Desde mi ventana holográfica
Desde mi ventana holográfica, conectada a la red intergaláctica, observo los más desesperados intentos del hombre por evitar su inminente extinción. Estamos a mediados del siglo XXIII, ya la población mundial se ha reducido en un 70% y según los pocos organismos internacionales que aún se dedican a la conservación del ambiente, el ser humano ha entrado en la categoría de Especie En Peligro Crítico.
En los últimos cien años el hombre, gracias a la más alta tecnología, ha buscado infructuosamente revertir los daños en el medio ambiente. Hoy el uso de combustibles fósiles se ha eliminado por completo, pero ya el cáncer de la contaminación había hecho metástasis en lo más profundo de la litosfera y en lo más elevado de la atmósfera.
Dos décadas hacen desde el último parto natural. Algunos aducen que es por el deteriorado estado de salud del hombre común, que ha hecho imposible la concepción. Yo, sin embargo, estoy completamente seguro que la causa principal es la extinción, no de otra especie animal o vegetal, sino la extinción del amor.
Los científicos prometieron que la clonación, que ya creían perfeccionada, sería la solución para incrementar la población mundial. Pero la tecnología otra vez se equivocó y no ha podido igualar la perfección de la naturaleza. Millones de clones sucumbieron por males genéticos y aún hoy no han encontrado la manera que sólo uno pueda superar los diez años de edad.
Otro intento tecnológico por preservar y alargar la vida de los pocos habitantes del planeta ha sido la sustitución de órganos y tejido vivo por partes biosintéticas que emulan las funciones corporales. Cumplen su labor, parcialmente. Pero la vida es tan irónica que la eternidad es aburrida, pensar que podría vivir para siempre gracias a la tecnología me hace querer morir para recordar que estoy vivo.
Los más osados y pudientes intentaron huir del planeta, colonizar alguno de los cinco planetas encontrados con condiciones para albergar vida, pero en su camino toparon con otras formas de vida que conociendo del mal causado a la tierra ofrecieron resistencia y los echaron de sus sistemas solares. Hasta se sabe de una civilización que sabiendo no podrían enfrentar a los humanos y sus posibilidades armamentísticas, se autodestruyeron en diez segundos.
Un día más culmina frente a mi ventana holográfica y otros varios intentos frustrados y vencidos por siglos y siglos de abuso y maltrato a este globo en el cual estamos embarcados todos, en un viaje no se sabe con qué destino.
From my holographic window
From my holographic window, connected to the intergalactic network, I observe the most desperate attempts of man to avoid his imminent extinction. We are in the middle of the 23rd century, the world population has already been reduced by 70% and according to the organizations that are still dedicated to the conservation of the environment, the human being has entered the category of Critically Endangered Species.
In the last hundred years man, thanks to the highest technology, has unsuccessfully sought to reverse the damage to the environment. Today the use of fossil fuels has been completely eliminated, but the cancer of pollution had already metastasized deep in the lithosphere and high in the atmosphere.
Two decades have passed since the last natural calving. Some argue that it is because of the deteriorating state of health of the common man, which has made conception impossible. I, however, am absolutely certain that the main cause is the extinction, not of another animal or plant species, but the extinction of love.
Scientists promised that cloning, which they already believed to be perfected, would be the solution to increase the world's population. But technology was wrong again and has failed to match nature's perfection. Millions of clones succumbed to genetic maladies and even today they have not found a way for a single clone to live to be more than ten years old.
Another technological attempt to preserve and extend the life of the few inhabitants of the planet has been the replacement of organs and living tissue with biosynthetic parts that emulate bodily functions. They do their job, partially. But life is so ironic that eternity is boring, to think that I could live forever thanks to technology makes me want to die to remember that I am alive.
The most daring and wealthy tried to flee the planet, to colonize one of the five planets found with conditions to harbor life, but on their way they encountered other forms of life that knowing the evil caused to the earth offered resistance and threw them out of their solar systems. It is even known of a civilization that, knowing they could not face humans and their weapons capabilities, self-destructed in ten seconds.
One more day culminates in front of my holographic window and several other attempts frustrated and defeated by centuries and centuries of abuse and mistreatment of this globe on which we are all embarked, in a journey with an unknown destination.
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