Celebrar la Navidad puede parecer una contradicción en ciertas circunstancias, como por ejemplo, cuando pierdes a un ser querido en estas fiestas o cuando atraviesas una enfermedad de un miembro de la familia o personal, cuando ocurre una eventualidad como un accidente que nos hace pasar malos ratos, etc. Precisamente, dentro de estas contradicciones, las navidades pasadas me han enseñado que es aquí donde más aprendemos el significado profundo de la Navidad.
Me explico: en el Evangelio escuchamos cómo la luz vino a iluminar el mundo, pero algunos no recibieron esta luz. Es lo que sucedió en la primera Navidad: la Virgen María y José fueron buscando posada, puesto que el niño que iba a nacer, quien era el que iba a iluminar el mundo de las tinieblas que lo arropaban, necesitaba un lugar digno. No encontraron, y por ello fueron al lugar donde comen los animales, el pesebre. Allí, ellos, me puedo imaginar, hicieron todo lo posible para dignificar ese lugar. Ya el mismo nacimiento del Señor, de allí la Navidad que significa nacimiento, dignificó no solamente ese lugar, sino que sanó y liberó a la humanidad entera de la esclavitud que tenía, el mal que pasaba sobre ella, porque el amor se hizo presente.
Es desde aquí donde entonces las contradicciones de la Navidad, sobre todo las que he vivenciado últimamente, no están en contra de ella, sino que hacen resaltar más su sentido, pues en medio de la oscuridad la luz resplandece y en medio de tanto odio e indiferencia el amor le da sentido a todo lo que realizamos. Precisamente, parte de lo que me tocó vivir, como por ejemplo una señora que estaba a punto de morir en su casa porque llevaba varios días desmayada en el suelo, y es precisamente el día de Navidad, el 25, que fue encontrada y pudo dársele la mano y hoy ya está en estado de mejoría.
La Navidad para ella fue justamente ese encuentro, fue precisamente el haberle tendido la mano. De esta manera me enseñó que el amor es maravilloso, puesto que mientras haya personas dispuestas a compadecerse y a demostrar y a obrar en consecuencia a esta compasión, el mundo tiene sentido, y esta es la Navidad. Por ello, estas contradicciones en la Navidad no la hacen menos; por el contrario, más bien nos acompañan en medio de estas situaciones que podemos vivir. Otro ejemplo es que, estando en el hospital, decían “qué Navidades”, como diciendo qué triste, pero precisamente mi visita, que le llevaba consuelo a esa persona, era la navidad para ella, puesto que era lo que precisamente esta persona estaba pidiendo, esa oración, ese sacramento para fortalecerse en medio de su situación.
Esto es muy significativo ante el año que estamos comenzando, puesto que, aunque estamos seguros de que sera un año maravilloso, esto no quiere decir que no habrá contrariedades en él; las habrá, pero precisamente la Navidad nos ha enseñado y nos ha nutrido en nuestro espíritu con la certeza de que en medio de estas contradicciones siempre habrá una luz que nos orienta en medio de los obstáculos, siempre hay una fuerza interior que nos ayuda a seguir hacia adelante, incluso en medio de las limitaciones siempre podemos conseguir a alguien que está con nosotros, que nos mira con amor, que nos mira con misericordia.
Para los cristianos, se trata del amor encarnado de Dios en Cristo, quien es la palabra que ante el silencio que podemos conseguir en nuestra vida, nos habla, nos da ánimo. La palabra de Dios nos escribe en nuestras vidas con palabras de ánimo, de esperanza, con palabras de que el mal no tiene la última palabra, puesto que desde que el totalmente bueno se encarnó en nuestra historia, el mal fue vencido. Se trata de tener la valentía de apostar por este Bien, de aportar y seguir el camino, el ejemplo y las huellas de quien vino a nacer entre nosotros para que nunca más muera en nosotros el sentido de la vida, de amor y de todos aquellos valores que hacen grande nuestra existencia.
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