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Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: Pexels
Era una tarde en el inframundo. Hades y Perséfone, dueños del lugar, habían terminado de bañar a Cerbero en los jardines de su residencia, ubicada a un lado del río Estigia. El enorme animal tricéfalo estuvo jugando un largo rato con Heracles, quien era su niñera personal, mientras que ambos se encontraban en el Departamento de Migraciones revisando y firmando documentos que avalaban el estatus migratorio de cada persona recién fallecida.
De repente una voz femenina los llamó, sobresaltándolos. Era Deméter, diosa de la agricultura y madre de Perséfone. La mujer algunas veces iba a visitarlos para pasar unas horas con ellos y sus nietos, Melínoe, Zagreo y Macaria.
"¡Hola, Deméter! No te esperábamos. ¿Cómo estás?", le saludó Hades.
"¡Oh, Hades y Perséfone! ¡Tengo un chisme gigante qué contarles!"
"¿Qué sucede, mamá?", preguntó Perséfone con curiosidad mientras saludaba a su madre.
Mientras acariciaba al perro, Deméter les contó: "Hera citó a Zeus en el Areópago. Se va a divorciar de él de manera definitiva".
La pareja se quedó boquiabierta. Habían escuchado rumores de que Hera estaba contemplando divorciarse debido al secuestro de Ganímedes, el nuevo copero y a quien Zeus trataba como algo más que un empleado. De hecho, era conocido por todos que estuvieron separados un tiempo por el tema de los amoríos; el Olimpo fue un caos ante la ausencia de Hera, por lo que Zeus tuvo que jurar por el río Estigia que ella era el gran amor de su vida.
Pero al parecer ni siquiera jurar por el río Estigia, un acto considerado sagrado e irrompible, fue suficiente para mantener a Zeus fuera de problemas por un rato.
"Bueno... No puedo decir nada en defensa de Zeus. El tipo sabía bien que romper un juramento sagrado tiene consecuencias. Lo que no me imaginé era que dichas consecuencias tomaran su tiempo por alcanzarlo", comentó Hades mientras le ofrecía a su suegra unas galletas de avena. "Por cierto, Deméter, ¿quién será el abogado o la abogada de Hera?"
"Atenea", le respondió Deméter mientras bebía un poco de vino.
"¡¿En serio?! Rayos, Zeus sí que está demasiado jodido como para que su hija favorita le dé la espalda", comentó Perséfone con estupefacción.
"Era de esperarse, considerando cómo terminó su mamá", dijo Hades.
De repente, escucharon una voz a lo lejos. Era Hermes, quien llegaba corriendo hacia ellos. "¡Tengo noticias!", exclamó Hermes mientras tomaba una de las copas de vino que estaba asentada en la mesa del jardín.
"¿Sobre el divorcio de Hera? Ya mi mamá nos lo acaba de contar", replicó Perséfone.
"Sí, pero hay algo más: muchas de las mujeres que fueron molestadas por Zeus acaban de presentar una demanda colectiva en su contra en los tribunales del Areópago, animadas por Hera".
Un silencio incómodo se instaló entre los cuatro por un momento. Hades, con un suspiro, concluyó: "Le advertí que nunca hiciera juramentos que no pueda cumplir... ¡Y miren cómo acabó todo!"
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