Poco a poco estudiamos la palabra y oramos, todo esto nos permite tener una relación mucho más cercana a Dios y de esta manera también vamos teniendo mucho más fuerza para enfrentar los obstáculos que se presentan en la vida.
Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;
Colosenses 2:6
Recuerdo la historia que había contado un fotógrafa cerca de un árbol cerca de la playa, era un árbol común y corriente y después de un gran huracán que se había llevado la mayoría de todo lo que había en el lugar, el árbol permanecía firme y herido pero lo lejos se observaba como estacas o zancos que sostenían al árbol para que se mantenga firme. Este fotógrafo se acercó mucho más y vio que eso que lo sostenía eran simplemente sus raíces, el huracán barrio con toda la arena que había por debajo del árbol exponiendo así sus raíces y esto dio evidencia de que el árbol se mantenía en pie por sus grandes raíces que se habían extendido durante años. Esto nos da una lección, no es el tiempo lo que importa o la cantidad de años que pertenezcamos a la iglesia o digamos que somos cristianos, las grandes raíces se construyen a la vez que fortalecemos nuestra relación con el señor a través del crecimiento por medio de la palabra de Dios y la relación con otros hermanos de la fe, eso permite tener la raíz fuerte y firme.
Esto nos da una idea muy clara de cómo podemos ser fuertes, similares a este árbol con la capacidad de soportar todas las dificultades que se nos presenten en la vida. Nuestro trabajo es fijar nuestra mirada en Jesucristo, permanecer en su palabra meditando todo el tiempo y sin duda nuestra crecerán y se extenderán similares a las raíces de un árbol sobre la arena. Aún cuando los vientos soplan, el agua del mar azote y se lleve parte de la arena, aún cuando las raíces queden expuestas, nada ni nadie puede movernos cuando nuestra fe está puesta firmemente en Jesucristo. Tenemos la opción de permanecer firmes en la fe o desviarnos hacia nuestras preocupaciones diarias. Tenemos esta oportunidad de experimentar el amor y la gracia de nuestro señor Jesucristo aún cuando tenemos temor.
22 Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. 23 Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban. 24 Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. 25 Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es este, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?
Lucas 8:22-25