Sueños Cruzados | Relato corto [Esp/Eng]

in Literatos2 years ago

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Sueños Cruzados / Crossed Dreams


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Don Ramiro Duarte había sido pescador toda su vida, empezó con un pequeño bote, luego compró otro y así continuó comprando, hasta que completó su propia flota de cinco embarcaciones. Era un hombre sin ningún tipo de vicio, su empeño era ofrecer a su familia la mejor atención posible.

Pero a pesar de las atenciones recibidas, su esposa no era feliz, Cristina tenía sus propios sueños, soñaba con vivir y disfrutar de las comodidades de una ciudad moderna. Por nada del mundo estaba dispuesta a envejecer en aquel lejano pueblo rodeada de pescadores. Un día decidió marcharse, dejando a Rubén, su hijo de cuatro años bajo el cuidado del padre.

Luego de tres años, Don Ramiro quiso rehacer su vida en pareja y contrajo matrimonio con Ofelia, una buena mujer que había quedado sola con su hijo Octavio luego que su esposo, un pescador del pueblo perdiera la vida en un naufragio. Su hijo Octavio era de la misma edad que Rubén el hijo de Don Ramiro.

Don Ramiro nunca hizo distinción o mostró preferencia entre Rubén, su hijo de sangre y Octavio, su hijo adoptado. Los cuidó y apoyó, hasta que cada uno de los jóvenes tomó su propio rumbo.

Rubén decidió mudarse a la ciudad con la intención de vivir con su madre, continuar estudiando y convertirse en abogado. Don Ramiro nunca fue a la escuela, y quizás por eso, se sintió tan emocionado con la decisión de su hijo. De manera religiosa, cada final de mes le enviaba dinero suficiente para cubrir todos sus gastos.

Por su parte, Octavio nunca mostró interés en la escuela, su sueño era navegar y optó por unirse a la tripulación de un barco atunero que en esos días había atracado en el pueblo.

En un principio, Don Ramiro no estuvo de acuerdo con la decisión de Octavio, él hubiera preferido que continuara sus estudios, pero conociendo la atracción mágica que el mar puede tener en algunas personas, terminó por darle su bendición.

Pasaron varios años, y el primero en regresar al pueblo fue Rubén, Llegó en auto propio, usando ropa elegante y modales muy finos, los comentarios de admiración recorrían todo el pueblo.

Don Ramiro estaba feliz con la visita de su hijo, Rubén no paraba de hablarle sobre su exitosa carrera, de sus contactos con personas importantes en la ciudad y hasta le ofreció asesoría para legalizar todos sus documentos. Don Ramiro aceptó entregándole un montón de carpetas viejas rebosadas de papeles arrugados.

Rubén se mantuvo revisando los papeles hasta muy tarde en la noche, organizó los documentos por categoría y preparó nuevas carpetas. Temprano en la mañana entregó las carpetas a su padre diciéndole que todo estaba en orden, Don Ramiro agradeció orgulloso el gesto de su hijo, Rubén lo abrazó y se despidió prometiéndole volver pronto.

Varios meses después, Don Ramiro y Ofelia recibieron la visita de Octavio. El joven que partió como marinero de un barco atunero, había recorrido todos mares, visitado los puertos más importantes del mundo, aprendido varios idiomas y ahora regresaba como Capitán de un importante buque pesquero, dispuesto a pasar unos días de descanso con sus padres.

Las conversaciones entre Don Ramiro y Octavio duraban horas, las anécdotas eran inagotables entre los dos hombres amantes del mar.

Cada día se levantaban muy de madrugada y caminaban hasta el puerto, allí participaban en amenas tertulias con los pescadores y preparaban la salida de los botes, luego, al final de la tarde regresaban a recibirlos y ayudar en la descarga de la pesca.

Una tarde cuando regresaron a casa, se encontraron con Manuel Ortiz, el comisario del pueblo, Don Manuel estaba sentado en la sala acompañado por dos hombres muy elegantes, por su apariencia se notaba que no eran del pueblo.

Con cara de acontecimiento, el comisario les explicó que los señores eran abogados provenientes de la ciudad, y que el motivo de su visita era cobrar la garantía de una deuda de juego. La garantía de la deuda eran cinco embarcaciones propiedad del señor Rubén Duarte.

Uno de los abogados le extendió los papeles, pero la confusión se había apoderado de Don Ramiro y no era capaz de reaccionar.

Octavio tomó los documentos y empezó a leer detenidamente, no podía creerlo, pero al finalizar comprendió lo que estaba pasando, según los documentos, su hermano Rubén aparecía como dueño legal de todas las embarcaciones de su padre y ahora estaban a punto de perderlas.

Los visitantes se dispusieron a salir de la casa para continuar con sus gestiones, Octavio los acompañó hasta el pórtico, desde allí, mientras seguía conversando con ellos, podía ver a su padre en la sala. Don Ramiro seguía en shock, estaba sentado con la frente entre las manos, tratando de encontrar una explicación para la traición de su hijo.

Octavio le pidió a los abogados que esperaran un momento, pasó al lado de su padre, le dio unas palmadas en el hombro y entró a su habitación. Al poco rato volvió, le entregó un fajo de billetes a uno de los abogados, el hombre contó el dinero, y con una sonrisa en el rostro le entregó los documentos, dando por cancelada la deuda.

