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Recuerdo que me encontraba en una parte de la ciudad de Mérida bastante curiosa; sin embargo, el paisaje no me era del todo familiar, pues recuerdo que Mérida no tenía montañas.
Me habían enviado a hacer un reportaje sobre el acceso a una facultad de la universidad local, quizás la más complicada del mundo según señalan. Al principio creí que estaban bromeando cuando me contaron las peripecias que los estudiantes solían pasar para acceder a su escuela. Sin embargo, pronto descubrí lo contrario cuando acudí a la dirección que me proporcionó un estudiante.
La facultad se encontraba situada a un lado de la carretera; una parte de su carretera de acceso estaba hecha de ladrillos rojos, con zacate artificial en ambos lados, sin banquetas. La entrada se encontraba interconectada con una carretera lateral, lo que significaba que uno tendría que apresurarse a llegar a las escalinatas para evitar ser atropellado por los automóviles que se acercaran desde el otro lado.
Detrás del edificio se encontraban esas montañas que me recordaban un poco a aquellas que vi en su momento en alguna fotografía de Noruega. Las nubes que se alzaban sobre ellas parecían estarse formándose para descargar una tormenta.
Una estudiante de cabellera oscura, piel morena, ataviada de pantalones de mezclilla, camiseta gris y suéter azul oscuro me esperaba a orillas de la carretera. Ella me instó a que corriera con ella en zig zag para que los automóviles, usualmente rápidos, no nos aplastaran.
Nunca en mi vida deseé tanto por llegar pronto a un destino como ahora, pues justo cuando caminábamos veía a lo lejos un automóvil acercándose a una velocidad máxima permitida dentro de lo legalmente establecido.
Llegamos a la entrada, la cual consistía en unas escalinatas que daban a un amplio pasillo de paredes blancas, en las cuales estaban colgados cuadros de paisajes. Al final del pasillo se encontraba una gran puerta cuyo color oscilaba entre el blanco y el marfil.
Estuve a punto de caminar cuando la chica me dijo que observara el piso.
“¿Pero qué carajos…?”, musité mientras veía horrorizada lo que estuve a punto de pisar. Mi mirada viajó por el suelo del pasillo, completamente atónita a lo que estaba ocurriendo. Los obstáculos que el estudiante debía atravesar para llegar a la puerta eran de auténtica locura.
"Madre de Dios", gemí con asombro. Había cadenas, alambres con púas y un muro pequeño. ¿Qué clase de escuela era esta que intentaba complicar la llegada de sus estudiantes?, ¿qué carajo pretendían las autoridades universitarias con todo esto?, ¿acaso quería dejarlos heridos de gravedad y correr el riesgo de ser demandados?
Volví mi mirada hacia mi lado izquierdo. Las nubes podían verse desde los grandes ventanales. Pronto caerá la lluvia.
“Ven”, me dijo la estudiante mientras empezaba a atravesar el pasillo con cuidado y a saltos. Dudé por un instante si esto valía la pena, pero al final decidí seguirla.
No recuerdo si llegué a la puerta, pues de repente desperté de forma abrupta.
Mirando el reloj de mi teléfono, vi que eran las 6:47 de la mañana.
No quería levantarme ahora; no tenía ganas de salir a hacer compras ni siquiera. Por desgracia, soy la única de la familia que hacía los mandados, y tenía que prepararme mentalmente para un nuevo encargo que seguramente ni mi madre ni mi tía podrían hacer porque estarían ocupadas en su competencia por ver quien lavaba más.
De repente el teléfono empezó a sonar. Mi madre me dijo que había que hacer compras. No me quedaba de otra que ponerme cuesta arriba. Acaba de empezar el día, por lo que le ruego a Dios que sea un día tranquilo para mí, sin tener que estar presenciando los pleitos diarios entre hermanas.
Hola amiga @vickaboleyn, venía revisando la escritura y pensaba lo mismo, esta universidad si es rara y de repente despierta. lo cuan también me despertaste, jajaja
Saludos.
Y ese es solo uno de tantos sueños raros que recuerdo. Intento apuntar todos los que recuerde, porque de verdad siento que tienen una historia muy interesante qué contar. ¡Saludos, mi estimada @petrica33 y que tengas un bonito fin de semana!
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A veces los sueños no conducen a ninguna parte....
En efecto: no siempre conducen a algo. Sin embargo, son esos sueños los que te narran las historias más desconcertantes que la gente puede generar. ¡Saludos, @pinero ,y que tengas un bonito fin de semana!