El juzgar a los demás por su apariencia, además de ser prohibido por Dios, es considerado como discriminación.
Tanto en el antiguo como en el nuevo testamento se prohíbe el juzgar a los demás por su apariencia física. Esto no es agradable delante de la presencia del Señor. Y nosotros como Cristianos debemos evitar el juzgar a los demás por su apariencia.
Nuestro juicio hacia los demás debe ser justo, basado en lo que verdaderamente tiene valor y no en lo perecedero de la carne. Lo que nos puede traer es malos pensamientos y un juicio errado.
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