Imagen de Azmi Talib en Pixabay
Yo pertenezco a un grupo juvenil donde cada semana tenemos encuentros y profundizamos en la lectura del Evangelio, casualmente ayer estábamos hablando de lo impulsivo que era Pedro y como a veces aunque no siempre expresaba verbalmente sus ideas, la verdad es que reaccionaba como cualquiera de nosotros con rabia ante las injusticias y con ganas de buscar justicia por mano propia. Esto nos llevó a reflexionar sobre la naturaleza humana.
En medio de esta conversación, una niña del grupo nos empezó a comentar que en donde estudiaba había una niña que se metía mucho con ella y le hacía comentarios despectivos sobre su apariencia física.
Aquí en Venezuela tenemos la costumbre que al pasar de grado, por ejemplo, de 6.to a 1.er año, o de preescolar a 1.er grado, se tiene un acto de promoción y los niños se rayan las camisas del uniforme con mensajes bonitos de despedida, pero en este caso, a la niña que les estoy comentando le escribieron unas cosas horribles, una vez más por su apariencia física.
Nosotros, los más grandes, nos sentimos profundamente abrumados, porque realmente es una niña muy dulce, que no merece ser tratada así. Y comenzamos a hablar con ella de que seguramente esta niña que hacía bullying tenía algún tipo de necesidad de llamar la atención, quizás sus padres no le dedicaban el tiempo suficiente o había alguna situación en casa que sencillamente "reventaba por allí".
También hablamos de como muchos niños se dejan influenciar y aunque no estén totalmente de acuerdo con lo que dice esta persona que hace bullying, igualmente por caer bien y ser aceptado lo apoyan y caen en burla también.
Una de las jóvenes más grandes le contó a esta niña como también se metían con ella cuando era más pequeña, y como ella lo pudo sobrellevar y salir adelante, mientras que muchas de esas personas que se metían con ella se quedaron atascadas por decirlo de alguna manera y no lograron realizarse como personas.
Desde temprana edad, vemos como la dinámica de poder y la influencia del entorno pueden marcar en la autoestima de una persona. ¿Y qué tiene que ver esto con la lectura que leímos ayer? Pues varias cosas, la primera es que no debemos actuar impulsivamente, quizás otra persona le pudiera haber aconsejado a esta niña que si se metían con ella, les devolviera el comentario igual o peor, o que les diera un puñetazo para que no dijeran nada más.
También que cada problema que tenemos debemos saber sobrellevarlo y que su carga será más ligera si Jesús está con nosotros. Por nuestro lado, le dimos a la niña palabras bonitas, que la hicieran sentirse mejor consigo mismo y la esperanza de que todo eso pasará, que es mucho mejor tratar de ignorarlo para que se aburran y busquen otra cosa de la que hablar.
Todo esto me lleva a pensar lo triste que es como un niño es capaz de lastimar a otro por cosas tan vanas como esa, y lo más cumbre del caso es que la niña que lo hace tiene características similares a ella.
Es tan necesario que en el mundo haya más empatía, búsqueda de justicia y reflexión sobre nuestras propias acciones y reacciones.
Imagen de Duckleap Free Resources en Pixabay
¿He sido yo víctima de acoso? ¿Yo he sido el que provoca el acoso?
Son preguntas para la reflexión.
Por aquí les comparto la lectura que utilizamos por si desean leerla y también tener su propia relexión.
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