La semana pasada, el 24 de este mes, el Papa Francisco publicó su cuarta encíclica, Dilexit nos, "El nos amó". He comenzado su lectura y debo decir que me ha gustado mucho porque está dirigida no solo a la Iglesia, a sus miembros, sino a toda la sociedad. En realidad, las palabras del Pontífice siempre están dirigidas a todos, pero por su temática y su modo de exponerla, de manera específica y especial esta encíclica va dirigida a todos. Y es desde aquí donde quiero comenzar a hablar de ella.
Esta publicación coincide con la celebración del 350 aniversario de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque (1673). Más allá de esta revelación privada, lo que la Iglesia quiere rescatar es lo que está más allá de una devoción que puede considerarse una más dentro de nuestra fe. Y es que cuando hablamos del corazón, hay muchas implicaciones, y esto es lo que quisiera resaltar en este primer acercamiento: la importancia que tiene el corazón en el ser humano. ¿Por qué? Porque el corazón, aunque lo asociamos con los sentimientos, en realidad es la síntesis de la persona, ya que nuestros pensamientos pasan por allí y nuestra voluntad, también si quiere ser efectiva, debe ir acompañada del corazón que le ponemos a las cosas.
De hecho, en la encíclica se cita que la palabra griega para referirse al corazón, kardia, no indica simplemente algo corporal, un órgano, sino que es el centro anímico. Es decir, como el lugar donde nos encontramos con la esencia de la persona, allí ella decide muchas cosas, se conoce a sí misma y se proyecta a los demás. Incluso la misma Biblia habla del corazón como un núcleo, esto es que también se refiere es al ser de la persona. Digamos, concretamente hablando entre nosotros, cuando queremos describir la verdad sobre algo, nos referimos al corazón porque decimos cosas como: "Te hablo desde el corazón" o "Lo digo desde el fondo de mi corazón". O también esos latidos que sentimos cuando nos acercamos a una persona o a alguien que nos inquieta, y esto es porque está tocando la fibra de nuestro ser, y una manera sensible donde se manifiesta esto es en el corazón. Por eso pues decimos que el corazón no miente y, utilizando una palabra de la encíclica, "en el corazón se juega todo porque allí es donde somos nosotros mismos".
La encíclica tiene cinco capítulos. En el primero se nos da un acercamiento filosófico a todo lo que se quiere plantear. Nos llama la atención de manera especial el acercamiento contemporáneo que hace al planteamiento de las "sociedades líquidas", que a resumidas cuentas hace referencia a que vivimos en unas comunidades donde las cosas no tienen consistencia, ya que se nos presentan como el agua que queremos agarrar con nuestras manos pero se nos escapa. Así también, las sociedades líquidas hacen referencia a que no hay nada sólido, que no hay nada permanente o, con palabras más comunes, hay una crisis de valores, incluso una crisis de identidad de las personas.
¿Por qué pasa esto? Precisamente porque cuando hay un encuentro con nosotros mismos, o cuando queremos analizar una comunidad, un grupo humano, nos quedamos en un análisis muy frío, pensando simplemente desde la mente, o simplemente tener buenas intenciones, pero quedarnos allí, cuando debemos implicarnos íntegramente. Esto hace referencia a las emociones, los sentimientos, etc, realidades que canaliza el corazón. Esto lo notamos cuando escuchamos expresiones como "hacer las cosas con pasión", como elegir algo, tomar una decisión, llevar un proyecto o simplemente desempeñar un puesto de trabajo; cuando no hay pasión, cuando no hay corazón, se hacen las cosas de manera fría y por ello también falta humanidad en el trato, sentido o significado en aquello que realizamos.
Otro planteamiento interesante en este primer capítulo, y que también es bastante actual, tiene que ver con los avances tecnológicos de hoy en día, la inteligencia artificial, por ejemplo. Y es que realmente vivimos la época de los algoritmos, los mismos estudian al ser humano de modo que pueden replicar respuestas que el mismo ha dado en la historia o proyectarse en cosas parecidas. Pero lo que nunca va a poder imitar estos algoritmos es el corazón, es que al final es este el que define a las personas. Al final, no nos podemos quedar simplemente en los avances tecnológicos, en la ciencia, en la computación, en los análisis de datos, cosas que están muy bien, pero que si no están conectados con esta profundización de lo que somos nosotros internamente, y de esta comprensión del ser humano, al final la sociedad no avanza.
La siguiente imagen nos lo ilustra muy bien: vivimos en un mundo que podemos identificar como un gran gigante, grandes músculos, incluso un gran cerebro, pero con un corazón pequeño. Es la sociedad actual, de allí la importancia de esta encíclica , que se dirige a todos por igual, al mundo contemporáneo, que tiene peligro de ser un mundo donde los seres humanos se traten de manera cada vez más fría, como si fueran robots, como si fueran objetos y no personas. Es por eso que debemos plantearnos nosotros como humanistas volver a recuperar al corazón como centro del ser humano, no solamente para nosotros mismos, sino para el beneficio de toda la sociedad.
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Yo también he leído los dos primeros capítulos y verdaderamente es una obra que no tiene desperdicio. El papa Francisco tiene una forma muy hermosa de ilustrar sus palabras con imágenes y hechos de la vida misma. Me tocó cuando dice que el corazón es nuestra propia esencia porque todo lo que hacemos y pensamos pasa por allí. Es fácil ubicar esta enciclica y de leerla. Saludos @jesusalejos
Gracias por el comentario amigo. Y qué disfrutes esta lectura tanto como yo lo estoy haciendo.
!KING