Aleluya! Aleluya! Es la exclamación principal de alabanza que brota de la oración de los creyentes en Cristo Jesús en este día de Pascua y que se extenderá por 50 días, culminando con la celebración de Pentecostés, esto es, el envío del Espíritu Santo sobre su Iglesia.
Dos reflexiones en especial quisiera compartir este día:
- Vivamos un encuentro con Cristo vivo. No nos pase como a los que iban al sepulcro que tenían en mente encontrarse con un Cristo muerto, cuando se dan cuenta que el Cristo que buscan está vivo su vida se transforma.
De esto se trata la celebración de la Pascua del Señor, dejar que Él pase por nuestras vidas y que la transforme, pero para eso debemos tener experiencia real de El en medio de nuestra existencia. Que podamos decir: "Yo me he encontrado con Jesús Resucitado".
- Removamos la piedra del sepulcro. Una de las señales de la resurrección es la tumba vacía. Cristo removió la piedra que la sellaba y salió de allí. De igual manera, si nosotros queremos resucitar también debemos remover la piedra que no nos deja resucitar, tener una mejor vida, renovarnos.
Esta piedra es personal para cada uno y la tarea es identificarla y empujarla para que nos de el espacio necesario para salir de nuestros sepulcros.
- Lecturas dominicales:
Primera. Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43.
Salmo 117. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Segunda. S. Pablo a los Colosenses 3,1-4.
Evangelio: S. Juan 20,1-9.
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Los apóstoles hoy: