el presidente!
La señora me miró con autoridad intimidadora, para decirme:
-¡Créame!... A él no le importará
La señora se alejó con prisa y se apostó al lado de la entrada al salón, tomó un pequeño estuche y un portafolio de cuero, asumió una postura casi de guardia de honor. mientras yo me sentía indignado por el desaire, me retiré a mi puesto y llevé la taza conmigo.
La puerta del salón se abrió y el presidente entró, en principio su aspecto no era tan impresionante, al menos no más que la de su asistente, era un señor maduro casi entrando en la tercera edad.
A su paso la asistente le acompaño hasta la silla, le entregó el portafolio y del estuche sacó una taza de con el asa rota y parte del borde astillado, la superficie exterior descascarada en gran parte de su extensión. La colocó con delicadeza al lado de la pila de papeles en la cabecera de la mesa.
En una hora y media todos los puntos de la reunión se habían abordado, pese a la importancia de lo tratado, mi pensamiento se distraía entre aquella tasa rota y el mi vano esfuerzo por impresionar a un viejo ejecutivo.
Todos los asistentes se levantaron para retirarse, yo permanecí en el asiento, girando el café con la cucharilla en mi espléndida taza, distraído en mis pensamientos, las sacudidas por la vibración del teléfono en mi bolsillo se acompañaba de un zumbido, mi divagación en el vacío de mis pensamientos se interrumpió, por la voz ronca del presidente de la empresa:
-Joven, ¿no va contestar su teléfono?... puede ser algo importante.
Contesté sin levantar la mirada, cansado por el estrés de preparar la reunión:
-No se preocupe señor, es sólo mi padre que tiene alguna duda sin importancia, la resolveré al llegar a casa.
El alto ejecutivo, se apartó de los aduladores a quienes dirigió a su asistente para que les atendiera:
-Señores, me disculpo, sus asuntos serán agendados con mi asistente afuera del salón, por el momento voy a resolver una situación personalmente.
El presidente, tomo su taza y caminó hacia mí:
-¿Puedo acompañarlo? Usted organizó la reunión y creo que fue productiva, pero algo me dice que no está satisfecho… por cierto, hermosa taza la que ostenta, digna de un buen café.
Le contesté, con una actitud de desencanto:
-Esta taza era para usted, un detalle para impresionarlo, no funcionó, usted prefirió tomar su café en esa taza roída, asumo que es una de esas excentricidades de alguien en su posición.
El ejecutivo, desabrochó su chaqueta, se la quitó y la colgó al respaldo de la silla, suspiró palmeó mi hombro, y me dijo:
-Sabes, alguna vez fui como tú, en joven ejecutivo con aspiraciones a llegar a cargos importantes, a costa de lo que sea, dejé muchas cosas atrás para seguir adelante, ciertamente me deshice de cosas y personas que hacían de lastre a mi progreso, pero también dejé atrás personas valiosas, a quienes les dije te atiendo luego, pero nunca lo hice.
Tomó lo que quedaba de café en su taza, me la mostró, comenzó a contarme su historia:
-Esta taza, roída, golpeada, reparada pedazo a pedazo, fue un regalo que le hice a mi madre cuando regresé a casa de la universidad, después de graduarme en economía, de hecho traje una para mi padre y esta para mi madre; apenas se ve el logo de la universidad y año de graduación.
Mi madre siempre tomaba su café en esta taza con orgullo, al final la colocaba con cuidado en la repisa, pero mi padre llevaba la suya a todos lados, terminó por romperla, cuando lo supe me disgusté con él y le prohibí usar la de mama.
Años después mi madre enfermó y murió, aquel golpe afectó a mi papá quien en soledad, envejeció rápidamente su mente ya no era la misma. Él a escondidas agarraba la taza de mama, para tomar un café, pero por el temblor de sus manos la dejó caer más de una vez, poco a poco las magulladuras aparecieron, un día el daño fue mayor, la taza se había roto.
Cuando me di cuenta del daño, me enojé mucho, le reclamé, fui despiadado con mis comentarios, le señalé cada torpeza en sus acciones… él solo guardó silencio. Subí a mi habitación estaba furioso y dolido.
A la mañana siguiente encontré la taza reconstruida con pegamento, solo faltaba el asa, mi padre miraba la pieza, no había dormido en toda la noche reparando pieza por pieza la taza rota, en sus manos temblorosas sostenía el asa y al mirarme dijo:
-Perdona hijo, no pude pegar el asa, si la dejas así pueda que aun sirva… te prometo que no la volveré a tomar, pero es que extraño mucho a tu madre y en esa taza hay mucho de ella.
Conmovido, abracé a mi padre como nunca antes, lloré como un niño… el hombre fuerte que formó mi carácter, ahora frágil me enseño cuanto debemos valorar a quienes sentaron las bases de quienes somos, nada es más importante.
Dos años después, mi padre siguió los pasos de mi madre, desde entonces esta taza roída, desgastada me acompaña, como recuerdo de que no me formé solo, una parte de mí esta en cada pieza de esta taza que mi padre reconstruyó, tal como hacía conmigo cada vez que me equivocaba, o tropezaba en la vida.
Así que, contesta ese teléfono, o mejor ve casa y abraza a tu viejo, resuelve sus dudas, dale esa taza lujosa a tu padre y si se rompe arréglala , tantas veces, hasta donde puedas.
Después de oír esa historia corrí a casa, encontré a mi padre preparando la cena junto a mi hermano menor, quien había llegado de sorpresa, abracé a mi familia, apague mi teléfono compartí como hacía tiempo no lo hacía, le regalé la taza especial a mi padre.
Han pasado algunos años, soy presidente de la división oeste de mi empresa y la taza tiene algunas raspaduras, el borde un poco astillado, pero su significado está intacto.
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Gracias por leerme.
La Taza Rota, es un cuento corto de mi creación.
Ramsés O Pérez G, médico, escritor ocasional de narrativa ligera
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