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«El ser humano no vive sólo de pan. Necesitamos amor y cuidados, y encontrar una respuesta a quiénes somos y por qué vivimos».
«Human beings do not live by bread alone. We need love and care, and to find an answer to who we are and why we live».
— Jostein Gaarder
E S P A Ñ O L
EL EXORCISMO DE MARTA
Nadie se imaginó el horror que se avecinaba, incluso las paredes se estremecían. Todos esperábamos a Marta para confrontarla. Entre nosotros estaba su madre, la señora Margaret; angustiada, cabizbaja, con el rostro hecho añicos por la desesperación, sosteniendo un crucifijo y acariciándolo con la yema de sus dedos.
A su lado estaba el padre de Marta, el señor Luis; tenía la misma expresión de su esposa, pero solo por momentos. Había ocasiones en que se le veía firme y aparentemente sereno, después se derrumbaba y su rostro se pintaba con tristeza. Tenía una mano sobre el hombro izquierdo de su esposa, intentando ser el único apoyo de consolación.
Luego estaba mi prometida; Sofía, la cual estaba completamente apagada, su rostro ya no lucía aquella tempestad que ostentaba antes de venir. Tomó tres vasos de agua y después fue por un cuarto pues decía que eso le calmaba la ansiedad. Siempre que le preguntaba ella solo me respondía con el clásico: «Estoy bien», haciéndome entender al final que estaba preparada para todo esto.
Después, sentado en una mesa leyendo proverbios de su biblia, estaba el párroco del pueblo contiguo. Era un hombre rígido, calmado, con ojos penetrantes y angustiados; quien sabe cuanta maldad y abominables entidades habrán visto esos terribles ojos. Adquirió la forma del mal pues este no podía ser combatido sino se comprendía, tenía experiencias en exorcismos y dicen que uno de ellos le cambió la vida para siempre.
Al otro extremo, cerca de la cocina, se encontraba Fausto; ex esposo de Marta. Nos sorprendió a todos verlo allí, especialmente a Sofía quien decía que su relación terminó muy mal. Ambos al final terminaron detestándose, pero al parecer ese desprecio solo se cultivó en el lado de Marta, pues, si Fausto le tuviera tal odio, no estuviera aquí metido preocupado.
Y, por último, solo estaba yo, acompañando a Sofía en un evento que jamás pensé que presenciaría. Me gradué de medicina hace solo dos años y para mí; estas cosas de la magia y la superstición son solo mera curiosidad. Ya había escuchado sobre la Nahuala cerca de mi pueblo, o de gatos encantados que te hacen bailar, pero solo eran rumores en mis oídos; detonantes que nuevamente se disparan y alimentan mi inquietud.
Finalmente, la hora llegó, el auto de Marta se escuchó llegar en las afueras de la casa. Todos nos levantamos para esperarla, mientras ella abría la puerta muy tranquila. Al abrirla y vernos a todos, se impactó. Su madre trató de calmarla, pero ella paulatinamente se alteraba, pero cuando vio el rostro del párroco, su cara cambió completamente.
—¡Yo te conozco! —Le dijo al sacerdote señalándolo con el dedo. —¡Todos los que vivimos en las tinieblas te conocemos! No sabes cuánto anhelamos arrastrarte al averno. ¡Dime a que has venido!
—¡A destruirte! ¡Sujétenla! —Exclamó el sacerdote, después Fausto y yo la tomamos por los brazos.
Ella se resistió con fuerza, pero final la tumbamos al suelo. Le amarramos las muñecas y los tobillos con un paño de seda que el párroco nos confirió; uno para cada lado, luego nos alejamos y Marta quedó como atada al piso. El párroco la roció con agua bendita y ella se resistió gritando y manifestando espasmos.
La señora Margaret no podía mirar, ocultó su rostro en el pecho de su esposo. Él, por el contrario, no dejaba de observar cada detalle con espanto. Sofía, estaba atenta a cada situación con su hermana, el vaso con agua que había dejado junto a ella en la repisa, comenzó a moverse por un temblor hasta que cayó al piso rompiéndose en pedazos.
Al mismo tiempo, una ráfaga de viento danzaba con brío dentro de la casa, como si hubiera entrado una tempestad. Las luces parpadeaban mientras la voz dulce de Marta era reemplazada por una más ronca y demoniaca.
—¡Vete, sacerdote, no tienes poder aquí! —Exclamó Marta o el demonio, no sabía cómo referirme a ella.
—Te equivocas, soldado del vacío, siervo de Azkarath, pequeña sabandija parasita. Revélame tu nombre, no te tengo ningún miedo.
La voz infernal comenzó a elevarse a niveles en que mis oídos no la podían soportar, entré en pánico y lo único que podía hacer era sujetarme a Sofía, la cual estaba petrificada. Repentinamente, las ventanas se rompieron una por una, quizás por las ondas del poderoso sonido. Una sombra se escapaba por una de ellas mientras el sacerdote la señalaba.