Mucho tiempo después, se conoció que Rubén estaba en prisión, lo atraparon cuando trató de estafar a un importante militar en la ciudad.

Octavio siguió recorriendo los mares, tal como lo soñó desde niño. Dos veces al año visitaba el pueblo, y en cada llegada suya, en el puerto estaban Don Ramiro y Ofelia, unos padres orgullosos que lo esperaban con los brazos abiertos.
Mr. Ramiro Duarte had been a fisherman all his life, he started with a small boat, then he bought another one and so he kept on buying, until he completed his own fleet of five boats. He was a man with no vices whatsoever, his only concern was to offer his family the best possible attention.

But in spite of the attentions received, his wife was not happy, Cristina had her own dreams, she dreamed of living and enjoying the comforts of a modern city. For nothing in the world was she willing to grow old in that distant village surrounded by fishermen. One day she decided to leave, leaving Ruben, her four-year-old son in the care of his father.

After three years, Mr. Ramiro wanted to rebuild his life as a couple and married Ofelia, a good woman who had been left alone with her son Octavio after her husband, a fisherman from the town, lost his life in a shipwreck. Her son Octavio was the same age as Rubén, Mr. Ramiro's son.

Mr. Ramiro never made a distinction or showed any preference between Rubén, his son by blood, and Octavio, his adopted son. He cared for them and supported them, until each of the young men went their own way.

Rubén decided to move to the city with the intention of living with his mother, continue studying and become a lawyer. Mr. Ramiro never went to school, and perhaps that is why he was so excited about his son's decision. He religiously sent him enough money at the end of each month to cover all his expenses.

For his part, Octavio never showed interest in school, his dream was to sail and he chose to join the crew of a tuna boat that in those days had docked in town.

At first, Mr. Ramiro did not agree with Octavio's decision, he would have preferred him to continue his studies, but knowing the magical attraction that the sea can have on some people, he ended up giving him his blessing.

Several years passed, and the first to return to town was Ruben. He arrived in his own car, wearing elegant clothes and very fine manners, and the comments of admiration were all over town.

Mr. Ramiro was happy with his son's visit, Ruben kept talking to him about his successful career, his contacts with important people in the city and even offered to help him legalize all his documents. Mr. Ramiro accepted, handing him a stack of old folders overflowing with crumpled papers.

Rubén kept reviewing the papers until late at night, organized the documents by category and prepared new folders. Early in the morning he handed the folders to his father telling him that everything was in order, Mr. Ramiro thanked his son proudly for his gesture, Ruben hugged him and said goodbye promising to come back soon.

Several months later, Mr. Ramiro and Ofelia received a visit from Octavio. The young man who left as a sailor on a tuna boat, had traveled all the seas, visited the most important ports in the world, learned several languages and now returned as Captain of an important fishing ship, ready to spend a few days of rest with his parents.

The conversations between Mr. Ramiro and Octavio lasted for hours, the anecdotes were inexhaustible between the two sea-loving men.

Every day they would get up very early in the morning and walk to the port, where they would participate in pleasant gatherings with the fishermen and prepare the departure of the boats, then, at the end of the afternoon they would return to welcome them and help in the unloading of the catch.

One afternoon when they returned home, they met Manuel Ortiz, the town commissioner, Mr. Manuel was sitting in the living room accompanied by two very elegant men, it was obvious from their appearance that they were not from the town.

With an eventful look on his face, the commissioner explained that the gentlemen were lawyers from the city, and that the reason for their visit was to collect the guarantee of a gambling debt. The guarantee for the debt was five boats owned by Mr. Rubén Duarte.

One of the lawyers handed him the papers, but Mr. Ramiro was confused and unable to react.

Octavio took the documents and began to read them carefully, he could not believe it, but when he finished he understood what was happening, according to the documents, his brother Ruben appeared as the legal owner of all his father's boats and now he was about to lose them.

The visitors were ready to leave the house to continue with their business. Octavio accompanied them to the porch, and from there, while he continued talking with them, he could see his father in the living room. Mr. Ramiro was still in shock, he was sitting with his forehead in his hands, trying to find an explanation for his son's betrayal.

Octavio asked the lawyers to wait a moment, walked past his father, patted him on the shoulder and went into his room. A short time later he returned, handed a wad of bills to one of the lawyers, the man counted the money, and with a smile on his face handed him the documents, cancelling the debt.

Much later, it became known that Ruben was in prison, caught when he tried to swindle an important military officer in the city.

Octavio continued to travel the seas, just as he had dreamed since he was a child. Twice a year he visited the town, and each time he arrived, Mr. Ramiro and Ofelia, his proud parents, were waiting for him at the port with open arms.



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Gracias por leer.

¡Hasta la próxima!



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Este relato me hizo recordar que la traición puede venir de quien menos esperes. Al mismo tiempo, parece que, a veces, la ciudad tiene un efecto degenerador en los principios y acciones de las personas. Quizás esto no sea tan acentuado en la vida del campo.

Si, generalmente la gente en los pueblos es mas sana y la traicion es mas dolorosa cuando viene de un ser querido. Muchas gracias por tu visita y comentario. Saludos