Siguiendo con la reflexión de la encíclica papal Dilexit nos, hoy quiero avanzar un poco más sobre las reflexiones filosóficas que la misma tiene, sobre todo en su primer capítulo. Quiero comenzar con una de sus afirmaciones, y es que allí el Papa Francisco dice que "el ser humano es su corazón". Quienes han leído sobre antropología filosófica o sobre la filosofía en general, pueden entender la importancia de este enunciado, puesto que está hablando sobre la esencia de nuestra humanidad. Dicha esencia la está estableciendo precisamente en el corazón, que entendemos, como hemos dicho en el post anterior, cómo una categoría metafísica. Esto quiere decir que en el corazón nosotros podemos definir quién es el ser humano. ¿Pero esto por qué? Demos un paso más.
Esto es así porque en el corazón nosotros podemos hacer una especie de síntesis de nuestra identidad a través del análisis de lo que sentimos, pensamos, queremos, etc. Podemos decirnos a nosotros mismos quiénes somos. Por ello es interesante cómo en la encíclica, hablando de la modernidad y de la inteligencia artificial, dice que los algoritmos nos han enseñado que la mente humana, sumamente maravillosa, puede ser en cierta forma replicable, pero el corazón, que es donde está el centro del ser humano, no se puede replicar, ya que el corazón es intransferible.
El corazón es intransferible quiere decir, entonces, que es lo más propio de cada ser humano. Recordemos una vez más, el corazón no entendido como un órgano, sino como una categoría metafísica, esencialmente constitutiva del ser humano. Por eso podemos decir que, refiriéndonos al corazón, estamos indicando la intimidad de cada persona. Es por ello que la encíclica establece que cuando nos conseguimos con la realidad debemos captarla con el corazón, y esto hace relación con lo que es el comienzo de la filosofía, que es el asombro.
El comienzo de la filosofía, según esta encíclica, está en la conmoción, es decir, en la emoción profunda que me transmiten las cosas. Es por ello que también aquí se hace referencia a un filósofo bastante moderno, Byung-Chul Han que hace una reinterpretación de Martin Heidegger, al hablar del encuentro del ser humano con su alrededor. Es algo que podemos pues muy bien tomar y que seguro yo estaré desarrollando más adelante desde el pensamiento de otro autor, pero que tiene mucha relación.
Desde la interioridad del ser humano, este no simplemente se deja impactar por las cosas, sino sobre todo por sí mismo. Es por ello que desde el corazón estamos llamados a sintetizar o realizar la armonía de nuestra historia personal. Esto es muy interesante porque también se hace referencia a un verbo griego, symballein, que significa lo que une a los fragmentos y le da sentido. Así también, desde el interior de nosotros mismos, desde el corazón, es donde podemos ponderar las cosas que nos han pasado, que hemos vivido, unirlas y desde allí tratar de comprender nuestro mismo ser y proyectarlo hacia el futuro.
Esta conexión que realizamos desde el corazón con nosotros mismos también se proyecta a los demás. Es por ello que el corazón, en nuestra intimidad, se deja impactar por los otros, algo que ninguna inteligencia artificial, ningún algoritmo puede lograr. Es por ello, pues, que también se resalta en la encíclica el valor del corazón como sede del amor, ya que el amor es apertura; la antítesis es el odio, las peleas, las guerras. Es por ello que desde esta encíclica se nos invita también a una revolución de la ternura y del amor, que es valorar también los pequeños detalles que alimentan este amor en nuestra relación con los demás, porque precisamente es allí donde nos realizamos nosotros, puesto que fuimos creados para amar y ser amados, y es amando que la persona siente que sabe por qué y para qué está aquí en este mundo.
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