Nota de la autora: El presente relato se da lugar luego de los eventos del capítulo veinte de Una terrícola en Titán, la cual puedes aquí en este mismo espacio.
Relatos relacionados
Ennio y Adelbarae
Ralna
Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: Pexels
El aire frío de Saturno se colaba en los pasillos abiertos del palacio imperial, tenuemente iluminados por las antorchas de éter colocadas a cada cierta distancia en sus paredes de color cobrizo.
En el silencio reinante de los pasillos, unos pasos resonaban con una mezcla de pesadez e incertidumbre.
El general Adelbarae Borg se encontraba sumido en sus pensamientos mientras se dirigía a sus aposentos, ubicados a pocos metros de distancia. Todo el día estuvo ocupado entre los preparativos para la expedición anual a Titán, la discusión de estrategias militares con sus pares en la sala de guerra, sus cortejos descarados a su amada Ecclesía, y lidiar con sus obligaciones como miembro de una de las familias más poderosas del imperio.
Sin embargo, su mente no estaba ocupada por Ecclesía en esos momentos, o en las estrategias militares.
Esa mañana había ido a ver a Güzelay, su esposa esclava, con la intención de informarle sobre un cambio en los planes de la familia, consistente en colocar la tienda de campaña de la joven a un lado de la tienda de Ralna. Güzelay, con reservas, aceptó el cambio... Aunque le externó a su vez su desconfianza hacia la familia.
Si lo pensaba bien, Güzelay tenía razones sólidas para no confiar en ellos. De hecho, él mismo consideraba que la idea de su padre era completamente absurda. Ralna era una mujer demasiado impulsiva y engreída para su propio bien. Esa impulsividad, lejos de solucionar cualquier problema, solo empeoraba las cosas, terminando en una debacle que podría costarle a la familia el honor y el estatus.
Con esta idea en mente fue que le pidió a su padre que reconsiderara la idea y evitar tragedias.
No obstante, Niloctetes, como el hombre necio que era, se negó a escucharlo. En su lugar, advirtió a Ralna que si algo le pasaba a Güzelay durante el tiempo que estuvieran en Titán, ella sería casada con el marqués de M y se le prohibiría pisar la casa familia bajo pena de ser arrojada desde el balcón más alto del palacio.
Por supuesto, Ralna respondió con sumo horror ante esa perspectiva, y le juró a su padre que haría lo que fuera necesario para no causar problemas. ¿Pero sería capaz de su promesa?... ¿O simplemente estaba fingiendo obediencia toda vez que pensaba en cómo joder a Güzelay?
Eso estaría por verse en Titán.
Esta publicación ha recibido el voto de Literatos, la comunidad de literatura en español en Hive y ha sido compartido en el blog de nuestra cuenta.
¿Quieres contribuir a engrandecer este proyecto? ¡Haz clic aquí y entérate cómo!
¡Muchas gracias por el apoyo, @es-literatos !