Tal vez sea bueno hablar
Con toda sinceridad
Sin tratar de ocultar
Mi forma frágil de amar
En la vida me han tocado
Buenas compañeras
Que en su interior han llevado
A sus sanadoras ancestras
Y yo como un niño
Buscando madres en ellas
Que me protejan del frío
Que me quiten las penas
Con mi egoísmo he sido
El destructor del amor
Pero darse por vencido
Nunca será una opción
Muchas veces he oído y leído a personas que se quejan de relaciones pasadas, que ponen la culpa de su malestar sobre los hombros de otra persona con quién las cosas no salieron como esperaban.
No niego que también me he puesto ese traje y me he presentado como víctima ante el público, buscando su lastima y evitando tomar la responsabilidad del desenlace.
Claro está, todo lo que ocurre en una pareja es de a dos, no se le puede atribuir la culpa a una sola persona. Pero es raro encontrarse con alguien que esté dispuesto a decir: "estos fueron mis errores, reconozco que en momentos no supe amar, que dejé de estar agradecido de mi pareja".
La música y la poesía están plagadas de versos que lloran sobre la maldad de esa persona que las dejo sintiendo el frío y la soledad, pero no escucharás muchas que se sienten a reflexionar sobre la propia forma de entender el amor y ser mejor compañía para las personas que llegan a nuestras vidas.
Personalmente, he tenido muy buenas compañeras. Mujeres sabias, apasionadas, compasivas y buscadoras espirituales. Encima de eso bellas y sensuales. No me puedo quejar, me han llenado la vida de alegría y goce.
Aún así, casi todas mis relaciones han terminado de forma dolorosa y un tanto violenta. Siempre han llegado al punto en que me he sentido tenso, sin dirección, cómo que me hubiese transformado en su mascota a la que me dirigían la vida.
Hasta hace poco solía echarles la culpa, pensaba que eran manipuladoras y controladoras. Que me querían volver loco. Que siempre me hacían sentir exigido y una sensación de que era necesario tener más para ser felices.
Pero esto no es real, solo un discurso de la víctima que vive dentro de mi, una salida fácil para no responsabilizarse del propio actuar. La verdadera razón para que yo me sintiese así se llama falta de carácter. No es que otras personas me controlaran, es que yo no he sabido poner límites de forma asertiva y tener claridad de que es lo que quiero y lo que no.
Tampoco lo digo con dureza hacia mi mismo. Ha sido en estos dolorosos procesos que me he ido descubriendo a mi mismo y aprendiendo a aceptarme, a validar la persona que soy sin esperar que llegue alguien más a hacerme sentir esto. Cuando dejas que tú valor sea determinado por la aprobación de otra persona, has perdido lo más esencial que se necesita para vivir la vida que quieres vivir.
Está claro que puede ser difícil de aceptar para otra persona que no cumplas sus expectativas, que te priorices antes que la relación. Pero si no lo haces tampoco te asegura un camino de rosas. En algún momento tu alma te exigirá que la escuches y entonces todo se puede volver muy complicado.
Además, cuando pones el foco en la otra persona y esta no hace lo mismo por ti, viene la decepción, la ansiedad y la desconfianza. Entonces ya ves que lo tuyo no es amor, es puro egoísmo. Eres como un niño que hace berrinche cuando la madre no le da atención.
Obvio que no hay recetas para la vida. Cada persona tiene su viaje y su forma de entender las cosas. Yo solo comparto mi experiencia, la cual es incompleta y en permanente construcción. Además, las cosas solo se entienden cuando se vivencian.
Antes de mis últimas dos relaciones yo andaba predicando el amor propio por todas partes. Ahh, pobre ingenuo, no sabía cuánto me quedaba por aprender. No ha cambiado mi pensamiento pero al menos me he vuelto poco más humilde y me he abierto al aprendizaje.
Después de todo, a pesar de los dolores, sigo pensando que encontrarse con alguien con quién conectas en distintos niveles y sientes que quieres pasar tanto tiempo como sea posible con esa persona es una de las sensaciones mas hermosas que existen en esta vida.
Por ello, decido no darme por vencido y seguir aprendiendo de las experiencias pasadas, para no volver a repetirlas en el futuro. Tampoco sé si le queda el romanticismo necesario a mi ser para jugar a ese juego, pero si llega a pasar, pues que no sea tóxico, que sea un lugar de apoyo dónde cada unx pueda ser quien quiere ser y sentirse valoradx de esa manera.
Buenas noches gente bella, hasta pronto.
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