Filosofía Cristiana (3)

in Humanitas8 days ago

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En esta segunda entrega sobre la posibilidad de una filosofía cristiana, quiero partir del siguiente pensamiento:" las cosas son caducas, pero afirman la eternidad del ser". Es un pensamiento netamente metafísico, entendiendo como tal esa disciplina filosófica que busca desentrañar lo que está en el fondo de todo ser, de toda realidad. Al respecto, recuerdo que una de las lecturas que más me ayudó a entender el objeto de la metafísica, al final de toda filosofía, es el escrito de Martin Heidegger sobre el ser y la nada, ya que allí él plantea que la angustia que genera el encontrarnos con que al final de nuestra vida puede haber nada (somos un ser para la muerte), esto nos lleva a pensar o a reflexionar también lo contrario, que sería el todo, el ser.

Es por ello que ante lo efímero de muchas cosas, ante lo efímero de nuestra propia existencia, pensamos que hay cosas que permanecen, hay algo que permanece y es lo que le da sentido a cualquier tipo de existencia. Es allí donde también se inserta la filosofía, entendiendo como tal la sabiduría humana que busca precisamente, de diversas maneras (de allí que hay diversas clases de filosofías), fundamentar esto que permanece en el tiempo a pesar de lo caduco que pueden ser ciertas cosas, incluso que hay multiplicidad de realidades, seres creados o por evolución. Cualquiera sean nuestras creencias, siempre hay algo que causa u otorga unidad a todo lo que existe; esto es lo que al final busca desentrañar todo pensamiento filosófico.

Es por ello que el gran enemigo del pensamiento filosófico es perderse en la pluralidad de todo lo que existe, es perderse en las diversas situaciones que acontecen, es perderse en los acontecimientos de la vida, y no ir más allá de los mismos, pensando, reflexionando qué es lo que cada una de las circunstancias nos transmiten, porque siempre hay algo que está más allá.

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Es aquí donde podemos insertar o intuir fácilmente la realidad cristiana dentro de la filosofía, y es que dentro de aquello que fundamenta todo, nos encontramos a un ser superior; y es entonces donde nos encontramos con el pensamiento religioso, por eso al final toda filosofía termina siendo también una búsqueda religiosa. ¿Por qué? Porque precisamente necesitamos fundamentar todo lo que existe. De esta manera, para el cristiano existe, y para la filosofía cristiana existe, un esquema religioso natural desde el cual precisamente puede dialogar con las diversas realidades del mundo y las diversas clases de pensamientos.

Es por ello que podemos afirmar que la filosofía, así entendida, es el marco para una revelación posible de Dios, la cual captamos por la fe, pero aquí lo importante es que ya desde la razón hay esa capacidad de recibirla, puesto que ya esta razón está buscando un sentido profundo a todo lo existente. Desligarse de este esquema básico natural trae más pérdida que ganancia, puesto que el acceso a lo que Dios me quiere decir se hace más extraño, se hace hasta impositivo a la propia naturaleza, pero cuando podemos afirmar que en la misma naturaleza hay unas huellas que están más allá, podemos desde allí partir; esto lo expresamos metafísicamente con la doctrina de la analogía del ser, que no es otra cosa que el ser se realiza de diversos modos en todo lo que existe y, por lo tanto, en todo lo que existe podemos encontrar un camino que nos lleve a la trascendencia.

Desde el punto de vista de la fe también podemos hablar de lo mismo, ya que creemos en una persona que se encarnó es Dios, Jesucristo, que se hizo presente en el tiempo, se hizo histórico; de allí que ha hecho posible que todo el tiempo y todo lo que es parte de la historia, por lo tanto, de la categoría humana espacio-tiempo, tienen ya esa posibilidad de elevarlo al más allá de la realidad que tenemos experiencia más inmediata, es decir, que podemos desde lo que palpamos, de lo que vemos y conocemos, ir más allá y ser capaces de un análisis que fundamente profundamente todo este mundo, incluso toda la realidad humana y desde allí también el destino de la misma, sus proyectos y aspiraciones.

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Ahora bien, la fe también nos da algo propio, algo que es inalcanzable para la razón, porque si no dejaría de ser fe. Entonces, el verdadero problema de la filosofía cristiana vendría siendo cuál es el punto en el cual se debe mover el discurso o pensar filosófico.

Aquí podemos recordar el dicho de que todo extremo es malo; con otras palabras, la solución está en el equilibrio, en la justa proporción, es decir, el cristiano, aunque posee por la fe la verdad plena, la razón le lleva a buscar las razones de esa verdad y a reconocer cómo en la misma cultura humana hay indicios que nos ayudan a explicar racionalmente esta verdad. Es por ello que al final el filósofo cristiano lo que hace es orientar la sabiduría humana al encuentro con la sabiduría divina, es decir, busca excavar en los tesoros de la humanidad para que brille, con luz más potente incluso, la grandeza de algún pensamiento, algún filósofo, alguna corriente de alguna escuela, puesto a que en todo lo creado el cristiano puede encontrar la luz del creador.

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