Nota de la autora: La presente historia es una especie de extensión y variación del relato Antes de la batalla, el cual había participado anteriormente en un concurso de microrrelato organizado por la comunidad de @es-literatos, un 17 de julio de 2022.
¡Feliz fin de semana!
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Mi corazón late con fuerza mientras contemplo, desde uno de los costados del Lucky Jack, cómo las nubes se iban ennegreciendo y el mar se agitaba. Frente a mí, un gran ejército de barcos se desplazaban en dirección a nosotros, con la insignia británica levantándose gloriosa entre los mástiles.
No podía mentirme a mí misma: La muerte había llegado a mí luego de evadirla por casi seis años, como una vieja amiga que quiere tomar una taza de café en uno de los tantos recónditos lugares de mi ciudad natal, ahí por el 2022.
2022... Es irónico como la vida te da tantas vueltas y sorpresas, en mi caso irreales. Llegué a 1718 gracias al collar que tengo colgado, un regalo de mi madre; me encontraba en medio del mar, inconsciente, y de ahí fui rescatada por esta misma tripulación al mando de Bruce Maynart, un tipo que fungió como un padre para mí cuando más lo necesité en los 5 años que he estado aquí.
Bueno, en realidad me atrevo a decir que la tripulación, esposas incluidas, fue una familia mucho más estable que la propia. Ellos me enseñaron las canciones de los mares, a pelear con coraje y furia, a enfrentar mis peores temores, a confiar en mi instinto y a guiarme por éste; amigos míos son todos, camaradas en los mares y en la tierra. Ellos fueron por mí cuando fui secuestrada por un sujeto que quería el collar para hacer magia negra; yo fui por varios de ellos cuando estuvieron prisioneros de los españoles ahí por Campeche.
Hemos quemado todo, hemos roto todo, hemos luchado por unos y por otros.
Ahora estamos solo tres barcos contra diez o veinte. A pocos kilómetros de nosotros se encuentra Nassau, alguna vez nuestro hogar.
Hace unos meses la república pirata había llegado a su fin con Woodes Rogers estableciéndose como gobernador. Aquello era esperado; las rivalidades políticas internas eran insostenibles. Mi esposo, Benjamin Hornigold, veía en el Perdón Real una oportunidad para invertir en el comercio todo lo que había ganado con la piratería. Ciertamente yo estaba de acuerdo con ello, mas no con perseguir a sus viejos camaradas; él sabía que podría necesitar de ellos como aliados si Rogers llegaba a hacerle alguna mala jugada. Sabía que era más conveniente dialogar con ellos antes que pasarlos a todos por el fuego del cañón.
Pero mi querido Ben era necio, así que tomé la decisión de entablar un diálogo con varios de sus ex aliados, incluyendo al buen Edward "Barbanegra" Teach y Charles Vane. Ambos me dieron su punto de vista; Teach se había establecido en Bath, bajo la protección de Charles Eden, gobernador local. Ahí se encontraba Vane, así que aproveché la oportunidad de sondear el terreno.
Teach me dijo que el Perdón Real le era conveniente para evitarse problemas legales; sin embargo, señaló la prudencia de cuidarse las espaldas, pues no sabía en qué momento Eden podría traicionarle. Vane era de la opinión contraria; era un rebelde sin causa.
Mientras pienso todo eso, observo cómo los barcos estaban cada vez más cerca.
¿Y yo en dónde quedaba ante todo esto?, ¿qué hacía yo ahí, con solo tres barcos?
Un malentendido. O quizás, como diría Vane antes de partir juntos, una oportunidad para hacer méritos ante el rey.
Por Vane supe que Rogers le ordenó a mi esposo que me arrestara por asociación criminal; Ben sabía que no era así, pues la tripulación del Lucky Jack y yo también habíamos obtenido el Perdón Real. Sin embargo, Rogers demostró la razón por la que Vane se negaba a recibir el Perdón Real: el hombre sabía cómo manejar a aquellos más débiles que él.
Miro entonces a la tripulación. Todos tenían listos sus espadas y sus armas.
Sabían tan bien como yo que nos estaríamos enfrentando a la muerte. Lo único que me tranquiliza de todo esto es que aquellos que tenían esposa e hijos se quedaron en Nassau; al menos los que se quedaron vivirán, espero con bien, viendo crecer a su descendencia.
"Escuchen... ¡Escuchen!", exclamé con voz fuerte y clara. "Hoy quizás viviremos, quizás moriremos en la batalla; hoy quizás ya no veamos a nuestros amigos. Hoy ellos nos verán luchar con coraje, con rabia, con el enojo saliendo de nuestra alma. Ignoro si ahí están aquellos que considerábamos camaradas, si ellos nos dejarán pasar o pelearán con bravura. Y si ahí están ellos, no los culpemos de esto, que solo son peones en una lucha por el poder".
Saqué la espada y, levantándola, concluí: "¡Los vientos están a nuestro favor" ¡Izad, pues, los colores y preparad los cañones, caballeros, que hoy nos llevaremos al infierno a esos perros!"
El clamor de los hombres me sobrecogió tanto que estuve a punto de llorar. De inmediato todos empezaron a izar las banderas piratas, prepararon los cañones y sacaron sus espadas mientras que yo volvía mi mirada hacia los barcos enemigos con una sonrisa triste.
Si hoy he de morir, estoy lista. De lo contrario, dejaré de llamarme Elizabeth Morgan.
¡Muchas gracias por el apoyo, @don.quijote !
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Es estremecedor su visión de una guerra en la que también es protagonista, me vi también en el barco con espada y con la piel y los labios cuartiados por la sal. Ah el pelo desgarrado por el sol y las manos ásperas por el roce de las sogas. Y unos deseos enormes de agua fresca y dulce. Un escozor en el pecho y en la garganta una vos ronca en un grito de guerra.
Y así, con esa apariencia de mujer curtida en las batallas navales y al mando de un nutrido grupo de piratas, se enfrentará a sus enemigos, sabiendo que son pocas las probabilidades de sobrevivir.
Muchísimas gracias por pasarte por aquí y leer esta pequeña historia. ¡Que pases una excelente semana, @yanerkidiaz !
Yo prefiero una hazaña épica en la que la tu mujer salgas victoriosa.
Muy buen relato, estimada @vickaboleyn. Me ha encantado la valentía de Elizabeth y lo bien que describes la situación que está a punto de afrontar. Saludos.
¡Muchísimas gracias por tus palabras, mi estimado @juniorgomez ! Que pases una excelente semana. ¡Saludos y bendiciones!