Emma es una lectora de novelas sentimentales; es joven, por lo tanto, idealista, soñadora; apasionada de ese mundo paralelo que imagina en sus lecturas. Como lector me la imagino inmersa en sus ilusiones, suspirando por un amor alegre, romántico, capaz de hacer por ella cuanto le alegra el corazón. Me la imagino en la espera dulce de su enamorado, citándose desmesuradamente a los encuentros, viéndose a escondidas, recibiendo regalos, superando el drama de los abismos; cumpliendo, pues, con el deseo de vencer las distancias.
Emma es un personaje como cualquier chica real que idealiza la realidad, que la transporta desde la ficción para engalanarla, para hacerla más auténtica, más hermosa, más llevadera. Yo mismo, y creo que todo joven lector, ha experimentado cosas similares; en mi caso, por ejemplo, cuando leía las novelas del lejano oeste, me imaginaba dueño de un caballo corredor, siendo un jinete de primera, enfrentándome a los villanos más diablos de aquella salvaje geografía descrita magistralmente por las plumas de Silver Kane o Marcial Lafuente Estefanía.
El caso de Emma se presenta en el espinado campo del amor; anhela una correspondencia similar a las que viven las protagonistas de sus libros. Pero, y he aquí el conflicto de la novela Madame Bovary, de Gustavo Flaubert, la vida de Emma no se corresponde con las novelas sentimentales que lee, lo que le provoca crisis de angustia y depresión extremas.
Estas crisis detonarán y la extraviarán por los espinosos caminos de la infidelidad; por las sendas de las aventuras amorosas clandestinas que desencadenarán un derrame de amargura y dolor al final de la obra.
Me encanta Emma, y en general todos los personajes de la novela porque ninguno se parece al otro y he ahí una de las riquezas de esta obra, ese contraste de personajes que permiten que el narrador dé rienda suelta al lenguaje, que los lectores asistamos a una prosa imaginativa, que nos transporta por el mundo de la ficción y nos devuelve a la realidad, diferentes, deseosos de hacer cosas inverosímiles como las que suceden en las obras literarias de calidad como esta que invito a leer.
Emma is a reader of sentimental novels; she is young, therefore, idealistic, dreamy; passionate about that parallel world she imagines in her readings. As a reader, I imagine her immersed in her illusions, sighing for a happy, romantic love, capable of doing for her whatever makes her heart happy. I imagine her in sweet expectation of her lover, meeting inordinately at meetings, seeing each other in secret, receiving gifts, overcoming the drama of the abysses; fulfilling, then, the desire to overcome distances.
Emma is a character like any real girl who idealizes reality, who transports it from fiction to embellish it, to make it more authentic, more beautiful, more bearable. I myself, and I believe that every young reader, has experienced similar things; in my case, for example, when I read the novels of the Wild West, I imagined myself the owner of a running horse, being a first-class rider, facing the most evil villains of that wild geography masterfully described by the pens of Silver Kane or Marcial Lafuente Estefanía.
Emma's case is in the thorny field of love; she longs for a correspondence similar to those experienced by the protagonists of her books. But, and here is the conflict of the novel Madame Bovary, by Gustave Flaubert, Emma's life does not correspond to the sentimental novels she reads, which causes her crises of extreme anguish and depression.
These crises will detonate and lead her astray through the thorny paths of infidelity; through the paths of clandestine love affairs that will trigger an outpouring of bitterness and pain at the end of the work.
I love Emma, and in general all the characters in the novel because none is like the other and that is one of the riches of this work, the contrast of characters that allow the narrator to give free rein to the language, that readers attend to an imaginative prose, which transports us through the fictional world and returns us to reality, different, willing to do unlikely things like those that happen in literary works of quality as this one that I invite you to read.
It's fascinating how Flaubert captures that internal struggle between the idealization of love and the harsh reality of life. Thanks for sharing your perspective!
Thank you for your kind comment.