—¡Muchacho! —vociferó el sacerdote refiriéndose a mí. —¡Revisa el estado vital de Marta!
Fui a ella inmediatamente y la examiné, sus signos vitales estaban bien y su ritmo cardiaco comenzó a estabilizarse.
—Está bien, solo necesita un poco de tiempo. —Indiqué, un poco asustado.
—Bien, ahora debo marcharme, el ser que la poseía la abandonó muy rápido, parece que ella no era su objetivo.
—¿Qué dice? —Inquirió Fausto a un lado de mí —¿Entonces con quien irá?
—No lo sé, eso es lo que voy a averiguar. Señores, me despido.
El párroco se alejó después de hacer un ademán, abrió la puerta y solo se perdió en la lejanía. Mientras tanto, Marta descansaba, solo estaba quieta, como si estuviera dormida.
FIN
E N G L I S H
THE EXORCISM OF MARTA
No one imagined the horror that was coming, even the walls were shaking. We all waited for Martha to confront her. Among us was her mother, Mrs. Margaret; anguished, crestfallen, her face shattered with despair, holding a crucifix and caressing it with her fingertips.
Next to her was Martha's father, Mr. Luis; he had the same expression as his wife, but only at times. There were times when he looked firm and seemingly serene, then he would collapse and his face would be painted with sadness. He had a hand on his wife's left shoulder, trying to be the only consoling support.
Then there was my fiancée; Sofia, who was completely subdued, her face no longer wore that stormy look it had before she came. She drank three glasses of water and then went for a fourth because she said it calmed her anxiety. Whenever I asked her, she only answered me with the classic: "I'm fine", making me understand that she was ready for all this.
Then, sitting at a table reading proverbs from his bible, was the parish priest of the next town. He was a stiff, calm man with piercing, anguished eyes; who knows how many evil and abominable entities those terrible eyes may have seen. He had experience in exorcisms and it is said that one of them changed his life forever.
At the other end, near the kitchen, was Fausto, Martha's ex-husband. We were all surprised to see him there, especially Sofia who said that their relationship ended very badly. Both of them ended up detesting each other, but apparently that contempt was only cultivated on Marta's side, because if Fausto had such hatred for her, he wouldn't be here worried.
And finally, there was only me, accompanying Sofia in an event I never thought I would witness. I graduated from medicine only two years ago and for me; these things of magic and superstition are just mere curiosity. I had already heard about the Nahuala near my town, or of enchanted cats that make you dance, but they were only rumors in my ears; triggers that again triggered and fed my restlessness.
Finally, the time came, Marta's car was heard arriving outside the house. We all got up to wait for her, while she opened the door very calmly. When she opened it and saw all of us, she was shocked. Her mother tried to calm her down, but she gradually became upset, but when she saw the parish priest's face, her face changed completely.
-I know you! -She said to the priest, pointing her finger at him. -All of us who live in darkness know you! You don't know how much we long to drag you to the underworld. Tell me why you have come!
-To destroy you! Hold her! -cried the priest, then Faust and I took her by the arms.
She resisted fiercely, but in the end we threw her to the ground. We tied her wrists and ankles with a silk cloth that the parish priest gave us; one on each side, then we moved away and Marta was tied to the floor. The parish priest sprinkled her with holy water and she resisted, screaming and spasming.
Mrs. Margaret could not look, she hid her face in her husband's chest. He, on the contrary, did not stop observing every detail with horror. Sofia, who was attentive to every situation with her sister, the glass with water that she had left next to her on the shelf, began to move because of a tremor until it fell to the floor breaking into pieces.
At the same time, a gust of wind danced briskly inside the house, as if a storm had blown in. The lights flickered as Marta's sweet voice was replaced by a more hoarse and demonic one.
-Go away, priest, you have no power here! -exclaimed Marta or the demon, I didn't know how to refer to her.
-You are wrong, soldier of the void, servant of Azkarath, you parasitic little vermin. Reveal your name to me, I have no fear of you.
The infernal voice began to rise to levels where my ears could not bear it, I panicked and all I could do was hold on to Sophia, who was petrified. Suddenly, the windows shattered one by one, perhaps from the waves of the powerful sound. A shadow was escaping through one of them as the priest pointed to it.
-Boy! -said the priest, referring to me. -Check Marta's vital state!
I went to her immediately and examined her, her vital signs were fine and her heart rate began to stabilize.
-She's fine, she just needs a little time. -I indicated, a little scared.
-Well, now I must leave, the being that possessed her left her very quickly, it seems that she was not his target.
-What are you saying? -Fausto asked, standing next to me, "So who will she go with?
-I don't know, that's what I'm going to find out. Gentlemen, I take my leave.
The parish priest walked away after making a gesture, opened the door and only got lost in the distance. In the meantime, Marta was resting, just lying still, as if she were asleep.
THE END
Written by @universoperdido. 5 de Febrero del 2022
Escrito por @universoperdido. February 5, 2022
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Para poner los pelos de punta; excelente narración con ese final abierto en relación al cura.