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Fuente de la imagen: Pexels
Victoria Crowley caminó de forma presurosa entre el gentío de una atestada calle de la ciudad de Quebec.
Era una tarde de otoño de 1892, una tarde fresca con vientos provenientes del Levante. Victoria había salido de trabajar en la oficina de Jean-Phillipe Valois, un acaudalado empresario textil conocido dentro de la sociedad por sus grandes fiestas decembrinas.
Mientras caminaba, la joven empezó a reflexionar sobre los últimos acontecimientos de su vida.
El proceso de divorcio había sido muy complicado. Benjamin Abernathy, su ex marido, no quería concederle el divorcio a razón de que la falta de hijos no era motivo suficiente para la disolución del matrimonio y que ella solo estaba quedando en ridículo ante la sociedad. Sin embargo, Victoria continuó con su insistencia, con el argumento de evitar futuros escándalos que involucren a terceros y restándole importancia a la opinión pública que la juzgaba por su aparente egoísmo.
Tras cinco meses de lucha continua, Benjamin la dejó ir y ella, sabiéndose libre al fin, decidió marcharse en cuanto antes al Quebec, ciudad en donde ella residía desde hace año y medio, casi dos años.
No fue fácil marcharse de Inglaterra; sabía que ella estaba sola en su camino por la actitud que sus amigos tomaron hacia ella y por la fría respuesta que recibió por parte de la familia luego de anunciarles que ella cortaría lazos con ellos. A todos los tuvo que dar por muertos y desterrarlos de su vida.
Las únicas personas que estuvieron para ella en aquél momento complicado era una familia entera, los Fairchild. Ésta era una de las más influyentes de Inglaterra y con la que muchos, incluyendo los Abernathy, preferían mantener una buena relación dado que ellos tenían grandes cantidades de dinero invertidos en sus negocios.
Louis Valois-Fairchild era amigo de su hermano Oscar y de su casi concuño, Paul Dennington; fue él quien la ayudó a dar el primer paso como su representante ante la ley, aún cuando ella se encontraba indecisa. Fue él y sus familiares quienes se las habían ingeniado para colocarla en una casa en la población costera de Burnwick, y quienes la ayudaron a embarcarse en el navío que la llevaría a Quebec.
Fue gracias a ellos que tenía todo lo que necesitaba para ser feliz: una casa, un trabajo, una vida tranquila en donde podía mirar las hojas naranjas del otoño siendo llevadas por el viento desde la ventana, reflexionando sobre qué le podría deparar el futuro.
No cambiaría eso por nada ni por nadie, y estaba consciente de que quizás la soledad sea su compañera por el resto de su vida.
Un par de golpecitos la sacaron de sus pensamientos. Pensando que quizás era la casera queriendo pedirle algún favor, Victoria respondió con un "voy" mientras se dirigía hacia la puerta.
"¡Lucille!", exclamó alegremente al ver en la entrada a Lucille Crawford, una mujer rubia de elegantes atavíos verdes pastel y sombrero amplio adornado con coloridas plumas.
"¡Victoria, querida!", replicó mientras abrazaba a su amiga.
Al dejarla entrar, Lucille se quitó el sombrero y lo asentó junto con la bolsa en el sofá mientras Victoria iba a la cocina a hervir un poco de té. Sentándose ambas en el pequeño comedor, Lucille le preguntó a Victoria cómo estaba, a lo que ésta le respondió: "Estoy bien. Acabo de regresar del trabajo. El asunto de los Griffin resultó ser más complicado de lo que pensé. ¿Y qué me cuentas de ti?, ¿cómo está John?"
"Johnnie y yo estamos bien; hace un par de horas se marchó rumbo a Ottawa a ver unos asuntos con un familiar de tu ex marido".
"¿Quién será? Que yo recuerde, los Abernathy no tienen parientela en el Canadá".
"Más bien son familiares políticos. Los Dennington".
"¡Oh, ya! Sí, los conozco. Hettie Williams, la prima favorita de Benjamin, se casó con uno de ellos. Con Paul, el amigo de mi hermano Oscar y de Louis. Espero que se encuentren bien".
"Bueno, ellos de seguro están bien, pero querida, me he enterado de un escándalo tremendo que está sucediendo en este momento en Londres".
"¿Un escándalo?"
"Sí. En el baile de caridad al que asistí ayer, una de las nueras de la señora Dennington me contó que los Abernathy están sumergidos en un escándalo de proporciones gigantes. Sucede que se ha descubierto que todo este tiempo, incluso desde mucho antes del divorcio entre ustedes, ha estado viendo a una tal Isobel Dorne, una prostituta de Dublín a la que tomó por amante".
Victoria miró a su amiga con asombro. Lucille añadió: "A ella le enviaba cada semana una cierta cantidad de dinero y joyas. Fue esa chicaque me dijiste, Hettie, quien lo descubrió mientras se encontraba en la casa de Benjamin. Estaba buscando un libro en su estudio cuando descubrió una serie de cartas dirigidas a él; algunas de esas cartas databan de hace siete años. Siendo la sobrina favorita de tu ex suegra, le fue con todo el asunto, llevándose consigo todas las cartas. Hettie se llevó una horrible decepción al descubrir que tu suegra siempre lo supo".
