“Las maldiciones no se rompen; cuidado, solo cambian de manos...”
El secreto del orbe. Mi abuela ya no es la bruja…
A veces me pregunto cómo terminé aquí, en esta casa vieja que parece sacada de una película de terror. Todo cruje, hasta las paredes parecen respirar, y la abuela... bueno, ella es otra historia. Siempre con esa sonrisa que me da escalofríos, como si supiera algo que yo no. Pero lo peor es el orbe, un objeto raro de cristal que está sobre la mesa del comedor. Desde el principio me da mala espina.
La primera vez que lo toco, siento un frío tan intenso que me recorre hasta los huesos. Es rarísimo, como si el orbe tratara de colarse en mi cabeza. Me asusto y lo suelto, pero, justo antes, juro que escucho algo. Y era mi nombre. Sí, mi nombre. Me digo que es mi imaginación, pero, en serio, no hay viento ni nada.
Esta noche, la voz vuelve, más clara. Viene del orbe, y aunque me muero de miedo, me acerco. Lo toco otra vez, y es como si alguien encendiera un proyector en mi cabeza. Veo a mi abuelo, rodeado de sombras que lo atrapan. Y luego, me mira aterrorizado y me dice:
— Ayúdame, Clara. Tu abuela sabe. —
Al día siguiente, muy nerviosa le pregunto a mi abuela sobre lo ocurrido. Ella simplemente se ríe, pero no de una forma normal, más bien como si se burlara de mí.
— El orbe es solo un adorno viejo, niña. Deja de imaginar cosas — dice, pero sus ojos... no sé, algo no está bien.
Entonces recuerdo que, cuando era niña, siempre escuchaba comentarios en la familia sobre el orbe. Decían que tenía poderes extraños, pero nunca les presté atención. Tal vez era por mi edad.
Ahora, decido acabar con esto de una vez por todas.
Es de noche, por lo que decido llevar el orbe al jardín y lo lanzo con todas mis fuerzas contra el suelo. Pero no pasa lo que espero. En lugar de romperse, una luz gigante me envuelve. Cuando todo se calma, ahí está mi abuela, o lo que solía ser ella, sosteniendo el orbe con sus ojos oscuros, tan distintos a los que conozco.
— Gracias, Clara, eres mi liberación — dice, y aunque su voz es múltiple y cavernosa, se percibe con cierto rastro de alivio.
Intento huir, pero un calor surge desde mi interior, como si el orbe estuviera conectado a mi alma. De repente aparece entre mis manos que lo sostienen involuntariamente. Entonces, una avalancha de imágenes me golpea: veo a mi abuelo atrapado por sombras y a mi abuela cuando era joven, sosteniendo el orbe con la misma mirada perdida que ahora siento en mí.
— No es solo un poder, Clara. Es un sacrificio que se pasa de generación en generación. Yo también traté de liberarme, pero alguien tiene que preservarlo. Sin embargo, tú podrías intentar lo que yo no pude — dice mi abuela antes de desvanecerse, dejando un vacío en el aire.
Esta impotencia me consume. Busco soltar el orbe, convirtiéndose en algo pero adherido pegado a mí. Aun así, logro tener una chispa de esperanza en mi interior: porque siento un camino para liberar a mi abuelo y con el romper maleficio de una vez por todas.
Ahora entiendo que esto ya está decidido, pero no pienso darme por vencida así como así. Sí, me tocó heredar algo que para la mayoría sería más una maldición que un don, pero también tengo una pequeña esperanza. Quizá, algún día, alguien más llegue a involucrarse como me tocó a mí, y tal vez juntos podamos terminar con esto de una vez por todas.
Es terrible haber llegado a este extremo. Mi abuela se desligó de esa figura oscura y aterradora. Pero ahora la carga es mía. Lo que sí es cierto es que en este nuevo camino, la bruja soy yo…
English Version
“Curses don’t break; beware, they only change hands..."
The Secret of the Orb. My Grandmother Is No Longer the Witch…
Sometimes I wonder how I ended up here, in this old house that looks like it came straight out of a horror movie. Everything creaks, even the walls seem to breathe, and my grandmother… well, she’s a story of her own. Always with that smile that sends chills down my spine, as if she knows something I don’t. But the worst part is the orb, a strange glass object sitting on the dining room table. From the very beginning, it gave me a bad feeling.
The first time I touched it, I felt an intense cold that went straight to my bones. It was so strange, like the orb was trying to seep into my mind. I got scared and let go, but just before I did, I swear I heard something. It was my name. Yes, my name. I told myself it was my imagination, but really, there was no wind, no nothing.
Tonight, the voice returned, clearer this time. It came from the orb, and even though I was terrified, I approached it. I touched it again, and it was as if someone had turned on a projector in my mind. I saw my grandfather, surrounded by shadows that were trapping him. Then he looked at me, terrified, and said:
— Help me, Clara. Your grandmother knows. —
The next day, feeling very nervous, I asked my grandmother about what had happened. She simply laughed, but not in a normal way, it was more like she was mocking me.
— The orb is just an old decoration, child. Stop imagining things, — she said, but her eyes… I don’t know, something wasn’t right.
Then I remembered that, as a child, I always heard family whispers about the orb. They said it had strange powers, but I never paid attention. Maybe it was because of my age.
Now, I’ve decided to end this once and for all.
It’s nighttime, so I take the orb to the garden and throw it against the ground with all my strength. But what happens next is nothing like what I expect. Instead of shattering, a giant light envelops me. When everything calms down, there she is, my grandmother, or what she used to be, holding the orb with her dark eyes, so unlike the ones I remember.
— Thank you, Clara, you are my release, — she says, and although her voice is multiple and cavernous, there’s a trace of relief in it.
I try to run, but a heat surges from inside me, as if the orb were connected to my soul. Suddenly, it appears in my hands, held involuntarily. Then, a wave of images crashes over me: I see my grandfather trapped in shadows and my grandmother as a young woman, holding the orb with the same lost look I now feel in myself.
— It’s not just power, Clara. It’s a sacrifice passed down from generation to generation. I tried to break free too, but someone has to preserve it. Still, you might succeed where I failed, — says my grandmother before vanishing, leaving an emptiness in the air.
This helplessness consumes me. I try to let go of the orb, but it clings to me like it’s fused with my being. Even so, I feel a spark of hope inside me—I sense a path to free my grandfather and, with it, to break the curse once and for all.
Now I understand that this was already decided, but I refuse to give up just like that. Yes, I’ve inherited something that most would consider more of a curse than a gift, but I still hold onto a tiny hope. Maybe someday, someone else will get involved like I did, and together, we might finally put an end to this.
It’s terrible to have reached this point. My grandmother freed herself from that dark, terrifying figure. But now the burden is mine. What is certain is that, on this new path, the witch is me…
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