Aquel día fui a conocerlo.
Lo consideraba el mejor en su especialidad.
Logré identificar el taller donde trabajaba por un letrero colgado en la puerta, que en letras blancas y mayúsculas anunciaba que el negocio estaba «ABIERTO»
El hombre, muy amable, me contaba que más de una vez le habían hecho la vida imposible y afrontaba reiterados problemas con las autoridades competentes, por eso me animé a entrevistarlo.
Su escaso tiempo lo empleaba exclusivamente en hacerle la vida más placentera a las personas.
Creo que esta fue la oportunidad que encontró para desahogarse conmigo en aquel momento.
-El concepto primario de mi trabajo -decia- se basa en exteriorizar conceptualmente la libertad de expresión en cada individuo, la cual es inherente a la conducta humana. Ya sabemos que no existe una democracia absoluta. Por esa razón todos vienen a verme, me pagan y se llevan su encomienda. Hace varios años me dedico a esto. Diseño pancartas, murales, afiches, postales, e incluso redacto cartas de amor. De esas a puño y letra que ya nadie usa ¿Entiendes periodista?- Hace una pausa y revisa una ilustración reciente. -Son tiempos difíciles amigo (continua) a veces las palabras son grietas vacías en las que caemos fácilmente- Queda pensativo unos segundos y me dice -Escucha bien, te haré la historia hasta el final. Yo empecé como todo el mundo, desde abajo, haciendo pequeños grafitis en el barrio. A petición de los usuarios colgaba los mismos letreros de siempre «SE VENDE» «HAY PERRO» «NO MOLESTE» pero un día, apareció por aquí, un hombre mustio que sufría por una mujer que despedazó su corazón. Me confesó su desgracia y pidió discreción al respecto. Ya sabes que en esta noble profesión hay que saber escuchar, y sobre todo, aprender a callar. Al poco rato terminé su encargo, un póster gigante que lo iba a colocar en una pared al frente de la casa donde vivía su amada. Imaginé que era una nota de despedida muy singular. En el cartel rezaba un clásico y cursi mensaje de amor "ONDINA, TE AMO” Aquel Romeo me agradeció y quiso pagar una buena suma de dinero que no acepté por ética y principios. Antes de irse lo aconsejé por última vez. Me puso la mano en el hombro y se fue. A los pocos días me dijeron que partió a la eternidad. Rumoran que se lanzó al mar desde la roca de Leúcade. Pero que podía hacer yo (suspira) me quedé sin sosiego, con un peso enorme en la conciencia por haberlo dejado salir. Al menos permití que el cartel y el destino cumplieran su propósito. Y ya, amigo periodista (concluye) le agradezco su visita. Si en algo más le puedo ser útil lo espero siempre por acá- Me estrechó la mano y me acompañó hasta la puerta despidiéndose gentilmente.
A partir de esa entrevista, mis artículos sobre el Cartelista gozaron de popularidad.
Debido a esto, también su empeño comenzó a prosperar y a llamar la atención, pues su clientela ascendió a niveles extravagantes.
Meses de mucho éxito favorecieron la demanda y el poder económico del artista visual, alcanzando cifras desproporcionadas.
Lamentablemente los tiempos empezaron a cambiar en la ciudadela. Se recrudeció la crisis y la dictadura se quitó la máscara. Comenzaron a prohibirlo todo y a reprimir a todos. Al final por miedo, no quería inmiscuirme de manera directa como periodista, porque sabía que los carteles de la protesta contra la inflación y el gobierno fueron creados por él.
Ese mismo día, temprano, mucho antes de las diez, los militares destrozaron el taller y por orden de las autoridades competentes, lo obligaron a poner el último cartel, donde anunciaba en letras blancas y mayúsculas, que el negocio quedaba «CERRADO»
Relato con ISBN de mi autoría.
Del libro "La maldición de Ondina"
Ilustraciones de Yuniel RP.
Traducción por Lite Ai translate.
ENGLISH VERSION
That day I went to meet him. I considered him the best in his field. I managed to identify the workshop where he worked by a sign hanging on the door, which in white uppercase letters announced that the business was "OPEN".
The man, very kind, told me that more than once his life had been made impossible and he faced recurring problems with the competent authorities, that’s why I was encouraged to interview him. He used his limited time exclusively to make people's lives more pleasant. I believe this was the opportunity he found to vent with me at that moment. -The primary concept of my work -he said- is based on conceptually externalizing the freedom of expression in each individual, which is inherent to human behavior. We already know that there is no absolute democracy. For that reason, everyone comes to see me, pays me, and takes their order. I have been doing this for several years. I design banners, murals, posters, postcards, and even write love letters. Those handwritten ones that no one uses anymore. Do you understand, journalist? - He pauses and reviews a recent illustration. - These are difficult times, my friend (he continues) sometimes words are empty cracks that we easily fall into. - He remains thoughtful for a few seconds and tells me - Listen carefully, I will tell you the story to the end. I started like everyone else, from the bottom, making small graffiti in the neighborhood. At the request of users, I hung the same signs as always "FOR SALE" "DOG HERE" "DO NOT DISTURB", but one day, a gloomy man who was suffering from a woman who shattered his heart appeared here. He confessed his misfortune to me and asked for discretion in this regard. You know that in this noble profession, you have to know how to listen, and above all, learn to be silent. After a little while, I finished his commission, a giant poster that he was going to place on a wall in front of the house where his beloved lived. I imagined it was a very unique farewell note. The poster read a classic and cheesy love message "ONDINA, I LOVE YOU" That Romeo thanked me and wanted to pay a good sum of money that I did not accept for ethical reasons and principles. Before he left, I advised him one last time. He put his hand on my shoulder and left. A few days later, I was told that he had departed to eternity. Rumor has it that he jumped into the sea from the rock of Leucas. But what could I do (he sighs) I was left restless, with a huge weight on my conscience for having let him go out. At least I allowed the poster and destiny to fulfill their purpose. And that's it, journalist friend (he concludes) I thank you for your visit. If I can be of any more help, I always expect you around here. - He shook my hand and accompanied me to the door, bidding me farewell politely.
From that interview, my articles about the Poster Maker enjoyed popularity. Due to this, his efforts also began to prosper and attract attention, as his clientele rose to extravagant levels. Months of great success favored the demand and economic power of the visual artist, reaching disproportionate figures. Unfortunately, times began to change in the citadel. The crisis intensified and the dictatorship removed the mask. They began to prohibit everything and repress everyone. In the end, out of fear, I did not want to get directly involved as a journalist, because I knew that the posters protesting against inflation and the government were created by him. That same day, early, much before ten, the military destroyed the workshop and at the order of the competent authorities, they forced him to put up the last poster, announcing in white uppercase letters, that the business was "CLOSED".
Story with ISBN authored by me.
From the book "The Curse of Ondine"
Illustrations by Yuniel RP.
Translation by Lite Ai translate.
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Lastima el cartel "cerrado". Un trabajo bueno y justo de mucho arte y de lucha justa. Muy buena la historia.
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Que buena historia!! feliz de leerte por aquí!!
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