"¡Maldita vieja desgraciada del demonio! ¡No puedo creerlo!"
"Y eso no es todo. Hettie llevó las cartas a tus padres. Ya te imaginarás la reacción de tu madre cuando leyó toda la serie de cartas; en una de ellas se menciona que Benjamin había ordenado a una de las sirvientas que le echara un abortivo a tu té y le pagó al médico para que te dijera que eras infértil. Al parecer, él ya tenía hijos con la amante".
"¿Qué...?"
"Sí. Fue tanto el coraje que tu familia decidió llevarlas al periódico para publicarlas e interpusieron una demanda contra ellos por daños y prejuicios a tu nombre. Contrataron a Louis y a sus tíos como abogados para el proceso. La opinión pública está en contra suya. De hecho, tengo un recorte de periódico en donde se habla del asunto. Aquí lo tengo conmigo".
Levantándose del comedor, se dirigió al sofá y tomó su bolsa. De ahí sacó un pedazo de papel, el cual se lo entregó a una Victoria completamente impactada ante lo que estaba sucediendo.
Paseó su mirada por el recorte de periódico, cuyo artículo rezaba lo siguiente:
Londres, Inglaterra. Dos de octubre de 1892. Por James Goodnight.
Un escándalo de proporciones inimaginables ha estallado en Covington Hill, residencia de la "ilustre" familia Abernathy. Un escándalo que se remonta a los meses previos a la celebración del desafortunado enlace entre la señorita Victoria Fraser y el señor Benjamin Abernathy.
Hemos de recordar que la señorita Fraser había estado en una batalla de divorcio por razones que muchos consideraron absurdas, dado que la ausencia de descendencia en el matrimonio y el poco aprecio de la familia política no era consideradas razones suficientes para disolver tan sagrada institución.
Sin embargo, lo absurdo se vuelve válido y con justa razón. Una serie de cartas siniestras entre el señor Abernathy y su amante, de nombre Isobel Dorne, de oficio prostituta y oriunda de Dublín, fueron publicadas en el London Gazette hace unos días. Dichas misivas dan a entrever todo un plan siniestro para arruinar la vida y reputación de una mujer que siempre ha sido honorable hasta el final, y que su petición de divorcio se debía a un probable conocimiento de semejante plan y del encubrimiento de su matriarca, quien también conocía semejante asunto a la perfección.
Ahora que el escándalo ha estallado en su cara, intentan resarcir un daño que ha arruinado amistades y una familia entera con opiniones sin fundamento, negando todo envolvimiento y culpando a Benjamin y a su amante de haber arruinado su propia reputación. Incluso lamentaron enterarse demasiado tarde de aquél escabroso asunto que había llevado a la señorita Fraser a arriesgar su propia reputación para librarse lo antes posible de un marido dispuesto a todo con tal de mantener su bigamia.
Pero Dios siempre descubre a los malvados en el tiempo en el que Él decide aplicar la justicia. En la hora previa a la aparición de estas líneas, la familia Fraser ha anunciado que emprenderá una batalla legal contra los Abernathy para vengar el honor mancillado de su hija y la muerte de una criatura que pudo haber sido la alegría de las familias, provocada por un marido que solo siente afecto por los hijos nacidos de una unión ilegítima. Todavía se espera la respuesta de los Abernathy, quienes seguramente intentarán persuadir a su antigua familia política de buscar una venganza justa.
Victoria sintió que no podía más. Llevándose una mano a la boca, la joven rompió a llorar. Lucille acudió a su auxilio, ayudándola a sentarse en el sofá.
No podía creer que Benjamin haya sido capaz de haber asesinado a su propio hijo no nacido. No podía creer que él la haya engañado todo ese tiempo, manipulando a sus amistades y hasta su propia familia; no podía creer que su ex suegra la haya odiado hasta el extremo de apoyar la bigamia de Benjamin, hijo favorito suyo.
Un par de golpes fuertes las sobresaltaron. Lucille se levantó para ver quién era.
Impresionante relato, Victoria como ha sufrido, encuentra un poco de felicidad y se entera de este macabro suceso. Estaré pendiente de la continuación.
¡Hola, @petrica33 ! Sí, así es. Y sobre todo cuando descubre que ha hecho bien en divorciarse aún cuando aparentemente desconocía que su marido tenía a otra... O quizás sí lo sabía o lo sospechaba, y decidió actuar antes de que le sucediese una desgracia.
¡Saludos, mi estimada, y que tengas un bonito día!
Bueno, amiga te cuento que he conocido varios casos así, pero se descubre después que la personas se muere
Impactante noticia la que ha recibido Victoria. Saber que la persona con la que te casaste ha sido infiel durante tanto tiempo debe ser indignante, ni hablar de lo que hizo para deshacerse del bebé. Pero la verdad siempre sale a luz, como bien lo demuestran los sucesos del relato.
Gran trabajo, estimada @vickaboleyn. La lectura ha sido muy entretenida. Saludos.
Lo irónico de esto es que Victoria probablemente no sabía nada, y quiso divorciarse basándose por entero en uno de los argumentos más usados en los divorcios de ese entonces, la ausencia de hijos... O quizás sí lo supo, o lo sospechaba. ¿Quién sabe?
¡Saludos, mi estimado @juniorgomez , y que tengas un bonito día!
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